19✧.* horde

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Carl.



El funeral culminó con un emotivo discurso por parte del padre Gabriel. Sasha derramaba algunas lágrimas recargada sobre el hombro de su hermano Tyreese, el cual palmeaba su espalda de vez en cuando. El cuerpo de Bob había sido enterrado en el patio trasero de la iglesia, justo bajo un viejo árbol.

Murmuré una disculpa hacia los dos hermanos y comencé a retirarme a largas y rápidas zancadas, pues tenía que ayudar a Daryl con la cremación de los demás cuerpos.

Glenn había insistido en que hiciéramos un funeral más "digno" para Gareth y sus hombres, como sepultarlos también, pero mi padre se negó.

Llegué pronto con el cazador, quien me saludó con un ligero movimiento de cabeza en cuanto me vio. Le devolví el gesto y arrastré al primer hombre que vi en el suelo, hasta tirarlo dentro de un pozo que el cazador ya había cavado.

-No es necesario que hagas esto, chico -gruñó el hombre, lazando a la única mujer que había en el grupo de Gareth, al pozo.

Entorné los ojos y cogí al tercer cuerpo. Se trataba del mismísimo Gareth, o lo por lo menos lo que quedaba de él.

-Lo sé -contesté serio.

Daryl se cruzó de brazos y me miró sin expresión alguna en su rostro, como siempre.

- ¿Entonces qué haces aquí? -preguntó molesto.

Lo ignoré y empujé los restos de Gareth junto a sus colegas, siendo consciente de que aún Daryl me observaba expectante. Al cabo de un rato, bufó y siguió con lo suyo.

Por mí, podría dejar los cuerpos apilados afuera de la iglesia, esperando a que se desintegraran a causa de la inevitable descomposición o en dado caso, si había por ahí algún caminante deseoso de carne putrefacta, sería trabajo de ellos deshacerse de los cuerpos. Un caníbal comiéndose a otro caníbal.

Pero eso sería tan poco humano de mi parte. Y yo lo que quería era cambiar. Ser mejor persona, mejor hijo y mejor hermano. Quería merecer la ayuda que Anthea me ofrecía, poner todo el esfuerzo de mi parte para llegar a ser lo que algún día fui.

Así que ahí estaba, tirando un trozo de madera con fuego a los cuerpos sin vida de los que fueron nuestros enemigos, los bastardos que nos hicieron vivir el infierno mismo.

Escuchaba claramente el chisporroteo de los cuerpos siendo consumidos por las llamas, y por un momento me imaginé a mí mismo dentro de ese pozo, gritando en medio de la agonía, viendo como la piel se desprendía de mi cuerpo hasta convertirme en cenizas.

Pestañeé un par de veces y negué con la cabeza, como si eso me ayudara a esfumar aquellas visiones. Pero era en vano, cerraba mis ojos con fuerza y podía seguirme viendo ahí dentro. Y la también la veía a ella.

Respiré profundo y retrocedí varios pasos, hasta que ya no pude ver más el fuego. Tragué saliva y me derrumbé en el suelo, cayendo sobre mis rodillas.

- ¿Carl? -me llamó Daryl con preocupación, lo sentí correr hacia mí.

Mis ojos estaban fijos en el suelo, estaba teniendo "esos" pensamientos de nuevo.

Recordé cuando me sucedían ese tipo de cosas en la granja de Hershel. La única persona que siempre estuvo ahí para ayudarme era ella y solo ella.

Esa pequeña sabía exactamente como hacer que las voces dentro de mi cabeza dejaran de susurrarme cosas escalofriantes, hacía que desaparecieran por un tiempo y pararan de molestarme.

THE LOST BOY ― CARL GRIMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora