Capítulo 15.
Luis Granados no se había sentido tan confuso en toda su vida. Nunca pensó que Miriam Sullivan se quedara embarazada. Al fin y al cabo ellos casi siempre se habían cuidado…
” Casi siempre, Luis. ¿Acaso no te acuerdas del día del cumpleaños de la niña…? Pero… no es habitual… por una sola vez… Nos costó varios meses engendrar a Natalia… Y ahora que no lo buscamos… Claro que algunas mujeres se quedan embarazadas con más facilidad que otras… ¿O acaso es que era un día propicio…?”
Durante varios minutos no supo qué decir. No es que no quisiera ese hijo o esa hija… Es que esa ”situación” le daba un giro de 180 grados a su vida. En otras palabras, la noticia le había dejado perplejo y le costaba reaccionar.
Miriam interpretó su silencio erróneamente. Al fin y al cabo él parecía reaccionar como cualquier otro hombre: rehuyendo el compromiso. Eso mismo le había pasado a dos amigas suyas siendo muy jóvenes. Pero ella no pensaba amilanarse. Tendría a su hijo o a su hija y se bastaría sola para educarlo.
Por un instante pensó en Tony y se estremeció. ¿Aceptaría el niño ese hermano o hermana? Tenía que hablar con él. Seguro que lo entendería si se lo explicaba convenientemente…
Viendo que Luis permanecía en silencio y como en shock, lo miró con altivez y le dijo muy seria:
Miriam: No tienes de qué preocuparte. Si te lo he comunicado es porque evidentemente tú eres el padre y me pareció que era lo correcto, pero no pienso pedirte nada. Ni siquiera que lo reconozcas… Puedes seguir tu vida como antes de conocerme…
Los ojos de Luis se abrieron como platos ante las palabras de ella y el tono altivo de su voz. ¿Por qué le trataba de ese modo? Quiso defenderse pero las palabras no salieron de su boca.
Luis: Pe… pero…
Ella estaba dolida, decepcionada y también enfadada, pero en vez de manifestarlo, le habló con condescendencia. Por nada en el mundo se iba a humillar ante él.
Miriam: ¡Tranquilo, hombre! Parece que se te haya hundido el mundo… No es culpa tuya. Tú me advertiste aquel día que no tenías nada para cuidarte y yo acepté continuar… Simplemente ahora asumo las consecuencias de mis actos… -sonriendo por primera vez- Bien pensado, siempre me quedé con las ganas de tener otro hijo… Ahora tengo esa oportunidad…
Y casi sin darse cuenta se tocó el plano vientre con las dos manos y puso una mirada soñadora. Luis intentó decir algo.
Luis: Miriam, yo…
Miriam: -Interrumpiéndole- ¡Que no te preocupes…! –Volviendo a interpretar mal su turbación- ¡Ah, y tampoco te voy a pedir dinero para mantenerlo! Afortunadamente puedo hacerlo yo sola… La escuela no es problema y ya me ocuparé de guardar un fondo para que pueda ir a la universidad.
Luis: ¿A la universidad?
A Luis Granados le costaba visualizar a su hijo, aún no nacido, en la universidad y en vez de ponerse a hablar con Miriam de las cosas realmente importantes, esa pregunta innecesaria le había surgido de un modo espontáneo.
Miriam: -Volviendo al tono altivo- Por supuesto. No te creas que porque no tenga padre mi hijo menor no va a ir a la universidad…
Luis: -Aturdido- Sí, claro que va a ir a la universidad… Pero… ¿no nos estamos precipitando? Aún falta mucho tiempo para eso…
Miriam: Ya lo sé, pero tú sabes lo que cuesta pagar una carrera… No lo digo porque quiera que contribuyas en nada… -Aclaró con dignidad- Es sólo que tengo que hacer previsiones para su futuro
Daba la impresión de que en ese instante lo más trascendental era garantizar los futuros estudios del bebé aún no nacido. Cuando Luis se dio cuenta de lo absurdo de su conversación, no pudo evitar echarse a reír a carcajadas. La risa tuvo la virtud de relajarle.
Luis: Ja, ja, ja, ja…
Miriam: -Confusa por la reacción de él- ¿Qué es lo que te parece tan gracioso?
Por fin Luis Granados había recuperado la capacidad de reacción. Con una amplia sonrisa se acercó a ella, la miró con ternura y le dijo con suavidad.
Luis: Miriam, ¿no crees que deberíamos hablar antes del futuro más inmediato?
Miriam: -sin sonreír- El futuro ”más inmediato” está muy claro… Voy a tener ese hijo y lo voy a criar yo sola…
Luis: ¿Y si yo no estoy de acuerdo?
Miriam: Pues no te va a quedar otra que aceptarlo… Ya sé que también es tu hijo, pero no pienso deshacerme de él…
Luis: Me parece muy bien… Pero creo que te has precipitado al sacar conclusiones… -Tomando su barbilla entre sus manos y mirándola a los ojos- Como muy bien has dicho, también es mi hijo y no pienso desentenderme…
Miriam: -Rehuyendo su mirada y bastante sorprendida- ¡Ah! Pues… está bien… no voy a negártelo… no te preocupes…
Luis: Miriam, no me preocupo, pero creo que debemos aclarar la situación entre nosotros…
Miriam: ¿Tú crees? Para mí está muy clara… Tuvimos un “affaire”, yo me quedé embarazada por una “imprudencia” en la que participamos los dos, voy a tener ese niño y tú podrás visitarlo cuando quieras, aunque no te vamos a pedir nada… -Mirándolo retadora- ¿Algún problema?
Luis: Pues sí… Tengo varios problemas… El primero es que quiero asumir mi responsabilidad como padre… El segundo es que no pienso renunciar a ti… -Y añade con preocupación- El tercero es que no sé cómo van a reaccionar nuestros hijos cuando sepan que nos vamos a casar…
Por unos segundos fue ella la que se quedó desconcertada y con expresión de perplejidad, pero enseguida recuperó el dominio de sí misma y le contestó en un tono poco amable:
Miriam: ¿Nos vamos a casar? ¡Ni lo sueñes, Luis Granados! No pienso casarme contigo porque me haya quedado embarazada…
Luis: Miriam, el embarazo lo único que ha hecho es precipitar las cosas… Yo estaba buscando el momento propicio para pedirte que nos casáramos…
Ahora sí que se había quedado completamente estupefacta, con los ojos como platos y la boca abierta.
Miriam: ¿De verdad quieres casarte conmigo?
Luis: -Sonriente- Sí…
Miriam: -Aún con desconfianza- ¿Estás seguro? ¿No lo haces por el bebé?
Luis: No, Miriam… Es cierto que me he avanzado a pedírtelo por el bebé… que como has podido darte cuenta –le sonríe como disculpándose- me ha pillado por sorpresa, pero…
Miriam: -Interrumpiéndole- ¿Se te olvidó lo que hicimos el día del cumpleaños de Natalia?
Ella le había hablado en un tono de reproche, pero él le contestó con picardía.
Luis: No, para nada se me ha olvidado… Es la locura más grande que he hecho en mi vida… Pero no me arrepiento…
Miriam: -Volviéndole a interrumpir- ¿No te arrepientes? Pues… lo que hiciste –hace un pausa, lo mira muy seria y rectifica- lo que ”hicimos” ese día va a condicionar el resto de nuestras vidas…
Luis: ¿Y no es maravilloso?
La estaba mirando de un modo que ella se ruborizó, pero por primera vez desde que había empezado esa conversación se sintió feliz y pensó que después de todo las cosas podrían salir bien… Es cierto que todo había sido muy precipitado entre ellos, pero sabía que a su lado ella y el niño estarían seguros…
”¿Desde cuando te ha importado a ti eso, Miriam Sullivan? Tú te bastas y te sobras para criar a tus dos hijos… No es por eso que te sientes feliz… Él te atrae físicamente… y de un modo tan intenso… Eso no te había pasado ni siquiera con el papá de Tony… Es una atracción irresistible… Pero… ¿es sólo física?”
A pesar de su turbación le miró a los ojos y lo que leyó en ellos le gustó. Hasta ese día, y casi desde que se conocieron, entre ellos dos había habido pasión. Se deseaban físicamente y la atracción era mutua… No podían estar juntos dos minutos que no pensaran en hacer el amor como dos locos… Y era sensacional… Pero en ese instante no había pasión ni deseo en los ojos de él. Más bien ternura y… ¿amor? ¿Acaso Luis Granados la amaba?
Miriam: -Con suavidad- Luis… yo no sé qué decirte… Los dos nos sentimos muy atraídos… eso es evidente… pero ¿crees que únicamente la atracción física es una base sólida para un matrimonio?
Luis: -Un poco molesto- Habla por ti, Miriam Sullivan… Mis sentimientos por ti no se limitan a una simple atracción sexual… Aunque tengo que reconocer que dicha atracción existe y es muy fuerte… Antes te he dicho, y me parece que no me creíste, que pensaba pedirte que nos casáramos aunque no estuvieras embarazada… Yo… tengo que confesarte algo…
Sorprendentemente ella se había quedado callada y se limitaba a escucharle con atención. No sabía a donde quería ir a parar él, pero pensaba enterarse. Él estaba nervioso y su voz sonó temblorosa cuando dijo:
Luis: Me tienes loco… No puedo pensar en otra cosa que no seas tú a lo largo de todo el día… En el trabajo cuento los minutos que faltan para volver a vernos… Cuando te veo sólo quiero que estemos a solas para estrecharte entre mis brazos y hacer el amor…
Él quiso abrazarla pero ella sutilmente se separó y le contestó con un tono ligeramente irónico.
Miriam: Perdona, pero eso que me has descrito se llama ”atracción sexual.” No me explicas nada nuevo… Entre nosotros ”existe eso” … pero… ¿cuánto va a durar? ¿Qué pasará cuando yo esté tan gorda con el embarazo que no podamos hacer el amor…? ¿O cuando nazca el bebé…?
Él buscó su mirada de nuevo y le dijo:
Luis: Miriam… no es sólo sexo… yo… estoy enamorado de ti… y mi mayor ilusión es compartir el resto de mi vida contigo… Formar una familia… Tienes razón, no te lo habría pedido tan pronto de no ser por el bebé… pero dentro de un par de meses lo habría hecho igualmente… -Sin poder ocultar su preocupación- ¿Qué me dices? ¿Quieres casarte conmigo? ¿Quieres ser mi mujer?
La estaba mirando a los ojos y ella comprendió que lo que ese hombre le estaba diciendo era la pura verdad. Primero esbozó una tímida sonrisa a la que él correspondió. Luego, con lentitud se fue acercando más a él para acabar arrojándose en sus brazos y abrazándolo, al tiempo que le decía casi en un susurro.
Miriam: Yo creo… creo que también estoy enamorada de ti… y… Sí, quiero casarme contigo…
Las caricias y los besos fueron tiernos al principio, pero poco a poco se fueron volviendo apasionados, y acabaron, como tantas veces, dando rienda suelta a su pasión en el sofá del salón.
Cada vez estaba más preocupada. Armando llevaba tres días sin comunicarse con ella. Al principio pensó que a él le había pasado algo grave, pero si hubiese sido así, Luis Granados lo sabría y se lo habría dicho. Claro que Luis últimamente estaba tan absorbido por sus propios asuntos que no era capaz de centrar su atención en nada más.
Sonrió al recordar que él y Miriam se iban a casar. Luis le había contado que ella estaba embarazada. Se notaba ilusionado y al mismo tiempo preocupado por la reacción de su hija. Aún no le habían dicho nada a Natalia, y a Betty, al igual que a Luis, le preocupaba que se opusiera rotundamente.
Pero los problemas de Luis y Natalia quedaban en un segundo plano cuando pensaba en Armando. Se habría enterado por Luis o por las muchachas del cuartel si hubiese tenido un accidente o estuviese hospitalizado por alguna enfermedad seria… Se estremeció al pensar que le pudiese pasar algo así… Ella se moría… Había llegado a acostumbrarse a su presencia continua a través del e-mail o del teléfono y no podía soportar su ausencia.
Eso es que ya se cansó y está con otra mujer…” Se dijo a sí misma desesperanzada. ”Betty, si te hiciste ilusiones con él, eres imbécil… Tú lo conoces mejor que nadie… Sabes lo mujeriego que es… ¿Acaso creíste que iba a renunciar a su vida licenciosa por ti…?” Pero ese pensamiento la angustiaba tanto que lo apartó de su mente e intentó buscar otras excusas que justificaran la ausencia de noticias durante dos días…
”Durante el fin de semana él no me envía muchos mensajes…” Se dijo a sí misma intentando hallar una razón que explicara su “desaparición”, pero en el fondo sabía que él también le mandaba algunos mensajes los fines de semana, máxime cuando a lo largo de todo el viernes no se había puesto en contacto con ella.
”Desde que estoy en Palm Beach, él no ha dejado de comunicarse conmigo a diario los días laborables…Excepto…” De repente recordó una ocasión en la que él dejó de escribirle… ”¿Será que está en la Florida?” A pesar de que le había dicho que no quería verlo, y hasta lo había amenazado con renunciar a su puesto en Ecomoda si él se presentaba en Palm Beach, de repente esa idea no le resultó tan desagradable. ”¿Estará acá y no me querrá decir nada para que yo no me enfade? ¿Hará como la otra vez que vino, me vio y se fue?”
Por primera vez en ese día sonrió ante esa perspectiva. Seguramente al día siguiente, lunes, volvería a recibir sus mensajes…
Poco a poco se fue quedando dormida sin poder apartarlo de su mente, ni siquiera en sueños…
Era la hora del almuerzo del lunes y Betty aún no había recibido ningún mensaje de Armando y ya no podía más de lo nerviosa que estaba. Fue a buscar a Luis a su despacho con la intención de preguntarle directamente, pero él ya se había ido a almorzar. Probablemente había ido a buscar a Miriam a la escuela para pasar ese rato con ella.
Pensó en bajar a una cafetería cercana y comerse un sándwich, pero no tenía hambre y con el nudo que se le estaba formando en la garganta dudaba que pudiese pasar bocado.
Desesperada, por fin se decidió a llamar a Armando a Ecomoda Bogotá. Marcó su número privado pero para su sorpresa le respondió Sofía.
Sofía: ¿Aló? Presidencia Ecomoda.
Betty: ¿So…Sofía? ¿Es usted?
Sofía: Sí, ¿quién llama?
Betty: Es Betty…
Sofía: ¡Qué hubo, Betty! ¿Cómo le va por Palm Beach?
Betty: Muy bien, Sofía… Vea, quería hablar con don Armando. ¿Se puede poner al teléfono?
Sofía: ¿Cómo así, Betty? ¿No lo sabe?
Betty se puso a temblar. Por el tono de Sofía parecía que había pasado algo grave y que ella no se había enterado. Con un hilo de voz le preguntó:
Betty: ¿Es que le ha pasado algo a don Armando?
Sofía: Pues vea que sí… Está con una gripa muy fuerte. El viernes ya no pudo venir a trabajar. Doña Margarita desde entonces está con él en el apartamento porque el médico dijo que alguien tenía que cuidarlo. Es que no hay modo de que le baje la fiebre, ¿sabe? Sus papás están muy preocupados…
Betty se sintió como si le hubiese caído una losa encima. Él estaba muy enfermo y ella en cambio había estado pensando cosas desagradables para justificar la ausencia de mensajes: que si estaba con otra mujer, que si había ido a Palm Beach en contra de sus deseos… Y resulta que él estaba tumbado en una cama volando de fiebre.
Betty: No… no… sabía nada… ¿Sabe cómo… pasó el fin de semana?
Sofía: Ahora le iba a llamar… Nadie ha dicho nada… Figúrese cómo estamos… Desde que usted se marchó vamos agobiados de trabajo… y ahora sin don Armando acá… -Se hace una pausa y Sofía le dice a Betty- Betty, acaba de llegar don Roberto, ¿quiere hablar con él?
Betty: Sí, sí, Sofía… Pásemelo, por favor…
Segundos más tarde Betty puede escuchar la voz de Roberto Mendoza a través del auricular.
D.Roberto: ¿Aló? ¿Beatriz?
Betty: Don Roberto, ¿cómo está? ¿Y… cómo ha seguido don Armando?
Don Roberto se sorprende del tono preocupado de la voz de Betty, pero sin aludir a ello, le informa:
D.Roberto: Está un poco mejor, Beatriz, gracias por su interés…
Betty: Pero… ¿qué… qué le pasa?
D.Roberto: Una gripa fuerte. Lo peor era la fiebre que no había modo de bajarla. Hoy ha amanecido un poco mejor. Aún tenía 39 grados al levantarse pero le ha bajado la fiebre con el analgésico, cosa que hasta ahora no había modo…
Betty: ¿Qué… qué dice el médico?
D.Roberto: Le han hecho muchas pruebas y todo parece estar bien. El doctor que le atiende nos ha dicho que se trata de un virus que da esos síntomas, fiebre muy alta y dolor de cabeza. Nada grave, al parecer, pero ya sabe, no se puede dejar que la fiebre suba tanto…
Betty: En… entiendo… ¿Necesitan ayuda…? ¿En Ecomoda o… para… para atenderlo…?
D.Roberto: Muchas gracias por su ofrecimiento, Beatriz… De momento Margarita está con él… y al parecer lo peor ya ha pasado… Yo he venido acá por si me necesitaban… para firmar algo, ya sabe… Sofía ha anulado los compromisos de Armando durante toda la semana y sólo estamos atendiendo los asuntos más urgentes… Menos mal que no nos ha pillado en medio de la presentación de una colección…De todos modos lo importante ahora es que Armando se recupere…
Betty: Sí, por supuesto, don Roberto… Vea… dígale a don Armando que… que…
Betty no sabía qué mensaje enviarle a Armando con su papá. Al final acabó diciendo las palabras de rigor:
Betty: …que le deseo que se recupere pronto…
D.Roberto: Gracias, Betty… Yo se lo diré… ¿Quiere que le pase con Sofía de nuevo?
Betty: No, gracias… No es necesario… Pero haga el favor de decirle que cualquier cosa que necesiten yo puedo colaborarles a través del e-mail…
D.Roberto: Se lo diré, Betty y muchas gracias…
Cuando cortó la comunicación con don Roberto Betty estaba preocupadísima. Don Armando estaba enfermo… Tenía fiebre muy alta y ella se sentía impotente, sin poder verlo, sin poder hablar con él… ¿Y si esa fiebre era debida a algo más grave que una simple gripa? Don Roberto le había dicho que “ya estaba mejor” y la fiebre aún le subía a 39 grados… Eso significaba que había llegado a subirle mucho más… Era mucha fiebre para una persona adulta…
En ese momento hubiese querido estar a su lado, en su habitación, con su mano entre las suyas y poniéndole compresas frías en la frente para que le bajase la fiebre, acariciando sus mejillas, limpiándole el sudor… Estaba tan angustiada… se sentía tan impotente… Dos lágrimas corrieron por sus mejillas sin poder contenerlas.
De buena gana hubiese reservado un pasaje para Bogotá en el primer vuelo y habría corrido hasta su apartamento para estar a su lado. Pero sabía que aunque estuviese en Bogotá ella no podía presentarse en su vivienda con la intención de quedarse y cuidarlo. ¿Qué pensarían sus papás? Ella era sólo una empleada de la empresa… ¿Qué podía hacer por él en ese momento?
Conteniendo el llanto, abrió un servidor de tarjetas postales virtuales y buscó la sección llamada “Recupérate pronto”. A pesar de las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos, sonrió al ver la imagen de un hombre con un termómetro en la boca y una bolsa de hielo en la cabeza. Superpuesta a la imagen estaba escrita la frase: “Ponte bueno pronto”. La eligió, rellenó las casillas correspondientes al remitente y al destinatario y se detuvo cuando le tocó escribir un mensaje. Nerviosa, dejó de momento en blanco esa casilla y rellenó el espacio donde debía poner su firma. Primero escribió su nombre y apellidos: “Beatriz Pinzón Solano”, pero moviendo la cabeza de un lado a otro, decidió borrarlo y escribir simplemente “Betty”.
Aún tenía que escribir el mensaje y le resultaba difícil hallar las palabras adecuadas. Hizo varios intentos, escribió, leyó, borró, añadió y finalmente el mensaje que envió fue el siguiente:
“Don Armando, he sabido que está enfermo. Le deseo que se recupere muy pronto. Saludos.”
Sabía que era un mensaje muy impersonal y poco afectuoso, pero no podía mandarle el que de verdad le hubiese gustado, el que salía del fondo de su corazón, que decía así:
”Mi amor, tu papá me contó que estás enfermo y estoy muy preocupada. ¿Quieres que vaya a Bogotá? ¿Quieres que esté a tu lado? Una sola palabra tuya y estaré allá en sólo unas horas… Te echo mucho de menos, ¿sabes? Y no puedo soportar la idea de saber que te sientes mal y que yo no puedo estar contigo. Te mando un beso, el que quisiera darte personalmente. Te amo. Betty”Creado por:Cata
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Las cartas sobre la mesa
FanficNO ES MÍA LA HISTORIA!!! :) Betty encuentra la carta siniestra de Mario Calderón. ¿Qué hará Betty? ¿Betty se irá? ¿Le dirá a Armando que ella lo sabe todo? Esto y muchas cosas más lo averiguaremos Historia creada por: Cata:)