Anthea.
Nuestra primera noche dentro de la seguridad que nos ofrecían los muros de Alexandria llegó. Rick siempre estaba siendo precavido, por lo que demandó que todo el grupo durmiese en la misma casa. Eran medidas un tanto extremas, a mi parecer, pero confiábamos ciegamente en el señor Grimes y su sexto sentido.
Glenn y Maggie ocuparían la habitación principal. Nadie se opuso, puesto que era comprensible que la pareja deseara pasar tiempo a solas. La habitación restante la ocuparía Carol, ofreciéndose a cuidar a Judith en ella, por si las dudas.
Cada uno ayudó a colocar sus respectivas mantas en el suelo, dispersadas por la sala y cocina de la enorme casa. Yo había escogido previamente mi espacio para descansar, junto a una de las ventanas. Me gustaba la vista que daba desde ese lugar, podía ver los enormes árboles del bosque desde ahí.
Y el chico del sombrero marrón insistió hasta el cansancio en que debía dormir junto a mí, con la excusa de que él había escogido primero ese lugar. Accedí después de un rato, rindiéndome ante la mirada de cachorrito abandonado que, sin darse cuenta, ponía de vez en cuando. Además de que seguramente lo haría de todas formas, importándole muy poco lo que yo decidiera.
Cuando todos estábamos listos para irnos a dormir, el sonido de alguien llamando a la puerta nos alarmó. Rick se apresuró a abrirla con cautela, revelándonos la figura de la encargada del lugar, Deanna.
Lo primero que dejó salir de sus labios fue un suspiro de asombro, al mirar el rostro afeitado del señor Grimes. Me causó gracia porque yo había hecho lo mismo. Parecía como si al haberse quitado la barba también se hubiese quitado varios años de encima. La mujer después miró por sobre el hombro de Rick, dándose cuenta de nuestra presencia.
—Disculpa la interrupción —dijo—, solamente quería pasar a ver cómo se estaban acomodando.
Rick se apartó casi a regañadientes de la puerta para que la mujer pudiese pasar.
—Cielos, están quedándose juntos... Muy inteligente.
—Nadie dijo que estaba prohibido —la incomodidad de Rick se podía notar a kilómetros de distancia. Estaba muy claro el hecho de que no le agradaba aquella mujer, y vete a saber el por qué.
—Dijiste que eran una familia —continuó Deanna, mirándonos de vez en cuando, lo cual me ponía un poco nerviosa—. Es increíble para mí que individuos con historias completamente diferentes y sin nada en común puedan formar una familia. ¿No te parece?
Después de varios segundos de tensión, al parecer las posturas de ambos se relajaron y Deanna comenzó a repartir los trabajos que cada uno haría. Una vez finalizada la charla, salió de la casa, no sin antes animarnos a descansar como nunca antes lo habíamos hecho.
El primero en caer en los brazos de Morfeo fue Eugene. Podía alcanzar a escuchar sus ronquidos desde mi posición. Uno a uno fueron quedándose dormidos, a excepción de Rick, Daryl y Michonne, que salieron al patio de la casa seguramente para hacer guardia; y Carl y yo.
De pronto sentí sus manos posarse en mis caderas y su cálida respiración sobre mi cuello, sobresaltándome. Casi grité, pero luego recordé que los demás estaban dormidos y me contuve. Estaba acostada de espaldas a él, por lo que no podía ver su rostro y averiguar qué tramaba.
Fruncí el ceño y aparté sus manos de ahí con un pequeño golpe. Pero claro, eso no era suficiente para él. Lo siguiente que escuché fue una risita coqueta de su parte, y con un rápido movimiento mi espalda había chocado contra su torso y ahora sus brazos rodeaban mi cintura.
Chillé en protesta, queriéndome zafar de su inoportuno agarre. Sentía que las mejillas me escocían. ¿Y si alguien se daba cuenta? ¿Qué les estaríamos dando a entender? Dios, ¡qué vergüenza!
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THE LOST BOY ― CARL GRIMES
Fanfic❝ Las cosas no son como eran antes. Ahora ni siquiera me reconozco, nadie lo hace. Yo ya no pertenezco a un mundo seguro. Mírame a los ojos, ¿puedes verlo? Ya no me queda nada, ya no. A veces siento que morí hace mucho tiempo. No soy lo que tú crees...