08✧.* what if i kiss him?

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Anthea.



La brisa fresca del otoño recorrió mi espalda, provocándome escalofríos en todo el cuerpo. La fina tela de mi camisa ya no era suficiente para resguardarme del clima, pronto necesitaría más de una prenda abrigadora. Y gracias a eso, no pude continuar durmiendo.

Me vi obligada a frotar las palmas de mis manos entre sí, buscando aunque fuese un poco de calor, mientras observaba con detenimiento el lugar en el que me encontraba. Al parecer, seguía estando a mitad de la carretera, dentro del vehículo abandonado.

Imágenes de la noche anterior se comenzaron a desarrollar dentro de mi cabeza, como si de una película de horror se tratase. Tragué saliva al revivir aquellos momentos de pánico. Quise gritar con todas mis fuerzas y ahogarme en mi propio llanto... Pero no lo hice. En lugar de eso, decidí contemplar a la persona que dormía en el extremo opuesto al que yo me encontraba.

El pecho de Carl subía y bajaba acompasadamente, mantenía sus labios cerezas entreabiertos. Lucía tan tranquilo e indefenso, que casi olvido que fui testigo de cómo mataba a sangre fría frente a mis ojos. ¿Cómo es que alguien tan parecido a un ángel, puede cometer actos tan propios de un cruel demonio?

-Ugh, ¿qué se supone que estás haciendo?

Su voz, ligeramente enronquecida por el sueño, me sobresaltó. Lo miré a los ojos con las mejillas ardiendo.

- ¿Y-yo? ¡Nada, n-nada! -contesté en un patético estado nervioso. Carl se incorporó del asiento, de tal manera que la distancia entre nosotros ya no era mucha.

-Ah, vale. Pensé que me mirabas mientras dormía... Supongo que sólo fue mi imaginación -dijo con un tono demasiado sarcástico para mi gusto. Después sonrió con picardía, y juro que sentí el palpitar de mi corazón más fúrico que nunca.

Pronto su semblante se tornó serio. Parecía que quería decirme algo, pero de sus labios no salía ni una sola palabra. Carraspeó su garganta y agachó la mirada, su largo flequillo me impedía mirarle el rostro.

- ¿Cómo estás? -lo escuché murmurar-. Quiero decir, luego de, tu sabes...

- ¿Luego de que un asqueroso sujeto intentara abusar de mí? -Carl apretó ambos puños, pero asintió-. Estoy bien... Ese hombre no logró lo que quería, y nunca lo hará.

-Si tuviera la oportunidad de matar a ese bastardo de nuevo, lo haría sin pensarlo dos veces.

Algo dentro de mi estómago se revolvió. Carl no estaba bromeando, en absoluto. Su mirada se había ensombrecido, el odio emanaba de sus gemas azules.

Tomé una de sus manos entre las mías, sin eliminar el contacto visual que manteníamos.

-Eres mejor que eso, Carl. No dejes que el odio te convierta en algo que no eres.



Retomamos el camino por las vías del tren hacia Terminus, cada vez estábamos más cerca de llegar. Tenía mis dudas respecto al lugar, de hecho. ¿Y si ya había caído? ¿Y si en realidad nunca existió? ¿Y si todo era una trampa? Pero por otra parte también sentía una enorme curiosidad. ¿Cómo sería la gente de ese lugar? ¿Cuál sería su sistema?

El único sonido que se lograba escuchar era el de las suelas de nuestros zapatos al pisar las hojas secas que caían de los grandes árboles. Todos nos encontrábamos sumidos en nuestros propios pensamientos. Rick lideraba la marcha, como siempre. Después estaba Michonne, este nuevo hombre (al parecer no tan ''nuevo'' para mis acompañantes), Daryl. Y por último, Carl y yo.

La mochila con mis pertenencias pesaba en mi espalda. Aunque no podía quejarme, yo era la que menos peso cargaba.

Los adultos frente a nosotros comenzaron a disminuir la velocidad de su andar, hasta parar. El hombre de la ballesta, Daryl, intercambió algunas palabras con nuestro líder.

-A este paso, estaremos ahí antes de la puesta de sol -dijo.

-Ahora pasaremos a través del bosque. No sabemos quiénes son -le respondió Rick.



Nos escabullimos por el bosque, y tal como lo predijo Daryl, llegamos pronto a Terminus.

La vieja terminal estaba rodeada de cercas altas y lo suficientemente resistentes como para impedir el paso a los caminantes. Nos acercamos un poco más, hasta percatarnos de los varios vagones de tren acomodados en distintas direcciones por el gran patio, que supuse, era el trasero.

-Nos separaremos, ¿de acuerdo? Observamos un rato, veremos qué hay, y nos preparamos para entrar. Nos mantendremos cerca -demandó Rick. Luego él y Daryl se marcharon por caminos distintos.

-No vayan muy lejos, chicos. Manténganse alerta -nos dijo Michonne con mirada severa, y se fue por dónde había ido el sujeto de la ballesta.

Cuando mis pies estuvieron listos para comenzar a caminar hacia cualquier dirección, una mano suave y cálida sostuvo mi brazo, deteniéndome.

-Tu vienes conmigo, rubia.

Giré sobre mis talones y me encontré con su mirada fría e inexpresiva. La decepción invadió mi ser, Carl comenzaba a ser el mismo idiota de siempre. ¿El día de mañana cómo se comportaría? ¿Alegre, tierno, hijo de puta o...? Debía estar ya familiarizada con sus cambios repentinos de humor, pero no. Un extraño miedo se había instalado en mi subconsciente: miedo de hacer o decir algo que terminara por joder lo poco que teníamos construido en nuestra ¿relación como compañeros de grupo? Porque ni siquiera éramos ''amigos''.

-No me llames así, tengo un nombre -rodeé los ojos.

-No me interesa.

- ¡Imbéc...!

La palma de su mano viajó hasta mi boca para ahogar mis blasfemias y, en un abrir y cerrar de ojos, me tenía aprisionada contra el tronco de un árbol. Intenté empujarlo lejos, pero sus manos sujetaron las mías con firmeza en su pecho.

-Guarda silencio. No querrás que los caminantes o la gente de Terminus nos descubra... -alzó una ceja, una sonrisa burlona dibujada en su rostro. Como él era unos centímetros más alto que yo, tuvo que inclinarse para llegar a mi oído-. ¿O sí?

Sentía como su aliento impactaba en mi cuello, al mismo tiempo que sentía un leve cosquilleo dentro de mi estómago. Carl se alejó con extrema lentitud de mi oído, pero seguía manteniéndome acorralada.

Mi respiración comenzó a entrecortarse cuando me percaté de que el chico con el sombrero de sheriff se volvía a inclinar, pero ahora con un rumbo distinto. El ojiazul tenía la vista fija en mis labios.

- ¿Q-qué estás... e-estás haciendo, Carl?

Era poca la distancia que nos separaba, el martilleo en mi pecho se volvía más insistente conforme se acercaba. Entreabrió sus labios carmín para apenas pronunciar: -No lo sé.

Quizás él no lo sabía, pero yo sí. Carl iba a besarme... Por dios, él iba a hacerlo... ¡Y en los labios!

Cerró sus ojos y, antes de que el espacio entre nosotros desapareciera, el gruñido de un caminante se escuchó detrás de Carl.

Aparté al chico con un movimiento veloz y saqué un cuchillo del bolsillo trasero de mi pantalón. Empujé al caminante y éste cayó al suelo, me arrodillé junto a él y le clavé mi arma en medio de sus cejas. Al instante, el cuerpo mal-oliente dejó de intentar arrancarme la piel de un mordisco.

- ¡Maldición! -lo escuché vociferar a mis espaldas.

Me levanté del suelo con las mejillas ardiendo y comencé a caminar lejos de Carl.

-Debemos volver con Rick -dije. No podía ni mirarlo a los ojos luego de lo que estuvo por pasar, estaba que me moría de la vergüenza. Si no hubiese llegado el estúpido caminante...

¿Lo hubiera besado?

THE LOST BOY ― CARL GRIMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora