Olivia
Separa sus labios de los míos y abro los ojos. Lo que encuentro es vulnerabilidad pura y algo más. Algo que no logro entender. Luego sonríe con melancolía y al mirarlo me llama la atención que nunca hizo contacto visual conmigo durante todo el tiempo que estuvo dentro de mí. Eso me hace preguntarme si fue intencional o sólo una coincidencia.
Sin embargo, abandono ese pensamiento porque este ha sido el mejor sexo que he tenido en mi vida. La palabra «mejor» se queda corta. En las cuatro pasadas horas se dedicó a complacerme en todas las maneras posibles haciéndome conocer los límites de los orgasmos y sobrepasarlos. ¿Cómo fue posible? ¿Y por qué con él ha sido diferente? Es como si todo este tiempo estuve equivocada de cómo tener relaciones sexuales.
—Jesús, Olivia. No tengo idea de lo que me has hecho —susurra besando mi cuello haciéndome emitir una risa ligera—. Eres lo mejor que me ha pasado en tanto tiempo —confiesa con esa voz profunda enrollado de piernas con las mías en mis sábanas.
Vuelve a besarme, pero ahora sus labios no se pueden comparar con lo que me hacen sus palabras. Ha sido una gran confesión para alguien como él. Para mí está bien. Esto lo siento bien. Como si fuese exactamente lo que debo vivir.
Beso su hombro y bajo a su cicatriz observando con cautela sus ojos, pero pasa lo que me temía. Se aleja al instante que mis labios tocan su pecho, pues en las últimas horas nos hicimos de todo menos una sola cosa: dejarme besar y tocar su pecho. Así, de la nada se separa de mí sin verme a los ojos. Se levanta de mi cama, se viste sin decir alguna palabra y después besa mi frente.
—No tienes que irte —le digo sintiendo el nudo en mi garganta.
—Tú me dijiste que no eras de esas mujeres que se acurrucan. Yo tampoco soy de los hombres que se acurrucan. Ya no más.
—Sí, pero...
—Es sólo sexo. Me llevo mi vianda de comida. Nos vemos luego, Olivia.
Cuando ya va a salir de la habitación, su mirada me dicta algo que no logro entender, algo tácito. Como si quisiera decirme más pero no puede.
Está alejándose.
La puerta de la habitación se cierra y me estremezco.
Mi cuerpo desnudo cubierto por mis cobijas se encorva y comienzo a sentir una presión en mi cabeza, tras mis ojos llenarse de lágrimas sin derramar.
Nunca he llorado por cómo me ha hecho sentir un hombre porque nunca he sentido la necesidad de experimentar más que solo una noche placentera de sexo con alcohol. Con Thomas he estado sobria y consciente de mí misma.
No entiendo porqué me duele tanto.
Sabía que esto sucedería, sabía que si le dejaba entrar así, pasaría por su berenjenal porque es el único hombre que me ha puesto nerviosa con sus ojos, el único que me ha hecho sentir mujer con tan sólo un beso. El único que me ha llevado al cielo al hacerme suya.
Pero estoy cayendo y no hay nada que me espere abajo para atraparme.
Estoy avergonzada. No sé que le pasa ahora y tengo demasiado orgullo para ir tras él y preguntarle. Aunque, pensándolo bien, ya sé muy bien qué le sucede.
Cassie. Eso le sucede.
Esto ahora se siente como un final y no estoy segura si estaba lista para este final porque es como si apenas ha comenzado. No estoy segura si estaré lista para que alguna vez haya un final. Y odio permitir que mis sentimientos lleguen a ese punto.
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Desastre De Amor
RomanceThomas Wells es un hombre que toda su vida ha sido atormentado y autosaboteado debido a sus demonios mentales, lo que lo ha llevado a vivir sin metas y sin las personas que ama. Sin motivo alguno para disfrutar la vida, se muda a Chicago para estar...