Capítulo 10

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Thomas


—Hazme el favor de cuidarla, viejo —me dice Oliver cuando estamos esperando a que la susodicha llegue a despedirse de él, porque tuve que ayudarlo a cargar una de sus tres pesadas maletas al Uber—. Ella es muy difícil de llevar a veces y no se le queda callada a nadie. Así que, debes de tenerle paciencia si se queda algunas noches en mi apartamento.

—Puedo imaginar lo difícil que debe ser —reconozco el dolor que ella puede estar experimentando.

—¿Te puedo pedir otro favor? —Me pregunta poniéndose más serio que nunca.

No tengo idea de cómo me metí en esta situación. No puedo irme del apartamento de Oliver porque no tengo a dónde ir que no sea juzgado por las decisiones de mi vida, y no sé hasta cuándo va a durar esta mentira de las garrapatas, pero debo corresponder a su gran hospitalidad concediéndole todos los favores que me pida.

—Claro.

—No te folles a mi hermana —dice en tono de orden en vez del tono de petición a un favor.

Me toma desprevenido y no tengo palabras para responderle, porque es lo que más deseo en todo el mundo desde que la conocí.

—Sé que no estás en plan de conquistas —continúa—. Pero ahora que sé que no eres gay, existe la posibilidad de que a ella le gustes, porque, vamos, es Olivia, la chica no tiene control. Y como estoy consiente que eres el maduro, vamos, tienes veintiséis años en este cuadro el cual se pintó de manera extraña, te pido que te mantengas alejado de ella lo suficiente para que no piense que puedes llevártela a la cama. ¿Entendido? Quiero que me prometas que no te la follarás.

No entiendo el motivo por el cual está tan preocupado si su hermana tiene sexo con quien quiera ella y eso a él no parece molestarle.

—¿Por qué? —Pregunto.

—Amigo, te estoy confiando a mi hermana. Es cuestión de códigos.

Sonrío por lo ridículo de la situación, porque sé muy bien que Olivia también quiere tener sexo conmigo. Me arriesgo a pensar que hasta más que yo con ella. Por otro lado, no prometo nada que pueda cumplir y antes de que pueda decirle algo, llega su hermana teniendo una radiante sonrisa mientras sostiene un cheque en sus manos.

Hablan entre ellos y se despiden después que Oliver se niegue a llorar por alejarse de su otra mitad desde que nació.

Al presenciar la tristeza que tienen los ojos de Olivia por ver a su hermano gemelo subir al tren, noto sus lágrimas derramadas y bajo mi vista percatándome que su mano tiembla.

¿Podría hacerlo? ¿Podría darle apoyo otra vez sin que piense que quiero volver a besarla?

Mi mano responde mis dudas al sostener la suya.

—Debe ser duro —le digo tratando de consolarla—. No tengo hermanos gemelos pero puedo entender que desprenderse de alguien a quien consideras tu único apoyo, puede ser duro.

—Lo es. Oliver es mi roca. No tengo idea de cómo sobrevivir sin él.

—Lo verás los fines de semana que pueda venir. Podrías tomarlo como el tiempo que necesitas para crecer personalmente. Como una cierta libertad emocional teniendo en cuenta que no tienes amigos cercanos.

Ella gira su cabeza para verme.

—¿Ahora eres Entrenador de Vida? —Me suelta la mano disimuladamente mientras carraspea su garganta antes de secar sus mejillas.

Desastre De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora