Capítulo 11.
Natalia: ¿Por qué estabas hablando con la señorita Sullivan?
Luis Granados no escuchó la pregunta de su hija. Estaba ensimismado en sus propios pensamientos desde que Miriam Sullivan le había dicho que era viuda… Bueno no le había dicho eso exactamente… Sólo que el papá de su hijo Antonio había fallecido…
”Una mujer tan hermosa tiene que tener novio o tinieblo o pareja de algún tipo… No creo que esté sola… Aunque ella dijo que su hijo necesitaba un papá… pero no que ella necesitara un marido… quizás es que ya tiene pareja pero ese hombre desalmado no quiere ocuparse del niño…” Sacudió la cabeza con fuerza al darse cuenta de todos los castillos que estaba construyendo en el aire… ¡Por favor! Estaba haciendo recriminaciones al supuesto novio de la profesora de su hija que no sabía siquiera si existía… ¿Es que había enloquecido de repente?
Una cosa estaba clara, esa mujer lo perturbaba… y mucho… A él jamás le había pasado algo así… Nunca había sido enamoradizo. Sólo se había enamorado una vez en su vida: de la que fuera su esposa, la mamá de Natalia, y aunque se sintió atraído por ella nada más conocerla, en su relación predominó siempre la suavidad, la lentitud, la dulzura… Si tuviese que definir su matrimonio lo haría así, como una unión dulce y tierna… Había amor entre ellos, también había ternura y mucha comprensión… Esta intensa inquietud que sentía al pensar que la profesora de su hija, a quien había visto en sólo dos ocasiones, pudiese tener novio, no la había sentido nunca y no sabía cómo manejarla…
”Lo que a usted le pasa es que hace mucho tiempo que no ha estado con una mujer… y por eso está tan… tan… Luis Granados, reconócelo tan… excitado… es que es verla y arderme la sangre… Pero lo curioso es que sólo me pasa con ella… Si fuera un simple problema de “necesidad sexual” me pasaría con cualquier mujer atractiva… Y no es el caso… ¿Qué es lo que tiene esta mujer?”
Natalia: ¡¡¡PAPÁAAAA!!! ¿NO ME ESTÁS ESCUCHANDO?
Luis: ¿Me decías algo Natalia?
Natalia: ¿¿¿Qué SI TE DECÍA ALGO??? Llevo más de diez minutos preguntándote insistentemente por qué estabas hablando con la señorita Sullivan y tú pareces estar en las nubes…
Luis: Lo… lo siento… hija… no me di cuenta…
Natalia: ¡YA LO VEO! Pero, ¿qué te pasa? –De repente preocupada- ¿Estás enfermo? ¿Te sientes bien?
Luis: Sí… estoy bien…
Bien excitado…” -Se dijo a sí mismo abochornado- ”Qué vergüenza, delante de mi propia hija… Menos mal que es sólo una niña y no creo que se dé cuenta…” -Respirando hondo para intentar calmarse- ”A ver, Granados, piensa en algo que te relaje…¡NOOOO! ¡En las piernas de la señorita Sullivan no…! Mejor piensa en el cumpleaños de Natalia… En la sorpresa que se va a llevar… Y en que vas a volver a ver a la señorita Sullivan… porque ella traerá a su hijo a tu casa… ¡Ella va a venir a tu casa! ¡Podrías enseñarle tu habitación..! ¡Esto es el colmo, Luis…! ¡Otra vez se te ha ido la olla pensando en la señorita Sullivan…? ¡Si sigues así te vas a volver loco…! PAPÁAAAAAAAAAAAAAAAA”
El grito de Natalia interrumpió de golpe sus pensamientos y le hizo volver a la realidad.
Natalia: ¡Papá, me estás empezando a preocupar! ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan distraído? ¿Es que no oyes bien? –La niña estaba casi con lágrimas en los ojos de la preocupación.
Luis: -Prestando por fin toda su atención a su hija- Lo siento, Natalia… Te prometo que no volverá a pasar… Es que estoy un poco… preocupado por cuestiones… del trabajo…
No le gustaba mentirle a la niña, pero en este caso se trataba de una mentirita piadosa… De ningún modo podía decirle a su hija de 8 años que su tutora escolar lo excitaba sexualmente y no podía quitársela de la cabeza.
Luis: Te vas a encontrar con una sorpresa en la casa…
Natalia: ¿Una sorpresa? ¿De qué se trata?
Luis: A Betty le han regalado algo que te va a gustar…
Natalia: ¿Algo que me va a gustar? Pero… si es de Betty…
Luis: Sí, es de Betty, pero tú también podrás… disfrutar del regalo…
Natalia: ¿Ah, sí? ¿Entonces es algo de comer? ¡Ya lo sé! ¡Son bombones! ¡Me encantan los bombones…! ¿Me dejarás que coma unos cuantos? No me va a dar dolor de barriga… Te lo prometo…
Luis: Ja ja ja ja… No son bombones… y no es nada comestible… No creo que a Betty le hiciera mucha gracia que te lo comieras… Ja ja ja ja…
El resto del camino Natalia lo pasó intentando adivinar, sin éxito, cuál podría ser esa sorpresa. Al llegar a la casa, bajó corriendo del carro y se fue directamente a la entrada del apartamento donde se alojaba Betty.
Natalia: ¡BEEEEETYYYYYY, BEEEEETYYYYY!
A Natalia por supuesto le encantó el perrito que Armando le había regalado a Betty. Tras muchas deliberaciones convinieron en llamarle “Mandi”. Fue idea de la niña al saber que la persona que se lo había regalado a Betty se llamaba Armando. Betty no pudo evitar sonrojarse ante la mirada burlona de Luis, pero en el fondo a ella también le hacía mucha gracia la idea de que el perro se llamara como su jefe. (Gracias muchachas por vuestra inestimable colaboración en la búsqueda de un nombre para el perrito. ¡Me lo habéis puesto bien difícil a la hora de decidir con tan buenas y variadas ideas que me habéis dado!)
Era ya bastante tarde cuando por fin Natalia se durmió en el sofá de puro agotamiento con Mandi en los brazos y su padre se dispuso a llevarla en los suyos hasta la cama. Betty, que se había hecho cargo del somnoliento cachorro, también se levantó para irse a su apartamento.
Betty: Será mejor que yo también me vaya a dormir.
Luis: Espera un momentico, Betty. Quería hablar algo contigo.
Pocos minutos más tarde Luis regresa a la sala y le pregunta a la muchacha:
Luis: ¿Te provoca una copa?
Betty: No, gracias…
Luis: ¿Te importa si me sirvo un whisky?
Betty se sorprendió porque era la primera vez que veía tomar trago al papá de Natalia, pero por supuesto no puso ninguna objeción.
Betty: ¿Cómo crees? Toma lo que te provoque…
Luis: Te extrañará que tome trago a estas horas…
Betty: No te había visto hacerlo nunca… pero supongo que no quieres dar mal ejemplo a la niña…
Luis: En parte es así, pero lo cierto es que soy muy poco bebedor… En cambio hoy lo necesito…
Betty: ¿Cómo así? ¿Te ocurre algo?
Luis Granados duda si contarle a Betty lo que le sucedía con la maestra de Natalia. A pesar de que le iría muy bien desahogarse con alguien, no cree que la muchacha sea la persona más indicada para explicarle algo así. ¿Qué le va a decir? ¿Acaso que la maestra de su hija lo pone “cachondo”…? Eso sería muy inapropiado… Claro que podría decírselo de un modo más… delicado… Indeciso respecto a confesar sus emociones más íntimas, recuerda que tiene que hablarle del cumpleaños sorpresa de su hija. Betty puede ser de gran ayuda en la organización de la fiesta.
Luis: He pensado organizarle una fiesta sorpresa a Natalia por su cumpleaños. Esta tarde fui a hablar con su tutora…
Betty: -Mirándolo extrañada- ¿Esa maestra que ella no soporta?
Luis: -Enrojeciendo a su pesar- Sí, esa misma… Su… hijo se encargará de avisar a las niñas que son más amigas de Natalia…
Betty: ¿Y ese niño está también invitado? Porque a Natalia no le cae muy bien…
Luis: -Bastante incómodo al tener que hablar de la maestra y su hijo- Pues… sí, he tenido que invitarlo… no podía dejarlo al margen después de lo que está colaborando…
Betty: No sé si es una buena idea… recuerda que se trata de que tenga una sorpresa “agradable”…
Luis: ¿Tú crees que se disguste porque invite al hijo de su tutora?
Betty: No lo sé, Luis… No estoy segura… A veces me da la impresión de que ese niño le gusta más de lo que es capaz de reconocerse a sí misma…
”¡Vaya! Otra como yo… ¿Qué poder de atracción tienen los miembros de la familia Sullivan para los de la familia Granados? ¿Será mutua esa atracción? En el caso de Tony se nota que le cae muy bien Natalia… Enseguida se ofreció a colaborar para la fiesta sorpresa… Pero la mamá… ¿sentirá Miriam Sullivan una atracción tan intensa por mí como siento yo por ella…? ¡No seas iluso, Luis Granados! No has provocado nada en esa mujer… Ella se ha limitado a atenderte porque es su obligación como tutora de Natalia…”
Ese pensamiento le provocó un dolor en el pecho y su rostro se contrajo reflejando su sufrimiento. Betty notó el cambio de su expresión y le preguntó preocupada:
Betty: Luis, ¿te ocurre algo? ¿Te sientes bien?
Luis: Sí… sí… -pero enseguida rectifica- No, Betty, lo cierto es que me siento muy mal…
Betty: -Extremadamente preocupada- ¿Qué te ocurre Luis? ¿Estás enfermo?
Luis: No, no estoy enfermo… Pero estoy… muy mal…
Betty: No… no entiendo…
Luis: Es por la profesora de Natalia…
Betty: ¿Has discutido con ella? ¿Tiene problemas la niña?
Luis: No… no se trata de nada de eso… es que yo… yo… ¡No sé cómo explicártelo…!
Betty lo mira preocupada y le dice con determinación.
Betty: Pues empieza por el principio…
Luis: Creo que es mejor dejarlo…
Betty: ¡Ni se te ocurra, Luis Granados! Me vas a decir qué es lo que sucede y vas a contar conmigo para resolver ese… problema…
Betty no tiene ni idea de cuál es la naturaleza del problema, pero está segura de que quiere ayudar a esa familia, que con tanto afecto la ha acogido, en todo lo que pueda. Durante unos segundos que parecen eternos, ninguno de los dos pronuncia palabra. Ella porque está esperando que él le explique y él porque no sabe cómo empezar a explicarle. Al final Luis se decide a hablar pero sus palabras suenan balbucientes.
Luis: Es… es… la tutora de Natalia…
Betty: Sí, de eso ya me he enterado, pero ¿qué pasa con ella?
Luis: Me… me… perturba…
Betty no entiende de qué le está hablando Luis Granados y se limita a abrir los ojos con perplejidad y a repetir lo que él ha dicho.
Betty: Te… te… perturba…
Luis Granados ha enrojecido completamente y se le ve muy turbado. Betty no sabe cómo interpretar esa conducta y decide preguntarle
Betty: ¿Qué quieres decir con que… te perturba? ¿Ha hecho algo que te preocupe? ¿Crees que es una mala influencia para Natalia?
Luis: No… no tiene nada que ver con Natalia… soy… soy yo… Es que… ¡Betty es mejor dejarlo…! Yo… me siento muy… avergonzado…
Betty: -Empezando a entender por donde van los tiros- Tú… ¿te sientes atraído por ella?
Luis: Sí… algo así… pero de un modo… exagerado… No me había pasado nunca nada parecido…
Betty: ¡Entiendo!
Luis: -Perplejo ante la seguridad con la que Betty había pronunciado esa palabra- ¿De verdad lo entiendes?
Betty: Sí, lo entiendo perfectamente porque a mí me pasa lo mismo con… con una… persona…
Luis: -Sin dudarlo ni un instante- Con Armando Mendoza, ¿cierto?
Ahora es Betty la que enrojece y suspira profundamente antes de contestar con una pregunta.
Betty: ¿Tanto se nota?
Luis: A los dos se les nota mucho… Él está loco por ti… ¿lo sabes, verdad?
Betty: ¡NOOOO! –Sonrojándose más al haberse dejado llevar por sus impulsos- Lo siento… Quiero decir que por parte de él todo es pura… comedia… O quizás sea mejor decir… tragedia… al menos para mí… Es una historia muy larga… quizás algún día me anime a contarte…
Luis: ¿Es por él que viniste a Palm Beach? ¿Buscabas un… alejamiento?
Betty: -Suspirando- Sí… pero ya ves que de poco me ha servido porque sigue… pendiente de mí… acosándome…
Luis: Betty, dime una cosa… cuando hablas de acoso… te refieres a…
Betty: -Sin dejarle terminar pero sabiendo lo que él le quería decir- NOOOO, es sólo que yo preferiría no saber nada de él… Intentar olvidarlo… Pero eso no es posible si me manda mensajes a diario y se presenta en Palm Beach de incógnito para hacerme fotos y enviarme regalos…
Betty está a punto de echarse a llorar. Lo curioso del caso es que esa conversación había empezado porque Luis tenía un “problema” con la tutora y había derivado en el “problemón” de ella con don Armando.
Luis: Betty… si tú estás enamorada de él deberías luchar por estabilizar esa relación… Yo estoy convencido de que él también siente por ti… Nunca había visto a un hombre más pendiente de alguien como él lo está de ti… ¡Hasta me advirtió que ni se me ocurriera fijarme en ti! –acaba confesando con una sonrisa.
Betty: -Arqueando las cejas sorprendida- ¿Eso te dijo?
Por un instante se ha ilusionado con las palabras de Luis, pero inmediatamente recuerda que el origen de toda su tragedia fue que don Armando creyó que ella tenía una relación con Nicolás y le entró miedo de que entre los dos planearan quedarse con la empresa. ”Seguro que ahora teme que Luis y yo nos ennoviemos y los dos nos quedemos con Ecomoda… Claro que él conoce a Luis Granados desde hace tiempo y sabe que no es capaz de una acción así… ¿Será verdad que sus celos no son “financieros”?
Luis: Sí, Betty… Te repito que si tú lo amas debes escucharle… debes darle otra oportunidad… Yo… no sé qué pasó entre ustedes… No sé cuánto daño te hizo… pero si sé que todos podemos cometer errores y hay que saber perdonar…
Betty: -Sorprendida ante la seguridad con la que Granados cree que pueden arreglarse los “problemas” existentes entre ellos- Yo lo perdonaría si supiera que está realmente arrepentido… El problema es que temo que estamos en la segunda parte de la misma comedia… Él no está enamorado de mí… Nadie puede enamorarse de alguien como yo…
Luis Granados la mira con una mezcla de curiosidad y sorpresa. No entiende por qué ella cree algo así.
Luis: No digas eso, Betty. Tú eres una muchacha encantadora… Inteligente… dulce… bonita… Estoy seguro de que muchos hombres se enamorarían de ti a poco que te conocieran…
Betty: Tú me aprecias, Luis, y por eso ves esas cualidades en mí… Puedo aceptar lo de inteligente… y hasta lo de dulce oj oj oj oj, aunque según mi mamá soy tan terca como todos los Pinzón… Pero lo de bonita sí que no me lo creo… Mírame bien, Luis… Soy horrible… A lo largo de toda mi vida se han reído de mí por mi fealdad… Y eso no ha cambiado…
Luis: -Dándose cuenta de que la autoestima de Betty está por los suelos debido a experiencias pasadas negativas- Betty, cuando te miro veo a una muchacha joven, vital, de ojos preciosos y cuerpo esbelto… ¿Acaso no te diste cuenta de cómo te miraban el sábado en la playa? Es cierto que cuando llegaste acá te vestías muy… raro… como si tuvieses 40 años más de los que en realidad tienes, pero desde que Natalia se ocupa de tu vestuario…
Betty: Oj oj oj oj… qué paradójico, que una niña de 8 años sepa más de moda y estética que yo… oj oj oj oj…
Betty se siente bastante incómoda hablando de sí misma y de su “relación” con don Armando, así que intenta volver al origen de la conversación: los problemas de Luis con la tutora de su hija, que tenían tan inquieto a su amigo.
Betty: Luis… Cuéntame lo que te sucede con la tutora de Natalia… ¿Te has enamorado de ella?
Esa pregunta deja a Luis Granados impactado. No, él no puede haberse enamorado de una persona a la que ha visto dos veces en su vida. Es puro deseo sexual… nada más… No puede ser nada más…
Luis: No… no creo… no se trata de… de eso…
La romántica y en el fondo bastante inocente Betty no puede entender entonces de qué se trata… A ella lo que le pasó con don Armando es que se enamoró de él en el mismo momento en que la había defendido de los nada sutiles comentarios peyorativos de doña Marcela al compararla físicamente con Patricia Fernández.
Betty: No entiendo, entonces, Luis… Lo mío sí fue amor a primera vista… el problema es que me enamoré de un imposible… de una persona equivocada… -confiesa con sinceridad aunque un poco cohibida.
Luis: Yo… no creo que en mi caso sea amor… es… otro tipo de atracción más… física… no sé si me entiendes…
Betty: -Un poco azorada- Sí… creo que… puedo entenderte… Y… ¿qué piensas hacer?
Luis: Ese es el problema, que no lo sé… Quisiera… quisiera… conocerla mejor… pero no sé cómo hacerlo… Hoy fui a la escuela porque no pude resistir el impulso… necesitaba verla… pero cuando la tuve delante no sabía que decirle… al final se me ocurrió lo de la sorpresa de cumpleaños… fue pura improvisación… sin embargo ahora creo que ha sido una buena idea porque a Natalia seguro que le gustará y además ella tendrá que venir a recoger a su hijo… Tú entiendes…
Betty: Pero… ¿no sería mejor que hablaras con esa profesora con total franqueza?, ¿Qué le dijeras lo que te pasa?
Luis: Betty, ¿qué pensarías de un hombre al que has visto en dos ocasiones y que te dice que se siente atraído por ti?
Betty: -Asintiendo con la cabeza- Pues… con mi experiencia… no le daría mucha credibilidad… tengo que reconocerlo…
Luis: ¿Lo ves?
Betty: Pero no puedes continuar de ese modo… estás mal…
Luis: Ahora me siento mejor después de haber hablado contigo… Gracias por escucharme… -Enlazando las manos de Betty con las suyas y mirándola con ternura a los ojos- Algún día me tienes que contar que fue eso tan grave que hizo el jefe para que lo tengas proscrito y le hagas sufrir de ese modo…
Betty: Te aseguro que “el jefe”, como tú le llamas, se merece que lo “proscriban” y no me creo que esté sufriendo tanto… Sabe hacer comedia como el que más…
Luis: No te digo que no sepa, pero en este caso creo que está siendo sincero… Llámalo intuición masculina, pero el tono celoso con el que me habló no se puede fingir tan fácilmente…
Betty: ¡Ummmmm! Vamos a dejarlo así… -Mirando el reloj- Será mejor que me vaya a dormir que mañana hay que trabajar… Buenas noches, Luis.
Luis: Buenas noches, Betty. Y gracias por escucharme.
Al día siguiente Betty tenía como siempre un e-mail personal de Armando en su bandeja de entrada de correo electrónico. Hizo una mueca con los labios antes de abrirlo. Se moriría antes de reconocerlo, pero lo cierto es que estaba deseando leer el nuevo mensaje privado de su jefe. El de esa mañana decía así:
”Mi amor,
Esta noche he vuelto a soñar contigo. ¿Cómo no si tengo tu imagen en todas partes? He llenado mi oficina con tus fotos y he puesto una de ellas, en la que tienes la mirada soñadora, como fondo de pantalla de mi computadora portátil… ¡Estás tan linda, princesa!
¿Ya le has puesto nombre al cachorro? Me lo he imaginado en tu regazo, recibiendo tus dulces caricias, y por un momento he sentido celos de él… ¿Llegará el día en que pueda sentarme en tu regazo, esconder mi cara en tu pecho y que tú me regales tus caricias? Imagino tus dedos perdiéndose en mi pelo y me estremezco de placer… ¡Ah! Y estaré encantado de que tú también te sientes en mis rodillas y prodigarte todas las caricias que desees… Mis manos están impacientes por llenarse con la calidez de tu piel…
Contéstame, ¿sí? Aunque sólo sea un breve mensaje, pero que yo sepa que has leído mis palabras… que no me ignoras totalmente…
Te amo.
Armando.”
Minutos más tarde, Armando Mendoza recibía un mensaje en su bandeja de entrada. Se estremeció de placer al leer el encabezamiento:
”De: Beatriz Pinzón
A: Armando Mendoza.”
El contenido del mensaje era muy escueto y no estaba firmado, pero el simple hecho de haber sido enviado abría una luz de esperanza en su vida, no obstante después de leerlo se quedó perplejo ya que decía así:
”Se llama Mandi”Creado por:Cata
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Las cartas sobre la mesa
FanfictionNO ES MÍA LA HISTORIA!!! :) Betty encuentra la carta siniestra de Mario Calderón. ¿Qué hará Betty? ¿Betty se irá? ¿Le dirá a Armando que ella lo sabe todo? Esto y muchas cosas más lo averiguaremos Historia creada por: Cata:)