25✧.* the distance

2.2K 163 109
                                    

Anthea



Solté un suspiro de cansancio al aire. Entendía a la perfección lo que llevaba a Rick a actuar de aquella forma, pero no estaba de acuerdo con el hecho de que recurriera a la violencia... O al menos no tan pronto. Es decir, Aaron intentaba hacer las cosas civilizadamente, jamás intentó pasarse de listo. Y ahora estaba en el suelo, inconsciente y atado a uno de los palos de madera que sostenían el techo del granero.

Rick me ordenó que revisara la mochila del hombre, después asignó la tarea de vigilar el perímetro a otras personas. Me sorprendió escuchar a Michonne diciéndole que estaba actuando paranoicamente, incluso Maggie también argumentó sobre la situación. Por su puesto, nuestro líder las ignoró por completo.

Vacié el contenido de la mochila sobre una mesa improvisada situada al fondo del lugar. Papel higiénico, un encendedor, algunas latas de comida... Nada en especial. Abrí uno de los bolsillos internos de la mochila e introduje mi mano, mis dedos hicieron contacto con algo frío y duro al instante. ¿Un lanza-bengalas?

— ¿Rick? —lo llamé.

Él observó el objeto color naranja entre mis manos y sonrió en mi dirección. Le entregué el lanza-bengalas y Rick lo examinó más de cerca.

—Buen trabajo, Anthea —dijo—. Ahora, ¿podrías ayudarle a Maggie? Yo me encargaré de lo demás.

Asentí y me dirigí hacia dónde estaba la castaña. Ella estaba arrodillada junto al hombre inconsciente, limpiando la herida en su rostro.

—Hey, déjamelo a mí —le quité sutilmente el pañuelo húmedo entre sus manos. Maggie alzó la vista de su labor y me sonrió.

—Vale, gracias —se levantó del suelo, dejándome libre su lugar, el cual tomé rápidamente—. Creo que seré de más ayuda allá afuera —movió su mano en forma de despedida y se marchó.

Comencé a pasar el pañuelo con suavidad por su rostro, deshaciéndome de todo rastro de sangre y suciedad. La verdad es que me daba mucha pena su estado.

¿Y si lo que decía era cierto? Quizás podríamos vivir en un lugar mucho mejor, aislados de toda esta mierda. Extrañaba dormir en una verdadera cama, sin miedo a que alguien o algo nos asechara. Ya me estaba cansando de luchar y correr cada cinco minutos, de abandonar cada lugar que pisábamos con frecuencia.

Y ahí estaba otra vez, la esperanza floreciendo desde lo más profundo de mi corazón. Negué con la cabeza, tenía que dejar de soñar o eso terminaría por matarme.

Aaron comenzó a quejarse mientras que abría los ojos con lentitud.

—Qué buen golpe, Rick —murmuró débilmente.

Mi trabajo allí había terminado, por lo que me puse de pie y caminé hacia la salida. Era mejor dejar a los adultos a solas. Además de que no quería ver cómo Rick molía al hombre a golpes. Me estremecí de solamente pensarlo.

Mi vista se posó en un pequeño tronco a unos cuantos pasos de mí, parecía lo suficientemente cómodo como para tomar asiento. Y así lo hice. Me dediqué a mirar con nostalgia el desastre que la tormenta de ayer había ocasionado.

Tomé uno de los tantos cuchillos que llevaba siempre conmigo, tenía que afilar todos y cada uno de ellos. Decidí que ese era el momento adecuado para hacerlo, además así podría matar un poco el tiempo.

— ¿Qué piensas de todo esto, Ann? —Jeremy apareció junto a mí. Llevaba un arma en su mano derecha, su mirada viajaba atenta por todo nuestro alrededor. De vez en cuando nuestros ojos se encontraban por instantes.

THE LOST BOY ― CARL GRIMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora