04✧.* i'd be fine if you died

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Carl.



Sus rubias cejas se arquearon y sus ojos se abrieron como dos grandes platos, indicando que lo que le había dicho le había tomado por sorpresa. Bufé a la vez que me cruzaba de brazos.

- ¿Cuántos caminantes has matado?

A la chica pareció divertirle aquella pregunta, ya que sonrió con los labios apretados y ahogó una risotada. Mi ceño se frunció como por milésima vez. Había pasado sólo unos cuantos minutos con ella y me había hecho repetir esa acción bastantes veces.

Ella notó que a mí no me hacía la más mínima gracia, así que dejó de sonreír abruptamente.

-Perdí la cuenta hace mucho tiempo, Carl. ¿Qué acaso no lo has hecho tú? -el brillo de sus ojos se esfumó, el ambiente se tornó tenso.

Y la verdad era que yo también había perdido la cuenta hace mucho, muchísimo tiempo.

Asentí con la cabeza y miré hacia los enormes árboles que nos rodeaban. Después de haber perdido de vista a todos aquellos caminantes, todo en el bosque se volvió absoluto silencio. Y me agradaba eso. Me hacía olvidarme de toda la miseria por la que los que estábamos vivos, pasábamos a duras penas. Siendo sinceros, ya me estaba olvidando de los tiempos felices. Ahora sentía que sólo era una máquina de matar más. Alguien que no vivía, sólo luchaba para continuar respirando.

- ¿Y a cuántas personas has matado? -me obligué a salir de mis pensamientos y volví mi vista hacia la chica.

Mi mirada era pesada para ella, lo sabía por la forma en la que movía su pie en el suelo y evitaba que nuestros ojos se encontraran. Y luego de unos segundos que me parecieron eternos, su voz hizo eco en mis oídos.

-Solo a una...

Parpadeó un par de veces y la escuché carraspear su garganta.

- ¿Por qué? -pregunté, estudiando cada movimiento que hacía por más mínimo que fuese.

Anthea bajó la mirada, su melena rubia creando una cortina que me impedía observar su pálido rostro. Suspiró, alzó su mirada verdosa y volvió a hablar con voz débil, casi inaudible.

-Porque ella, mi madre, me lo suplicó.

Su respuesta me cayó como balde de agua fría en pleno invierno.

''Carl. Hijo, no quiero que te asustes. ¿De acuerdo? Esto es lo que quiero, es lo correcto. Ahora tú cuida de tu padre por mí, ¿quieres?, y a tu hermanito o hermanita. Cuídalos. Estarás bien. Vas a vencer este mundo, sé que lo harás. Eres inteligente, eres fuerte y eres muy valiente... Y te amo.

Tienes que hacer lo correcto, bebé. Prométeme que siempre harás lo correcto. Es fácil hacer lo contrario en este mundo... Así que, si te parece incorrecto, no lo hagas, ¿está bien? Si te parece fácil, no lo hagas. No dejes que el mundo te arruine. Eres muy bueno... Siempre serás mi niño, lo mejor que hice. ¡Te amo! ¡Te amo, mi dulce, dulce niño! Te amo.''

Apreté mis puños con potencia, haciendo que los nudillos se pusieran tan blancos como una hoja de papel. Cuando me percaté de eso, suavicé el agarre. Tomé una bocanada generosa de aire y controlé mis enormes deseos de gritar y dejar que todas las lágrimas que llevaba retenidas por mucho tiempo salieran a flote.

-Está bien. Eso es todo, andando -mi voz sonó tan ácida como quería que fuese.

Ella permaneció en silencio, su mirada estaba perdida en algún punto del bosque. Comencé a caminar sin emitir palabra alguna, con Anthea a mi izquierda, respetando mi burbuja de espacio personal.

THE LOST BOY ― CARL GRIMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora