Capítulo 14

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Evito devolverle la mirada y meto la llave en la cerradura de mi puerta.

—Hola —saluda Frederick a Thomas por cómo nos mira—. ¿Él es tu hermano? No se parecen.

—No no.

—Pero me dijiste que tu hermano vive...

—Él es su compañero —interrumpo para terminar la incomodidad—. Thomas. Frederick —los presento.

Mi ex jefe, le ofrece la mano sonriente pero Thomas ni la ve, sólo suelta un resoplido irónico. Frederick se da cuenta que no va a estrecharle su mano, así que la introduce en el bolsillo de su pantalón.

—Dios —murmuro y luego aclaro mi garganta—. Frederick, gracias por una velada asombrosa.

—Fue un placer —me responde mi cita—. Podría repetirse, sí así lo deseas.

Thomas todavía lo mira y ya la tensión ha crecido tanto en el pasillo que puedo saborearla en mi boca. Amarga como la sangre.

—Me encantaría —afirmo ignorando al compañero de mi hermano que no se ha movido—. ¿Quieres pasar y beber un café?

—Por supuesto —responde sonriendo.

—¿Café? —Pregunta un inexpresivo Thomas ahora con sus ojos en mí—. A esta hora. ¿En serio?

Frederick deja de sonreír y lo mira de perfil, quizás pensando que ese sujeto es un entrometido y chismoso.

—Tengo descafeinado —aclaro.

—Disculpa, pero esta es una conversación privada —le dice Frederick.

—¿Conversación? —Inquiere Thomas girando la cabeza lentamente a mi cita—. De acuerdo, tengamos un conversación. Déjame preguntarte algo. ¿Estás casado?

Frederick se extraña por la pregunta y sonríe.

—No, amigo.

—Ya veo. Entonces, eres un criminal.

Frederick levanta las cejas y voltea la mirada hacia a mí por un segundo poniéndose serio.

—Sí, ahí está esa expresión —continúa Thomas—. Diría que eres uno de esos de cuello blanco —olfatea el aire cerca de Frederick oliendo la colonia que despide éste de su cuerpo y asiente—. Sí. Huele a dinero sucio.

Ruedo mis ojos por lo estúpido que está siendo.

—Pasa, Frederick —le pido a mi cita cuando abro la puerta.

Pero la cierro al instante al notar que mi madre está dándole un baño espiritual a Clint, quien se encuentra en calzoncillos.

La comida se me sube al esófago, pero intento no devolverla por ver a Clint en ropa interior.

—Mi apartamento está ocupado por mi madre. Puede que mi hermano tenga descafeinado.

—No, no tiene —niega Thomas cerrando la puerta del apartamento de mi hermano, pero quedándose afuera bloqueando la entrada.

—Thomas —mis labios articulan su nombre sin emitir sonido alguno.

—No te preocupes, Olivia —dice Frederick completamente incómodo y confuso—. ¿Te parece bien desayunar juntos mañana? Yo te llamo.

—Me parece perfecto —le sonrío y él se acerca a mí para besar mi mejilla.

Thomas hace caer la planta en medio de mi cita y de mí haciendo así que éste se aparte.

Desastre De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora