De Nuevo A Ecomoda Pt. 1

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EmaRamirezCervantes
Ahi esta disfruta:)

Capítulo 38.

Armando: -Girándose a darle un beso a su novia aprovechando que había tenido que parar en un semáforo en rojo- ¡Tranquila, mi amor! Todo va a salir bien…
Betty: No estoy tan segura, Armando… Lo que me provoca es dar media vuelta y encerrarme en tu apartamento…
Armando: -sonriendo con picardía- Betty, eso también me provoca a mí… Si quieres llamo a la empresa diciendo que me tomo el día libre y nos “encerramos” a cal y canto…
Betty: -Devolviéndole la sonrisa pero sin mucho entusiasmo- No bromees, Armando.
Armando: No es ninguna broma… Betty… ¿por qué no te pasas una semana entera en mi apartamento antes de decirles a tus papás que regresaste?
Betty: ¿Cómo crees, Armando? No puedo hacer eso… Me da pena haberlos engañado diciéndoles que no regresaba hasta hoy… no es posible mantener el engaño una semana…
Armando: -Encogiendo los hombros con resignación y suspirando- Está bien, mi amor, pero vamos a tener que casarnos muy pronto porque no voy a poder estar separado de ti…
Betty le dedicó una sonrisa de recompensa por esas palabras a pesar de que lo menos que le provocaba en esos momentos era sonreír. Estaba realmente aterrorizada. Sabía que iba a sorprender a las muchachas con su nuevo aspecto, que el encuentro con Mario Calderón no iba a ser un lecho de rosas y que don Hugo se iba a ensañar diciéndole improperios cuando la viera, pero lo que de verdad temía era el encuentro con Marcela Valencia. Esa mujer la odiaba aún sin saber que ella tenía una relación amorosa con el que había sido su novio. Cuando se enterara de eso definitivamente la sentenciaba a muerte.
Sabía que podía contar con Armando para hacer frente a todas esas personas, pero eso no era suficiente. Una cosa sería encontrarse con doña Marcela en una reunión donde su novio estuviese también presente y otra muy diferente tener que hablar con ella a solas, y estaba segura de que la exprometida de Armando buscaría ese encuentro para humillarla y despreciarla.
Suspiró resignada. Ahora no había vuelta a atrás. Ya había renunciado a su puesto en Palm Beach e iba a volver a trabajar en la sede central de la empresa en Bogotá. Además, no quería irse otra vez al extranjero. A pesar de que la experiencia había sido muy positiva y había hecho muy buenos amigos, lo que más deseaba en su vida era estar bien cerca de Armando.
Ese pensamiento la animó. Por poder estar junto a Armando era capaz de hacer cualquier cosa y si en este momento el sacrificio que se le exigía era enfrentar a todas esas personas que tan mal la trataron, lo haría.
Recordó lo que habían vivido en su apartamento en las últimas horas y sonrió complacida. Estaba loca por ese hombre y él parecía que le correspondía en igual medida. ¿Qué más podía desear?
”Que la tierra me trague.” Se dijo a sí misma de nuevo aterrorizada. Daría cualquier cosa por no tener que vivir el día de hoy. Es cierto que le provocaba volver a ver a sus amigas del cuartel, pero de buena gana se habría quedado en el apartamento de Armando hasta bien entrada la tarde y entonces se iría con ellas y con su novio “de rumba”.
No solucionarías gran cosa huyendo hoy, Betty. De todos modos mañana tendrías que pasar por el mismo trago…” Suspiró profundamente ante esa perspectiva, recostó la cabeza en el respaldo del asiento y cerró los ojos, en un intento de relajarse.
Aura María: ¡Fresca, mija! Betty me dijo que vendría hoy a trabajar… Pero lo mejor del chisme es que dice que no la vamos a conocer de lo cambiada que está…
Sandra: ¿Cambiada? ¿Qué quiere decir?
Aura María: Pues… muy bien no lo sé… ha dicho algo de que ya no lleva gafas, que se ha puesto lentillas…
Berta: ¿Se operó?
Aura María: Eso mismo le pregunté yo, y me aseguró que no…
Sandra: ¿Entonces cuáles son los cambios?
Aura María: Me dijo que se cambió el peinado y que ahora se viste diferente…
Sofía: ¡Falta que le hacía!
Mariana: ¡Ay Sofía! ¡Qué estrés! No diga eso… Betty es nuestra amiga…
Berta: Sí, es nuestra amiga, pero nosotras no somos ciegas…
Inesita: ¡Muchachas, dejen ya el chisme! Deberían estar felices de que Betty regrese a la empresa…
Todas: ¡Y lo estamos!
Rieron estrepitosamente ante el improvisado coro de voces que se había formado. Sandra, Mariana y Berta que estaban de caras a la puerta se callaron de repente al ver aparecer a don Armando con una muchacha agarrada del brazo.
”Vaya, el doctor tiene nueva novia” Pensó Berta al verlos. ”Y la mira con ojitos tiernos.”
Viendo que sus amigas se seguían riendo y que Sofía estaba a punto de meter la pata como siempre, Berta levantó la voz para hacerse oír por encima de las risas de sus amigas y dijo:
Berta: Buenos días, doctor Mendoza.
Sofía y Aura María dejaron de reír de repente y se volvieron a mirar a su jefe. También se sorprendieron al verlo con esa mujer desconocida a su lado.
Armando: Buenos días, muchachas.
Todas: Buenos días doctor…
Sofía: Buenos días señorita…
Betty se había emocionado al ver de nuevo a sus queridas amigas de tal modo que sentía como una opresión en el pecho que no le permitía pronunciar palabra. Se daba cuenta de cómo todas ellas la miraban con curiosidad y sentía la mano de Armando rodeando su brazo como dándole ánimos.

Armando, al ver que su novia no decía nada, dijo dirigiéndose a las muchachas:
Armando: Muchachas, ¿no van a saludar a Betty?
Sofía: -Sin darse cuenta de que la muchacha que estaba al lado de su jefe era la amiga a la que estaban deseando volver a ver- ¿Ha venido Betty, doctor?
Betty sonrió ante la pregunta de Sofía. Se daba cuenta de que no la habían reconocido y lo entendía. Hasta sus papás se sorprendieron cuando la vieron por primera vez sin capul, con lentes de contacto y vistiendo ropas más modernas. Aún muy emocionada, le respondió a Sofía.
Betty: Sí, Sofía. Estoy acá… Veo que no me han reconocido…
Todas las muchachas abrieron los ojos como platos y durante unos instantes se quedaron como petrificadas. No les era posible reconocer a su amiga en esa muchacha tan agraciada que tenían delante.
Betty llevaba puesto un traje de chaqueta de color azul pastel entallado muy elegante con una blusa del mismo color debajo. El largo de la falda era de dos dedos por encima de la rodilla. Calzaba zapatos negros planos y su bolso era del mismo color. Parecía exactamente lo que era, una ejecutiva joven vestida para ir a trabajar.
Ella ”soportó” el reconocimiento de sus amigas con una sonrisa emocionada, mientras que Armando estaba sumamente divertido y expectante. Finalmente Mariana rompió el denso silencio, preguntando con su ingenuidad característica:
Mariana: ¿Betty? ¿De verdad es usted?
Betty: Sí, Mariana, soy yo. –le respondió a la muchacha con una sonrisa.
En ese instante, como por arte de magia se disiparon todas las dudas de las muchachas respecto a la identidad de su amiga y como si se hubieran puesto de acuerdo todas se acercaron a ella sonrientes para besarla y abrazarla. Hablaban al mismo tiempo de modo que casi era imposible entender lo que decían.
Aura María: ¿Betty? ¡Está remamita!
Inesita: ¡Qué hermosa está, Betty!
Sofía: Mija, ¿qué se hizo?
Berta: Betty, ha quedado estupenda, me tiene que dar el nombre del cirujano…
Sandra: Betty… ¡qué elegante está!
Como si fuesen abejas alrededor de un panal, las muchachas no dejaban de revolotear alrededor de su amiga. La tocaban, la hacían girar sobre sí misma, observaban todos los detalles de su rostro y de su cuerpo y hacían comentarios halagadores atropelladamente.
Betty no podía, porque era materialmente imposible, contestarle a todas, así que se limitó a sonreír y a seguirles la corriente a sus amigas. Ya tendrían tiempo más adelante para darle explicaciones sobre su cambio de imagen. Además, aún debía comunicarles que estaba prometida al presidente de la empresa y estaba segura de que eso les iba a sorprender mucho más que su nuevo “look”.

Sandra: Ese traje le sienta muy bien, Betty… Nada que ver con los que usaba antes…
Berta: Mijita, quién iba a decir que tenía ese cuerpo tan bien formado… ¿Por qué lo escondía?
Aura María: -Entusiasmada- Betty, ahora seguro que los papitos le van detrás como moscas…
Armando frunció el ceño ante ese comentario de Aura María, gesto que no pasó desapercibido para dos de las muchachas, las de más edad y también las más observadoras: Inesita y Sofía, quienes también se dieron cuenta de que el presidente de la empresa seguía sujetando a Betty por un brazo.
Armando: Muchachas, yo sé que tienen muchas cosas que preguntarle a Betty, pero nos tenemos que ir a trabajar…
Todas: Sí, don Armando… Como usted diga…
La recepcionista, de mala gana se quedó sola en el vestíbulo para cumplir con sus funciones y las otras muchachas, acompañadas de su jefe y de Betty, subieron en el elevador en dirección a la planta ejecutiva.
Durante el corto trayecto las chicas no dejaron de parlotear y de admirarse por el cambio de Betty, pero al llegar a la segunda planta una mirada muy seria de su jefe las hizo callar de golpe y cada una se dirigió a su puesto en silencio.
Armando: Vamos un momento a presidencia, Betty.
La muchacha se dejó llevar por su novio sin protestar y se encerraron en el despacho del presidente.
Armando: -Sonriéndole con dulzura a su novia- ¡Casi nos vuelven locos! ¡Se quedaron muy impresionadas!
Betty: -Con una sonrisa de disculpa- ¡Qué pena contigo, Armando! Ya sabes cómo son…
Armando: -Riendo- Claro que lo sé… y lo entiendo… Hacía mucho tiempo que no te veían y lo cierto es que estás muy cambiada, mi amor… sólo por fuera… por dentro sigues siendo la misma Betty de siempre… la que me enamoró… -Poniéndose serio de repente- Lo que no me gustó nada fue el comentario de Aura María.
Betty: -Sin saber a qué se refería su novio- ¿Cuál comentario, Armando?
Armando: ¡Ummmmm! Ese de que los “papitos” te iban detrás…
Betty: Oj, oj, oj, oj, Armando, ¿cómo crees? Yo sigo siendo la misma “fea” de siempre… Oj, oj, oj, oj…
Armando: -Abrazándola cariñoso- De eso nada, señorita. Usted es una muchacha muy hermosa… Para mí la más hermosa del mundo…
Betty: Pero a mí el único “papito” que me vuelve loca es usted, mi doctor.
Esas palabras fueron premiadas, ¡cómo no! Y el premio no fue otro que un beso apasionado que ella inmediatamente correspondió. En esas estaban cuando se abrió la puerta de presidencia y se oyó la voz de alguien que entraba:

Sofía: Doctor, pregunta el doc…
Sofía enmudece de repente al contemplar la escena que tiene delante de sus ojos. El presidente de la empresa estaba abrazando y besando en la boca a la nueva vicepresidenta financiera y ella parecía estar muy a gusto en esa situación. Betty se separó inmediatamente de su jefe como si quemara y estaba completamente ruborizada y con la mirada fija en el suelo. Armando en cambio se indignó por la indiscreción de Sofía.
Armando: ¡ACASO NO LE TENGO DICHO QUE LLAME SIEMPRE ANTES DE ENTRAR, SOFÍA! ¡A PARTIR DE AHORA SE VA A CONSIDERAR UNA FALTA GRAVE! ¡TENGALO EN CUENTA!
Sofía: Yo… yo lo siento, doctor… No sabía…
Armando: ¿QUÉ ES LO QUE NO SABÍA, SOFIA
Sofía: Que yo… que usted… que Betty… -Sin saber cómo aludir a la escena que acababa de presenciar, decide decirle el motivo de su entrada en presidencia- Ve.. vea, doctor, don Mario pregunta si puede reunirse con usted y con… con la vicepresidenta en la sala de juntas dentro de quince minutos…
Armando: -Un poco más calmado- Dígale que sí… que allí estaremos…
Cuando Sofía salió, Betty suspiró y miró a su novio todavía un poco ruborizada.
Betty: ¡Nos cacharon, Armando!
Armando: ¿Qué más da? ¿No les vas a contar esta tarde? Pues ya tienen un chisme con el que especular hasta que nos vayamos a cenar…
Betty: Sí, pero figúrate que las escucha doña Marcela…
Armando: Betty, Marcela un día u otro se tiene que enterar, ¿qué más da que sea hoy?
Los temores de Betty se disiparon, al menos durante unos minutos, con el beso que le dio a continuación su novio.
Estaban todas reunidas en la sala de juntas del cuartel, es decir, el baño de señoras de la empresa. A esa hora era muy arriesgado reunirse pero el chisme era tan sustancioso que cuando Sofía se lo dijo a Berta, ésta inmediatamente convocó un 911.
Sandra: A ver, Sofía, dígame una cosa, ¿Betty lo consentía? Porque usted ya sabe que muchos jefes se aprovechan de su puesto para obtener favores de sus subordinados…
Sofía: A mí me pareció muy feliz… sólo los pude ver unos instantes pero juraría que le tenía el cuello rodeado con sus brazos… aunque luego estaba bien colorada por la vergüenza…
Berta: Ahora ya entiendo lo de que la nombrara vicepresidenta… Ustedes saben que a don Armando siempre le ha encantado tener a sus conquistas en la oficina…
Mariana: ¡Ay, qué estrés, muchachas! ¿Usted cree que Betty es de esas que accede a acostarse con un hombre para ascender en la empresa?

Sofía: No lo sé, Mariana, pero Betty siempre estuvo enamorada de don Armando, eso lo vería hasta un ciego… y en esas circunstancias es más fácil ceder a la tentación…
Sandra: Pero si ella tenía novio… el tal Nicolás Mora… ¿no se acuerdan?
Berta: ¿Y me va a comparar a ese tipo tan horrible con don Armando? A ver, si usted tuviera que elegir uno de los dos, a cuál elegiría…
Aura María: -Anticipándose a la respuesta de Sandra- ¡A don Armando! ¿Quién no? ¡Y Betty hace muy bien en aprovechar la ocasión! ¿Me van a decir cuál de ustedes rechazaría tener una relación con ese papito tan hermoso?
Inesita: ¡NO HABLE ASÍ, AURA MARÍA! Yo estoy de acuerdo con Mariana, Betty no es de ésas que se vende por un ascenso…
Aura María: ¿Quién habla de ascenso? Yo me refiero a rechazar la oferta de pasarlo rico con ese doctor… ¿Usted la rechazaría, Sandra?
Sandra: ¿Yo? Pues… no sé… Es que… no creo que me pase nunca algo así…
Sofía: Muchachas la cuestión es si Betty está de acuerdo con esa relación o es que don Armando se está aprovechando de su posición para acosarla…
Inesita: ¡Yo no creo que don Armando sea capaz de eso!
Berta: ¿Usted cree, Inesita? ¿Con los antecedentes que tiene el doctor…?
Mariana: Inesita tiene razón, hasta donde yo sé las modelos que conquista el doctor están deseando que lo haga, él no las obliga a nada…
Sandra: Eso es verdad… Yo nunca he oído que ninguna le reclamara por seducirlas… Al contrario, le reclamaban cuando él dejaba de interesarse por ellas…
Sofía: Entonces, si don Armando no la ha obligado, la conclusión es que ella VOLUNTARIAMENTE se ha dejado seducir por su jefe…
Mariana: ¡Ay pobrecita! ¡Lo que le va a tocar sufrir…! ¡En cuanto se canse de ella… la cambia por otra…! ¡No vea la de cachos que tuvo que soportar mi jefa…!
Berta: Lo de su jefa es exagerado, Mariana… Pero en parte ella tiene la culpa porque cuando él dejó de amarla debió romper ese compromiso, y por el contrario, le iba aguantando carretas y carretones… cuando se veía a la legua que don Armando no la amaba…
Sandra: ¡Ay mija! ¡Qué pena me da con Betty! La pobrecita va a sufrir mucho si le pasa algo así…
Aura María: A Betty no le pasará algo así… Nuestra amiga tiene dignidad y cuando él se canse, no le va a ir detrás…
Mariana: Pero le romperá el corazón… Pobre Betty…
Inesita: Muchachas, son el colmo… Ni siquiera sabemos qué tipo de relación hay entre Betty y don Armando… y ustedes ya están pensando en lo que va a sufrir Betty… Eso que usted vio, Sofía, podría ser una muestra de agradecimiento… Don Armando no es mala persona y él tenía a Betty en mucho aprecio…

Sofía: Sí, Inesita, todo lo que usted quiera, pero ya sabe que los hombres piensan sólo con una parte de su cuerpo… y “ESA PARTE” don Armando la tiene muy desarrollada…
Sandra: -Perpleja- ¡Sofía, acaso ha visto usted a don Armando desnudo!
Sofía: Ja, ja, ja, ja… Claro que no… ¡Qué más quisiera yo!
Inesita: ¡Sofía, cómo dice esas cosas!
Aura María: ¡A nadie le amarga un dulce! Y el doctor Mendoza desnudo debe de ser un bombón… Todo un espectáculo digno de verse…
Inesita: Muchachas, esta conversación ya está derivando en temas muy inapropiados…
Berta: ¡Tampoco es para tanto, Inesita!
Mariana: Sí muchachas, pero nos estamos desviando del tema principal… ¿Qué relación hay entre Betty y don Armando?
Sandra: ¡Ay sí, mija, tiene razón! Yo lo que quiero saber es si fue un beso casual sin más consecuencias o entre ellos hay “algo” más…
Sofía: Y si hay algo más, ¿qué es? ¿Son amantes? ¿Son novios?
Berta: Sí, estoy de acuerdo… Tenemos que enterarnos del chisme completo… Propongo varias líneas de acción.
Mariana: ¿Líneas de acción? –preguntó ingenuamente.
Sandra: Berta se refiere a cosas que vamos a hacer para enterarnos del chisme completo… -aclaró su amiga.
Sofía: Yo creo que debemos estar alerta y observarlos muy bien. Seguro que nos dan pistas… Sin ir más lejos, esta mañana cuando Aura María dijo eso de que Betty debía de tener a muchos “papitos” detrás de ella, don Armando puso muy mala cara, como si eso no le gustara para nada… Además no la soltó en todo el rato, ni dentro de elevador…
Inesita: Sí, eso que dice Sofía yo también lo observé…
Mariana: Muchachas, ¿y por qué no le preguntamos a Betty?
Berta: ¡Esa es la otra “línea de acción”…! ¿Pero usted cree que nos va a decir la verdad?
Aura María: Nunca se sabe… A lo mejor él le ha pedido que lo mantenga en secreto para que no se entere doña Marcela…
Inesita: ¡Válgame Dios! Si doña Marcela se entera eso puede ser la guerra…
Sandra: Muchachas, ¡vamos a estar muy distraídas estos días en la empresa!
Mientras esa conversación se desarrollaba en la particular sala de juntas del cuartel, Mario se paseaba nervioso por la otra sala de juntas, la de verdad. Le había enviado un recado con Sofía a Armando para reunirse con él y con Betty a las ocho y media y ya pasaban cinco minutos y ninguno de los dos había aparecido. Esa noche apenas había podido pegar ojo. Aunque pareciera imposible, le remordía la conciencia por todo lo que le había hecho a la que fuera asistente de Armando y tener que enfrentarla por primera vez después de tantos meses le resultaba muy difícil. Pero sabía que eso tendría que suceder inevitablemente y cuanto antes pasara el trago amargo mejor.
Esperaba que ella hubiese recibido su e-mail y que estuviera dispuesta a perdonarlo. Más de una vez el día anterior pensó en llamar al celular de Armando para preguntarle pero no se decidió.
Cuando oyó que la puerta que comunicaba con presidencia se abría, todos los músculos de su cuerpo se tensaron y lentamente se giró hacia ella. Lo que vio lo dejó de piedra. Armando estaba entrando en la sala de juntas sujetando por un brazo a una muchacha muy agraciada que tenía un ligero parecido con… ¡NO, NO PODÍA SER! ¿Esa muchacha tan bonita era Betty?
Sus ojos se abrieron como platos y su voz sonó vacilante cuando preguntó:
Mario: Betty… ¿es usted…?
Betty: -Sin sonreír y con la voz muy seria- Sí, don Mario. Soy yo…








Historia creada por:Cata✨


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