20✧.* the same as before

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Anthea.


Todos sabíamos que la iglesia no nos duraría por mucho tiempo, pero aún así no podía evitar sentirme fatal por haberla perdido. Y al parecer no era la única, el padre Gabriel tenía la mirada perdida y los ojos humedecidos. Debía ser muy difícil para él dejar atrás lo que antes fue su hogar.

Por otro lado, estaba también muy enojada conmigo misma. Es decir, ¿por qué reaccioné de esa forma con Carl? Seguramente él estaba pensando que era la más grande estúpida y patética chica de todo el apocalipsis.

Él tuvo la razón en molestarse, yo ya debía de saber que nunca me sacaba nada bueno cuando le hacía preguntas acerca de su pasado. Aunque eso no eliminaba el hecho de que me haya herido fuertemente por cómo me trató.

Ahora era cuando me preguntaba si realmente él cambiaría su forma de ser, o si el chico del sombrero marrón alguna vez me dejaría escarbar en su pasado.

Ni siquiera la música country que provenía de la radio del autobús lograba regresarme a mi estado de ánimo habitual.

Judith se removió un poco entre mis brazos, anunciando que estaba a nada de despertar de su pequeña siesta vespertina. Escuché como Rosita hablaba sobre cortarle el cabello a Abraham, también podría cortárselo a Rick y a Daryl, a ellos les hacía mucha más falta.

—Eugene —fue Tara quien lo llamó.

Decidí dejar de pensar en mis problemas un rato, para prestar atención a lo que me rodeaba. Giré mi cabeza hacia la ventana, encontrándome con un hermoso paisaje. Los frondosos árboles pasaban velozmente a mi lado, también podía ver a una numerosa parvada de pájaros silvestres volar sobre lo alto de las copas.

— ¿Cuánto tiempo llevará después de que llegues a esa terminal y hagas lo que tienes que hacer? —continuó la chica de cabello negro, dirigiéndose al científico, supuse.

Me alejé de la ventana cuando pasamos junto a una horda de caminantes y me adentré en el rumbo que comenzaba a seguir la conversación.

—Dependiendo del número de factores incluyendo la densidad de los infectados alrededor de los sitios objetivos en todo el mundo —contestó él, con su típica voz robotizada y aburrida.

—Espera, ¿sitios objetivos? —preguntó Glenn—. ¿Estás hablando de misiles?

Fruncí el ceño sin entender nada.

Eugene tragó saliva y evitó la atenta mirada del asiático: —Eso es clasificado —se limitó a responder.

Después de eso, Glenn comenzó a bombardearlo con más preguntas, ignorando por completo lo que significaba la palabra "clasificado".

Alcancé a oír a mis espaldas un pequeño bufido de exasperación, seguido de una maldición. Sabía de quién se trataba, pero preferí no voltear. No estaba preparada para verle la cara aún.

La pequeña Judith balbuceó un par de palabras, que fui incapaz de entender, y luego comenzó a reír. Era una bebé hermosa, sin duda alguna. Y se parecía mucho a su hermano mayor, físicamente, claro está. Porque la pequeña patea traseros no me gritaba o me escondía cosas, y mucho menos huía de mi ayuda.

—Eres un estúpido, Carl Grimes —susurré para mí misma.

De un momento a otro, un estallido sonó y el autobús se sacudió violentamente, comenzando a ir en zigzag. Abraham gruñó e intentó estabilizar nuestro único transporte. La adrenalina y el miedo corrieron por mis venas mientras veía como íbamos a dar contra un vehículo varado a mitad de la carretera.

THE LOST BOY ― CARL GRIMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora