HOUSE OF CARDS

32

En Busan la noche estaba serena, la brisa marina recorría cada centímetro de la costa, incluyendo la habitación que Taehyung y Jungkook compartían.

Era más de medianoche y Jungkook acababa de tomar una ducha. Con su cuerpo empapado, al igual que hace tres horas, se cubrió con una bata y fue hasta el balcón. Con celular en mano, revisó el registro de llamadas qué vergüenza, se dijo, completamente abrumado ante el hecho de que había contestado a su mejor amigo mientras Taehyung y él comían ramen juntos. Ahora, sobrio del deseo que le había nublado la mente, pensó en las palabras que escuchó de parte de Namjoon. Si Red Swan estaba metido en el lío, nada bueno se acercaba. Le echó una mirada a la habitación desde fuera, las cortinas ondeando al ritmo del viento, mientras que Taehyung dormía, apacible e imperturbable. No pudo evitar soltar una sonrisa, obviamente el menor estaba cansado, y Jungkook también, pero aquella llamada le había preocupado ¿Por qué tenía que mantener a Taehyung lejos? Se relamió los labios, nervioso ¿Es que acaso no podían estar tranquilos? Ahora que habían sincerado sus sentimientos volvían los desgraciados asuntos con el enano maldito. Jungkook quería escapar, tomar la mano del menor y huir hacia alguna especie de lugar en el que nadie podría encontrarlos. Pero primero tenía que saber de qué estaban huyendo, de qué estaba protegiendo al detective. Intentó ponerse en cada escenario posible, pero nada vino a su mente. En el peor de los casos, tendría que ofrecerse de chaleco antibalas nuevamente, pensó.

*Comer ramen

Jerga coreana que se utiliza para referirse al acto sexual consensuado.

Se puso de pie, caminó hasta dentro y cerró el ventanal. Suponía que la habitación se había ventilado lo suficiente como para que el aroma del sexo ya no fuera notorio, además comenzaba a hacer frío y Taehyung podía resfriarse.

Se colocó un bóxer, dejó la bata colgada en el baño y se metió bajo las sábanas, abrazando al menor. En serio necesitaba dormir, pero su corazón estaba demasiado ansioso y su cerebro no quería apagarse ¿Por qué sus latidos daban brincos cada vez que estaba cerca del detective? Acarició el cuerpo del menor, quien soltó un jadeo bajito, volteándose hacia él.

—De nuevo no... —susurró—. Estoy cansado... tres es suficiente... —balbuceó entre sueños.

Jungkook no pudo evitar soltar una risita, ni siquiera había pensado en eso. Se limitó a envolver a Taehyung entre sus brazos, besar su frente y acurrucarse hasta que Morfeo decidiera que era el tiempo de dormir.

A la mañana siguiente, Taehyung se despertó con el habitual y reconfortante aroma del café envolviéndolo todo. Se desperezó, haciendo el amago de sentarse, pero en cuanto lo intentó, una terrible punzada hizo que soltara un alarido. Antes de poder notarlo, Jungkook estaba junto a él, muerto de preocupación. Echó la cabeza hacia atrás, molesto. Odiaba que lo trataran como a una damisela en peligro. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que intimó con alguien, que se olvidó de cuánto dolía al día siguiente, más si el chico con el que te habías acostado era fuerte y tenía un tamaño considerable. En el momento, no fueron cosas que llamaran su atención, porque se había quedado atontado en el sentimiento que terminó por llevarlos a ceder ante el deseo, y lo entendía. Había llegado al punto de mostrarse débil y vulnerable bajo las acciones de otro ser humano, y también le había dicho que lo amaba, porque era cierto, Kim Tae Hyung amaba a Jeon Jung Kook y esa era la verdad más absoluta de la que podía estar seguro ahora.

—¿Estás bien? —el mayor estaba de rodillas en el suelo, apegado a su lado de la cama. Taehyung asintió con suavidad.

—Sí, estoy bien, tampoco soy tan frágil. Ambos somos policías ¿Recuerdas? Es sólo que... nos propasamos un poco anoche. Me duele todo el cuerpo y siento como si me faltara el coxis —hizo una mueca—. Es por eso que no podemos hacerlo más de una vez ¿entiendes? No soy bueno soportando el dolor.