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—Jungkook —dijo Namjoon, aprovechando que estaban lejos de Taehyung, quien probablemente ya estaba medio adormecido a causa de los medicamentos que le había inyectado—. Apenas veas un comportamiento extraño, debes traerlo. Ambos sabemos que su cuerpo es especial y no hace falta ser muy inteligente para entender que desconocemos qué tanto puede llegar a afectarle lo que ocurrió. El cuerpo de Kim Taehyung es un completo misterio para mí, por lo tanto, no puedo ayudarte más que esto —. Le dio unos suaves apretones en los brazos, animando a su amigo.

Jungkook dirigió su mirada hacia Taehyung, quien estaba dormido, cubierto con la chaqueta que él mismo le había dejado para que no pasara frío. Sus ojos denotaban tristeza, porque Jungkook lo sabía, claro que lo hacía, su amigo no tenía por qué recordárselo. Aquel simple hecho para la ciencia era una tortura constante para el menor y un dolor en el pecho para el oficial, porque cada vez que tenían que recordarlo, ambos sufrían. Taehyung porque lo vivió; Jungkook porque lo amaba.


La tarde pasó con rapidez. Taehyung aún dormía, sólo que ahora en su cama. Jungkook, apoyado en el barandal del balcón de la habitación del menor, lo observaba desde fuera. A través de las cortinas, las cuales se mecían al suave ritmo de la fría brisa invernal, Jungkook podía reafirmar, una y otra vez, que estaba enamorado de la persona correcta. Había dejado el cigarrillo hacía un tiempo, seis meses para ser precisos, pero la situación completa ameritaba calmar sus nervios con un poco de nicotina. Procuró hacer que el humo del cigarrillo no entrara en la habitación, pero soltó una sonrisa cuando notó que no era así. Taehyung estaba arrugando la nariz mientras se despertaba de un terrible humor.

—Apaga esa mierda...—dijo, con la voz más ronca de lo normal, debido a que recién despertaba—. No pienso volver a besarte si sigues con ese vicio — Taehyung le sentenció.

Jungkook se encogió de hombros, apagó el cigarrillo y lo metió en un vaso con agua.

—Sus deseos son órdenes —se acercó a él, aún con una sonrisa dibujada en su rostro.

—Ah, vas a dejarme ciego si sigues siendo así de seductor, brillas demasiado —bromeó el menor de ambos—. Y debo admitir que te veías jodidamente sexy con ese cigarrillo en la boca.

—¿Ah sí? —alzó una ceja— ¿Quieres saber con qué más me veo sexy? —levantó ambas cejas dos veces y Taehyung no pudo evitar comenzar a reír, haciendo una mueca al sentir las punzadas en su herida reciente—. Oh, lo siento.

Taehyung, con torpeza y esfuerzo, logró sentarse en la cama. Jungkook le ayudó a acomodar las almohadas para que tuviera una mejor posición, entonces soltó un resoplido.

—¿Todo bien?

—Todo bien —el menor de ambos asintió—. Estuve pensando un poco. Ese lugar no pertenecía a Red Swan. Ellos suelen utilizar armas de fuego, sin embargo, los tipos de hoy sólo portaban armas blancas —Taehyung tomó su celular y revisó información que mantenía en su poder—. ¿Crees que sea una trampa? Además, Yoongi tampoco parecía conocerlos, y ambos sabemos que él está metido en toda esta basura. Agh, estoy molesto... ahora tengo una cicatriz sobre mi cicatriz —hizo un puchero, uno que Jungkook nunca había visto en él, y le pareció adorable.

Pasaron el resto de la tarde hablando sobre sus teorías.


Al día siguiente, ambos policías se encontraban nuevamente en la estación. Estaban tan cerca de conseguir nuevos testimonios y pistas, que no se quedarían esperando a que las cosas pasaran por sí solas. Por suerte, era el día libre del cabo Min, por lo que la pareja de policías estaría trabajando en un dueto, como en los viejos tiempos.

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