Legend of Fei / Bandits- Autor: PRIEST

68- Truco

Aunque Li Yan estaba bajo arresto domiciliario, su vida no era tan terrible como Zhou Fei temía. Estaba sentada en una silla con las piernas cruzadas, a veces medio colgando sobre el asiento, inquieta, y a veces apoyaba los dos pies en el suelo. Había té, maní, semillas de melón y castañas fritas colocadas en una pequeña mesa junto a ella. Ese pequeño prodigio apretaba las castañas una por una, las mordía y se comía las que eran dulces, y las que no, las dejaba a un lado. Que bien.

Estaba tan entretenida eligiendo mientras comía, que no se preocupó por pensar que estaba atrapada o en si podía correr de vuelta a su casa.

La gente que la encerró temía que entrara en pánico, así que le prepararon un libro popular, aunque no era muy elegante. Eso era algo nuevo. Lo había visto en las Cuarenta y Ocho Aldeas y, aunque el nivel era relativamente bajo, Li Yan todavía lo encontraba fascinante.

Pero en medio del libro de cuentos, había un punto de inflexión: sólo cuando un párrafo terminaba y pasaba las páginas, Li Yan ocasionalmente pensaba en su estado de cautiverio.

En ese momento, ella gritaba y lloriqueaba, diciendo cosas como "Déjenme ir, ¿tienen un líder? Si mi familia se entera, estarán en problemas". Luego, cuando veía que a nadie le importaba, dejaba de hacer cosas inútiles, se sumergía en el amor y el odio del libro, y se quedaba en su lugar a regañadientes.

Por la noche se mordisqueó la lengua y se cortó. Sus dientes eran algo afilados y la hicieron poner una mueca. Sintió que sus dos dientes frontales parecían estar muy alienados. Presionó la lengua contra el paladar y la sangre fluyó. Li Yan sintió dolor, por lo que se enojó y la mantuvo ahí.

Luego se levantó de un salto y movió las manos y los pies, respiró hondo y se preparó para gritar una maldición.

Justo cuando las palabras estaban a punto de salir, la puerta chirrió. Yang Jin, que llevaba una espada negra con alas de ganso, y Li Yan, se miraron el uno a otro por un momento.

Yang Jin preguntó fríamente: "¿Qué estás haciendo?"

"..." Li Yan se sorprendió por el aspecto frío de su hoja afilada, y los insultos que tenía en la punta de la lengua regresaron a su estómago. Estaba muy enojada por su propia incompetencia, así que se lanzó hacia el hombre en la puerta y gritó: "¡Me tienes aquí encerrada! ¡Y yo quiero comer duraznos!"

Yang Jin miró a Li Yan con una expresión en su rostro que decía: "No puedo creer esto".

Li Yan dio un suspiro y dijo enojada: "¿Sabes quién es mi tía? ¿Sabes quién es mi abuelo? Bastardo sin ley, atrévete a..."

Yang Jin la interrumpió y dijo: "¿Eres realmente la nieta de Nan Dao, Li Zheng?"

Li Yan quedó atónita y enmudeció. ¿Quién era ese individuo para pronunciar el nombre de Li Zheng? Después de todo, nadie solía soltar el nombre del antiguo líder de las Cuarenta y Ocho Aldeas con tanta libertad, por lo que la niña quedó estupefacta durante un rato. Luego puso los ojos en blanco y dijo: "Sí, ¿qué te parece? ¡Seguro estás asustado!"

Yang Jin parecía haber sido insultado y dijo: "¿Cómo puede Nan Dao tener descendientes como tú?"

La niña sacó a relucir la actitud descuidada y salvaje que solía tener en casa con sus hermanos y hermanas; estiró las manos y las colocó en su cintura, posando como si fuera una tetera con un mango delgado. Señalando a Yang Jin, dijo: "¿Y qué pasa con una nieta como yo? ¿Qué hay de bueno en un nieto como tú? ¡Y vaya nieto! ¡Seguro tu abuela ya no te quiere! Nuestra familia tiene dinero y no nos costaría nada quemar a un carbón malo como tú."

Yang Jin no pudo soportarlo más, los tendones azules de su frente se marcaban débilmente. Dio un paso al frente de forma repentina.

Al principio, Li Yan se movió nerviosamente mientras sujetaba un objeto con ambas manos y mantenía una postura preparada para atacar. Luego, en lo que tarda un parpadeo, consideró que no podía vencerlo, por lo que volvió a gritar. La silla en la que acababa de sentarse estaba volcada a un lado, así que se colocó detrás de la mesa.