Capítulo 16

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Thomas


Me derrito, joder. ¡Me derrito! Cuando me mira con esos enormes ojos que me sacan toda la mierda que hay en mi corazón, me derrito.

Pero ese es el problema.

Creo que se convirtió en problema desde el segundo en que ella me ayudó cuando me encontró borracho y hecho un lío. No puedo quebrar esa dulzura que ella desconoce de sí misma. No quiero cometer el mismo error que cometí con Cassie de dejarla entrar en éste maldito infierno que soy. No merece esa mierda.

No puedo seguir este beso que me incita a llevarla a mi cama y hacerle todo lo que deseo hacerle. Sin embargo, no quiero dejar de besarla.

Subo mis manos a su cintura tratando de sacarle su blusa toda mojada. Ella levanta sus brazos en señal de que quiere esto tanto como yo. Cuando remuevo la blusa, me concentro en besar su cuello y pecho. Huele tan puñeteramente bien, me encanta tanto tenerla así, que ni siquiera atisbo a entender cómo se sentiría estar dentro de ella. La idea me vuelve loco y de inmediato la cargo para llevármela a la habitación.

No dejo de besar sus exquisitos y carnosos labios y cuando estoy por entrar a la habitación, tocan la puerta. Ella separa sus labios de los míos bruscamente y ambos miramos a la puerta.

—¡¿Quién coño podría ser?! —Pregunta ella bajando de mis brazos, al parecer frustrada por la interrupción.

Una voz chillona se escucha del pasillo sin dejar de tocar la puerta.

—Oliver, soy la Sra. Sudakis. ¡Oliver! Mi techo está filtrando agua. ¡Oliver!

—¡El baño! —Ambos décimos en unísono volteando a vernos.

Vamos corriendo al baño y nos damos cuenta que el suelo tiene como veinte centímetros de agua y que ya ha salido. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes?

Al rato después, la acompaño a su departamento.

—Gracias por ayudarme a secar todo, y por llevarme a la ferretería —le agradezco—. Y disculpa por lastimar tu frente y dejarte toda mojada —agrego y ella sonríe con picardía—. Lamento también dejarte mojada en ese sentido —concluyo sabiendo exactamente lo que está pensando.

Ella, fingiendo inocencia, encoje sus hombros sonriendo aún más.

Joder, su hermosa sonrisa.

—Comamos algo —le pido.

Sus ojos pescan algo de brillo y su sonrisa se apaga. Quizás pensando que la estoy invitando a una cita.

—¿Adónde exactamente? —Inquiere fingiendo desinterés—. Quiero decir, conozco restaurantes que...

—No —la interrumpo y le sonrío para aliviar su nerviosismo—. Aquí mismo. Como a unas hamburguesas o algo. Ya sabes, dos personas casuales comiendo algo, pasando el rato.

—Ya veo. Seguro —dice en voz baja y entra cerrando la puerta lentamente en mi cara.

Al volver al apartamento, pienso en llamar en seguida a Oliver para avisarle lo que le pasó a su baño, pero algo me dice que mejor ni lo molesto, prefiero que no sepa, además ya está arreglado, aunque no sabía qué hacer. Inexplicablemente, Cassie viene a mi mente por el simple hecho que pensara sobre mi inutilidad. Eso es lo que soy, un inútil que no supo qué hacer.

Pensar de nuevo en ella me hace ver que he estado perdido en Olivia. Y es que Olivia es tan diferente, que se siente bien perderse entre sus labios, entre su piel, entre su aliento, en todo lo que representa Olivia.

Desastre De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora