Olivia
Estoy alterada, abrumada y hecha una bola de emociones encontradas. Mis ojos empiezan a escuecer.
¿Qué carajo? Yo ya no lloro. ¡Esto no puede afectarme tanto así!
Aunque creo que es de la rabia.
—Calabaza —dice mi madre recostada del marco de la puerta de la segunda habitación de mi apartamento—. ¿Estás bien?
Observo su rostro que dicta preocupación genuina, pero mi rencor por su ausencia, me bloquea además de la confusión que estoy experimentando.
—¿Ahora te preocupas por mí? ¿Dónde estabas en mi adolescencia cuando realmente necesitaba una madre? —Le pregunto resentida y ella levanta sus cejas empezando a sonreír.
—Voy a tomar eso como una proyección del caos que llevas por dentro. He estado contigo, todo el tiempo. En ocasiones he estado de lejos, pero nunca he fallado en comunicarme contigo cada día y de saber de ti. ¿O acaso no te sientes amada por mí?
Tiene razón.
—Sabes, la vida me ha enseñado que las personas que nos rodean no tienen la culpa de los problemas que tengamos y tampoco somos los únicos con problemas, Olivia. Si aceptas mi consejo, te diría que dejes de luchar contigo misma de una vez por todas y te permitas sentir por tus instintos.
—¿Te refieres a ser una salvaje como tú, madre, que te convertiste en una nómada romántica?
—La vida nadie más la vivirá por nosotros, Calabaza. Y eres mi hija. No te niegues los genes «salvajes» que llevas, déjalos florecer como yo lo hago. Mírame, soy todo instintos —finaliza su consejo cerrando la puerta y yendo a revisar las bolsas.
—No me entiendes. Nunca me entendiste, mamá. Siempre has estado centrada en ti.
Ella levanta su mirada a la mía y vuelve a sonreír reflejando ese enorme amor que tiene por mí.
—Nunca y siempre son palabras de reproche, Olivia —me dice lo que yo le dije cuando llegó, lo cuál me hace devolverle la sonrisa, leve pero se la devuelvo—. Te he entendido desde que naciste, por ello te dejo que tú elijas tu camino. Cariño, debes entender que nadie es perfecto y como seres humanos imperfectos que somos, debemos aceptar y amar a las personas como son.
Eso me borra la sonrisa de mi rostro.
—¿Por qué me dices eso?
—Olivia —suspira—. Sólo confía en mis palabras. Ya sabrás porqué te lo digo.
Esta mujer se ha empeñado en darme lecciones de vida en clave desde que inició su aventurera vida de viajera cuando yo tenía quince años. Siempre me llegaban correos con consejos que ni pedía.
Medito en las palabras de mi madre y no quiero pensar en lo que ese beso me hizo sentir, pues no tengo idea de lo que el amor significa. Nunca me ha llegado. Y no quiero aceptar que sienta eso por ese patán de Thomas. No sé lo que siento pero sí sé que no es amor.
El amor no puede sentirse así. ¿O sí?
Se vuelve abrir la puerta y esta vez es Oliver vistiendo su azul uniforme de bombero paramédico con una cara como si estuviera a punto de decir que mató a alguien. Respiro hondo calmándome lo más rápido posible evitando que él lo note y voy a la cocina a traerle un café.
—Hey —le digo—. ¿Qué onda?
—Escuchen, tengo algo que decirles —comenta él en voz baja mientras se quita los guantes y luego su abrigo.
ESTÁS LEYENDO
Desastre De Amor
Storie d'amoreThomas Wells es un hombre que toda su vida ha sido atormentado y autosaboteado debido a sus demonios mentales, lo que lo ha llevado a vivir sin metas y sin las personas que ama. Sin motivo alguno para disfrutar la vida, se muda a Chicago para estar...