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Por los callejones de las humildes calles de Seúl y sus alrededores se movía un chico de vestimenta demasiado

¿Su nombre? Jung Ho Seok.

Todos los días, sin falta, iba a visitar a su abuelita no vidente. En su mente, desde que era niño, siempre se prometió que saldría de aquella vida en la que fue criado. No tenía rencor hacia la única mujer a la que consideraba su madre, porque crio sola a un nieto que durante su primera infancia fue enfermizo y sin una profesión en la cual desempeñarse para ganar dinero. El que Ho Seok estuviera vivo era un milagro.

A temprana edad, quizás a los 17 si hacía memoria, se había unido al grupo criminal Red Swan. Todo comenzó como algo fortuito cuando estaba caminando de vuelta a su casa y se encontró con un chico muy golpeado. Lo ayudó, lo llevó a su casa y este resultó ser el hijo de un poderoso magnate, quien lideraba la agrupación de la cual ahora formaba parte. Por eso, cuando le propusieron trabajar allí, ni siquiera lo pensó. Era dinero fácil y su labor, por lo general, era golpear a idiotas que perdían todo su dinero en apuestas y entregaban a sus hijas como pago.

Ah, lo disfrutaba tanto.

Sin embargo, cuando el joven fue capaz de comprar su propia casa, su amada abuelita no quiso ir con él. Ho Seok lloró y rogó, pero ella se negó rotundamente. Decía que debía quedarse ahí y desaparecida hacía años. Que algún día volvería, le decía. Y por eso mismo, desde que Ho Seok era niño, la luz de la entrada de la casa permanecía encendida toda la noche, porque su abuelita decía que eso guiaría a su mamá de vuelta.

No pudo obligarla a irse. No tenía corazón para eso; aunque le doliera dejarla sola.

Los años pasaron y esa mañana, esa fría y lluviosa mañana, todos los recuerdos de su adolescencia lo golpearon como un balde de agua fría.

Kim Tae Hyung, su primer amor, venía caminando hacia él.

Aunque moría de ganas de abrazarlo y besarlo, el daño que le había hecho era demasiado, además, si alguien de su círculo cercano descubría su debilidad por los hombres, perdería el respeto de muchos y seguramente sería despedido. No, jamás estuvo dispuesto a sacrificar su sueño por simples sentimientos. Jamás.

Reconoció al policía que los ayudaba a encubrir muchos de sus casos, pero lo cierto era que ¿Geon Kook? No lo conocía a él.

Quizás por celos, o quizás por desconcierto, soltó una serie de comentarios desagradables. Seúl era tan grande, y tenía que topárselo justo ese día, justo en ese momento.

Años atrás, cuando estaba en la secundaria, él y Taehyung fueron compañeros de escuela. Lo que comenzó como dos chicos solitarios que iban a esconder su frustración entre los jardines del instituto, se convirtió en promesas, sentimientos, abrazos y besos que, según el menor de ambos, sabían a chocolate.

Ho Seok era popular, demasiado popular. Su amabilidad y buen trato hacia los demás lo transformó en alguien muy querido para todos, y por eso tenían que esconderse ¿qué pensarían todos si se sabía que el carismático chico que hacía suspirar a las féminas de su escuela y alrededores prefería a un chico? Como en la actualidad, su pensamiento siempre fue el mismo no puedo ser débil, no puedo tener defectos. El primero en su clase y el primero en el corazón de un joven Tae Hyung de 15 años.

Un día, mientras se dirigían sigilosamente hasta la bodega de deportes, dejaron que la pasión y el deseo les dominara. Ambos eran inexpertos, pero se amaban y no podían negarlo. En ese momento, en ese instante en que se hacían tan frágiles y compenetrados, Ho Seok decidió que les diría a todos, que Taehyung no tendría que esconderse, porque todos iban a entender si él se los explicaba ¿no?

Ayudó al menor a vestirse, le besó suavemente y salió de la bodega primero, para que nadie sospechara. Al menos ese era el plan.

Pero Tae Hyung pareció no comprender y fue corriendo tras de él. Lo abrazó por la espalda y se negó a soltarlo.

El sonido de un teléfono tomando una fotografía los sorprendió.

Fue justo en ese momento en el que todo se derrumbó en las vidas de ambos ¿a quién engañaba? Simplemente era la euforia del momento,

Jung Ho Seok no podía proteger a nadie más que a sí mismo.

Con rapidez, empujó al menor, deshaciéndose de su abrazo, localizando a las personas que los habían descubierto y acercándose a ellos.

—Ese pervertido acaba de confesar que le gusto. Manténganlo alejado de mí —pidió a los alumnos, asustado. Huyendo de su verdad.

Una triste verdad

Verdad que le hizo mucho daño a quien más amaba, inclusive más que a su abuela.

Verdad que hasta el día de hoy amenazaba con destruir todo lo que había construido y arrasarlo todo a su paso.

Este cap va dedicado a Valentina, por ser tan buena conmigo.

Por cierto, los personajes no aparecen porque sí, todos tienen una razón de ser. 

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