Capítulo 26

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Olivia


Al parecer, ha estado aquí en la ciudad desde Dios sabe cuándo. Él se retira unos auriculares de sus orejas aún sosteniendo mi mirada. No me importa cómo fue que quedamos la última vez que nos vimos, pues ya estoy caminando a su dirección dejando atrás a Frederick sin pensarlo bien.

Él se incómoda por mi rapidez, creo que dándose cuenta de mi alegría de volverlo a tener frente a frente.

Lo dije. Soy una tonta.

Pero al menos soy una tonta consciente de sí misma.

Trago saliva.

—Estás de vuelta —le digo al llegar a su encuentro.

Él frunce el ceño cubriendo cada raíz de comunicación acercándose a mí y me abraza sin decir palabra alguna.

En este instante con ese abrazo, creo sentir que somos los únicos en el lugar.

Me he convertido en su envoltorio y quisiera vivir siempre así. Cubriendo su ardiente y hermoso torso con mis brazos. Huele justo como aquella noche que me hizo suya a su antojo. Deposito mi rostro en el hueco de su cuello sintiendo su corazón latir tan rápido como el mío. Se siente tan bien que no quiero que el momento termine. Hasta me aterra pensar que cuando abra mis ojos todo esto sea una alucinación o un sueño.

—Olivia —escucho su suave y grave voz susurrar mi nombre—. Lo lamento mucho —agrega aflojando el agarre de su acogedor abrazo.

Es hora de separarse y volver al mundo real. Me está pidiendo perdón por cómo las cosas se tornaron o por cómo me trató, pero yo sólo pienso en que quiero besarle e irme con él.

Lo he extrañado tanto.

—Sí —le contesto viendo a sus inexplicables ojos que ahora lucen casi grises—. Deberías de mejorar en vez de lamentarlo, Thomas.

—Así como debí... —dice asintiendo pero Frederick llega detrás de mí y se calla al verlo—. ¿El payaso? ¿En serio? —Murmura torciendo el gesto volviendo a verme.

—Olivia, ¿todo bien? —Pregunta Frederick.

—Ah, pues, yo... —balbuceo nerviosa.

—Sí, todo bien —contesta Thomas más serio que antes reiterando su mirada a mi cita; puedo sentir la tensión saliendo de él—. Sólo nos saludábamos. Teníamos casi dos meses sin vernos. ¿No es cierto, Olivia?

—Sí sí. Frederick, ¿recuerdas a Thomas? Era mi vecino, el compañero de mi hermano.

—Claro —responde él también torciendo el gesto algo malhumorado—. Si no te importa —le habla a Thomas—, estamos en una cita y la comida se puede enfriar. Vamos, nena—rodea mi cintura con su brazo izquierdo.

¿Nena?

Thomas observa tal movimiento levantando sus cejas ahora reflejando un revuelto de emociones que no me dejan leerlo con exactitud. Sé que la ira es la prominente de todas.

—No les quito más tiempo. Disfruten su cita —su voz con aquella rudeza me descoloca—. Fue bueno verte, Olivia —añade evadiendo mis ojos.

No le respondo. No sé qué decirle. Quisiera decirle que también ha sido bueno verle de nuevo, pero siento que estaría mintiendo ahora que llegan a mí las lágrimas que derramé por su culpa, el vacío que sentí cuando me dejó ir, el dolor que tuve todo este tiempo escondiendo mientras le echaba de menos. Pero me quedo observando como se retira sin nada más que decir y me desgarra el alma al pensar que no volveré a verlo.

Desastre De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora