Anthea.
A la mañana siguiente desperté de muy buen humor. Un buen humor que se esfumó tan pronto como Rick nos avisó que ya era hora de partir. Sinceramente, ya me estaba cansando de tener que estarnos moviendo de un lugar a otro cada poco tiempo. Era necesario encontrar un lugar fijo para vivir pronto, por la pequeña Judith, por todos nosotros.
Nuestras posibilidades de sobrevivir en la intemperie eran mínimas, a comparación de lo que sería si viviéramos en un lugar al que llamásemos hogar.
No me quejaba del buen trabajo que Rick ejercía como líder de nuestro grupo, de las buenas decisiones que había tomado por nosotros. Sin embargo, creía que él podría hacerlo mejor... O al menos intentarlo.
-Trata de no quedarte demasiado atrás, cariño -me dijo Maggie con una sonrisa.
-Lo sé, lo sé. Eso intento... -le respondí jadeando-. Pero caminar durante tanto tiempo seguido, con el agua para beber limitada, nunca es divertido.
Maggie rió bajito, negando con la cabeza.
-Terminarás por acostumbrarte, como todos nosotros.
Jeremy disminuyó la velocidad de sus pasos, hasta quedar a la par mía.
- ¿Lista para caminar por un piso de concreto? -preguntó-. Bob dice que estamos cerca de salir por fin del área boscosa.
-Eso es música para mis oídos, señor Hills -respondí con fingida voz gangosa, a lo que ambos reímos.
- ¡Ayuda! ¡Alguien, ayuda!
Todos nos miramos con un signo de interrogación pegado en la frente, esos gritos no provenían de ninguno de nosotros. Pero aún así sonaban muy cerca.
-Tenemos que ir -dije preocupada-. ¡Ahora! ¡Vamos!
Comencé a correr, guiándome por el sonido de los gritos. Detrás mío escuchaba como me pedían que me detuviera, diciendo mi nombre en voz alta. Atravesé varios árboles con velocidad, hasta que di con el hombre que pedía ser rescatado.
Se trataba de un hombre adulto, delgado, tez oscura y cabeza afeitada. Vestía indumentaria eclesiástica negra, sin duda era un sacerdote. Estaba arriba de una gran roca, luchando por librarse del agarre de cuatro caminantes, quienes intentaban jalarlo hacia ellos.
- ¡Auxilio! ¡Ayúdenme!
Tomé del cuello a un caminante y le clavé mi afilado cuchillo en la frente. Retiré el cuchillo, salpicando de sangre descompuesta mi suéter color lila en el proceso.
Otro de los caminantes me vio y se abalanzó sobre mí, provocando que perdiera el equilibrio y cayera al suelo de espaldas. Mi cuchillo, con la caída, salió volando por los aires, dejándome desarmada ante el hambriento muerto viviente.
Con mis brazos sujetaba al caminante por los hombros, tratando con todas mis fuerzas de apartarlo de mi rostro, a dónde se dirigían especialmente los mordiscos. Si intentaba siquiera tomar el arma de mi bolsillo, que esa misma mañana Rick me había entregado, el caminante lograría obtener un trozo de mi carne.
En mi mente me recordaba una y otra vez lo estúpida que había sido al pretender ser algo que no era: una heroína.
Justo cuando creí que mi inevitable fin sería ese, una bala traspasó la cabeza del caminante, el cual se desplomó sobre mi pecho al instante, sofocándome. Los otros dos restantes cayeron después, uno con una flecha enterrada en medio de sus dos cejas, y el otro sin su cabeza, víctima de la poderosa hacha de Rick.
ESTÁS LEYENDO
THE LOST BOY ― CARL GRIMES
Fanfic❝ Las cosas no son como eran antes. Ahora ni siquiera me reconozco, nadie lo hace. Yo ya no pertenezco a un mundo seguro. Mírame a los ojos, ¿puedes verlo? Ya no me queda nada, ya no. A veces siento que morí hace mucho tiempo. No soy lo que tú crees...