18✧.* the lost boy

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Anthea.


No podía dormir. Cada vez que cerraba mis ojos, veía a Gareth colapsando en el suelo, gracias a la mortal herida en su cabeza causada por Carl. Lo que seguía después era un inmenso mar rojo inundando los suelos de la iglesia. Intentaba con todas mis fuerzas olvidarme de lo sucedido, pero no lo lograba.

El rostro de Carl salpicado de sangre humana, el machete arremetiendo contra el cuerpo del hombre ya sin vida... Nunca lo superaría.

Lo más impactante de todo era que Carl ni siquiera parecía estar arrepentido, no había ni una sola pizca de culpabilidad en él. Era como si eso hubiese sido completamente normal, como si matar personas de esa forma no significara nada en absoluto.

Pero muy en el fondo, lo comprendía.

Él solamente intentaba protegernos, no existía otra alternativa. Y como había dicho Sasha antes de asesinar a aquel hombre al que retenía, esos pudimos haber sido nosotros.

Me rendí al tratar de conciliar el sueño, así que me levanté de la incómoda banca sin hacer el más mínimo ruido, ya que los demás permanecían estar plácidamente dormidos, y salí de la iglesia con sigilo.

—Después de todo lo que ha visto, todo lo que ha hecho... Él ha cambiado mucho. Él tuvo que hacerlo, adaptarse. Es la única manera que tiene de sobrevivir —escuché cuando me recargué sobre los barandales de las escaleras situadas frente a la puerta de la iglesia.

Sabía que no era bueno husmear en las conversaciones ajenas, pero algo me decía que aquella charla que Rick mantenía con Michonne me incumbía.

Pensé que sería mejor permanecer en silencio. Así que me mantuve quieta y hasta contuve la respiración, ambos adultos parecían no haberse dado cuenta de mi presencia.

—Cuando llegamos a la prisión —continuó Rick después de una larga pausa—, pensé que estar ahí, dentro de las cercas, estar seguros... Lo haría volver a ser como era antes. Yo esperaba que... No lo sé, supongo que esperaba que todo se diluyera. El dolor que ha vivido, los horrores que ha presenciado... Esperaba ver esa chispa en sus ojos nuevamente, esa esperanza.

Michonne asintió levemente. El hombre de la prominente barba suspiró.

—Pero en lugar de eso, las cosas sólo han empeorado. El Carl que yo conocía se ha ido. He perdido a mi hijo.



En la mañana que desperté, observé al chico del sombrero marrón marcharse de la iglesia sin mirar atrás ni avisar. Recogí mis cuchillos y mi arma de fuego, y los guardé en los bolsillos traseros de mi pantalón.

Había decido seguirlo, la fuerte conversación que alcancé a escuchar la noche anterior, agregando los sucesos atroces también de la otra noche, me dieron la razón perfecta para poder hablar con él.

Tara se acercó a mí para entablar plática conmigo, pero le hice una seña con las manos indicándole que podíamos hablar más tarde. Ella asintió con una mueca de confusión en el rostro, pero no dijo nada más. Esquivé a Maggie y a Jeremy, corriendo lo más rápido que podía para alcanzar al castaño.

Salí de la iglesia y divisé al ojiazul adentrándose en el bosque. Esperé a que se alejara un poco más, luego comencé a caminar detrás de él, siguiéndole de cerca. Evitaba a toda costa el pisar las ramas, lo que menos quería era que me notara.

Él se detuvo frente a un arroyo, yo me escondí detrás del tronco de un enorme árbol. Se quitó la camiseta y comenzó a lavarla, me sentí como una pervertida espiándolo mientras él se encontraba prácticamente semidesnudo.

THE LOST BOY ― CARL GRIMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora