31- Exilio

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Zhou Fei pensó que de acuerdo con su temperamento, debió haber salido corriendo, independientemente de estar desesperada al igual que estas personas; e incluso si hubiera terminado con su corta vida, habría estado satisfecha.

Pero no lo había hecho.

También sentía que podía llorar mucho. Después de todo, nadie le había enseñado que los adultos deberían permanecer enojados e indiferentes. Siempre lloraba cuando quería llorar y se reía cuando quería reír.

Sin embargo, no era el momento.

En un instante, quizás debido a algún poder mágico celestial, o tal vez por algo más, pero de repente se volvió maquinal.

Wu Chuchu no pudo aguantar el llanto. Zhou Fei la agarró fuertemente del cinturón y la levantó del suelo.

Se inclinó más cerca de la oreja de Wu Chuchu y susurró: "¿Quieres vengar a tu madre y a tu hermano?".

Wu Chuchu se cubrió la boca, contuvo desesperadamente sus sollozos incontrolables y se sonrojó; parecía estar a punto de desfallecer.

"Entonces no llores", dijo fríamente Zhou Fei, "Los muertos no pueden cobrar venganza".

Wu Chuchu cerró los ojos, se pellizcó las palmas de las manos con las uñas y toda ella se sacudió como una hoja.

El odio es como una llama fría que puede ser encendida por los órganos internos de una persona y quemar instantáneamente el espíritu pero, por un momento, Wu Chuchu de hecho dejó de llorar e incluso su respiración se hizo más suave.

Zhou Fei pensó con calma: "Para una agresión tan grande, la puerta de la ciudad debería haber sido cerrada. No tenemos caballos; incluso si logramos salir de la ciudad, sería muy sospechoso en este momento. No sé cuántas personas habrán venido. Quizá ya están en las salidas de la ciudad, acechando, como esperando que el conejo salga de la madriguera."

Todos en la ciudad estaban como pájaros agitados y ninguna de las puertas era opción. No sería fácil esconderse en la casa de alguien. Además, Zhou Fei se sentía como si la hubiera mordido una serpiente. Aunque no era alguien que sintiera miedo con facilidad, no podía creer lo que pasaba, en absoluto.

Zhou Fei pensó por un momento y agarró la muñeca de Wu Chuchu: "Ven conmigo".

Con la orden de los Beidou, los individuos vestidos de negro que habían entrado en la ciudad comenzaron a examinar los alrededores. Si ella fuera una persona común, no podría evadirlos. Zhou Fei sintió que no podía soportarlo; si no había más remedio, haría un ataque frontal. Eso era lo más probable.

No se apresuró. Entró en un pequeño callejón y abrió una cesta de mimbre que estaba a la puerta de una casa.

El dueño debía estar atravesando por una situación difícil, pues no había muchas cosas en la canasta. No fue ningún problema apretujar ahí a dos niñas que no ocupaban mucho espacio.

Zhou Fei atoró la tapa superior de la canasta de mimbre desde adentro. Cerró los ojos y contó su aliento en silencio varias veces. Acalló sus pensamientos sobre cualquier cosa y se aseguró de no dejarlos salir. Una vez enterrado todo, dijo en voz baja a Wu Chuchu: "Después de esto, pase lo que pase, no te asustes".

Wu Chuchu asintió vigorosamente.

Zhou Fei respiró hondo, pensó un momento y dijo: "Incluso si estoy sola, puedo enviarte sana y salva a las Cuarenta y Ocho Aldeas, créeme".

Le dijo esto a Wu Chuchu, pero también a sí misma; como si al decir y dar palabra de esta promesa pudiera obtener algo de fuerza de esa fuente: había personas que contaban con ella, otras vidas dependían de ella. Tenía que hacer todo lo posible para pensar de una manera como nunca antes había hecho y hacer cosas que normalmente no haría, por lo que ya no tenía tiempo para lidiar con el dolor y la ira adicionales.

Legend of Fei / Bandits- Autor: PRIESTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora