Capítulo 26.
En cuanto Miriam recogió a los niños, Armando se dirigió a las oficinas de Ecomoda. Llegó bastante antes de la hora del almuerzo y nada más llegar se fue directamente a las oficinas de Betty. Estaba deseando verla, abrazarla, besarla. Estaba seguro de que ella ahora no se le negaría, aunque conociéndola aún tenía una sombra de dudas.
En vano la secretaria de Betty quiso detenerlo:
Secretaria: Buenos días doctor Mendoza, ¿en qué puedo servirlo?
Armando: No se preocupe, Sonia, he venido a ver a la doctora…
Secretaria: La doctora está hablando con un cliente de la franquicia de Los Ángeles…
Pero Armando no se detuvo ante eso. Le dedicó una sonrisa radiante a la muchacha y siguió hasta el despacho de Betty, mientras decía:
Armando: Entonces la esperaré en su despacho. Gracias Sonia
Al entrar encontró a Betty muy seria hablando por teléfono en un perfecto inglés. Por lo que decía se dio cuenta de que había problemas con la recepción de la mercancía, pero ella se desenvolvía perfectamente, así que se limitó a dedicarle una sonrisa luminosa y a indicarle que se sentaba en el sofá a esperarla. Aún estuvo hablando cinco minutos más. Cuando cortó la comunicación, se dirigió a Armando con voz vacilante:
Betty: Buenos días, doctor…
Armando se levantó como un resorte del sofá y se acercó a ella en dos zancadas haciendo un gesto amenazante con el dedo:
Armando: Te advierto, Beatriz, que no pienso tolerar que después de lo que hemos vivido en los últimos días me sigas tratando como si sólo fuera tu jefe….
Estaba tan serio que Betty de momento se asustó, pero cuando llegó a su lado, cambió la expresión seria de su rostro por una bella sonrisa, la rodeó con sus brazos en un abrazo de oso, la levantó del suelo y empezó a dar vueltas por el despacho, diciendo con entusiasmo:
Armando: Mi amor… mi amor… te he echado de menos… Te fuiste sin decirme nada…
A Betty no le quedó de otra que sonreír ante tanta efusión de afecto.
Betty: Doc… -se le quedó la voz congelada ante la mirada humorísticamente fulminante de él y rectificó- Ar-Armando…
Él no la dejó continuar. Volvió a levantarla en brazos y a dar vueltas con ella exclamando:
Armando: ¡Sí…! Así me gusta… ¡Qué lindo suena mi nombre en tus labios! ¡Vuélvelo a decir! ¿Sí? Otra vez… ¡por favor! –Suplicó bromista.
Betty: Deje de dar vueltas que me voy a marear…
Armando: -Frenando en seco de modo que tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener el equilibrio- ¡UHF! ¡Casi nos caemos…! Está bien… Dejaré de dar vueltas, pero vuélveme a llamar por mi nombre…
Betty: -Sabiendo que no era eso lo que él quería le dice muy seria- Como usted diga, don Armando…
Armando: ¡NOOOO! ¡Nada de don Armando ni de doctor…! ¡Por favor, Betty!
Ella no era insensible a sus súplicas y aunque estaba muy nerviosa porque no sabía cómo debía reaccionar ni de qué modo quedaría su relación después de lo ocurrido las dos noches anteriores, decidió darle, y darse a sí misma, un respiro.
Betty: Está bien, Armando…
Armando: Así me gusta, doctora… Que me haga caso… -Lo había dicho con una sonrisa sabiendo perfectamente que era él quien la había tratado de un modo formal en esta ocasión. - ¿No me va a dar un beso?
Betty: -Sonrojándose- Doctor, a mí no me gustan estas cosas en la oficina…
Armando: Beatriz, que no le estoy pidiendo que hagamos en amor sobre su mesa… Sólo le estoy pidiendo un puro y casto beso…
Diciendo y haciendo. Armando ya se había acercado a ella y le estaba robando un beso, que no tenía absolutamente nada de puro ni de casto.
Cuando por fin pudo separar sus labios de los de él le dijo con un tono de velado reproche:
Betty: Déjelo ya, Armando… Puede entrar alguien…
Pero cuando él reanudó el beso como si no la hubiese escuchado, ella le rodeó el cuello con los brazos y se lo devolvió.
Armando: -en un susurro en su oído- Betty, si echamos el seguro de la puerta… podríamos… -sin acabar la frase se contesta a sí mismo- Tampoco es tan mala idea…
Ella al escucharlo se separó de él con brusquedad y se refugió detrás de su mesa.
Betty: Doctor, mejor se comporta, ¿sí?
Armando: -Que se había quedado con la miel en los labios- Está bien, Beatriz, lo dejaremos para esta tarde cuando salga de la empresa… ¿Nos vamos a almorzar?
Betty miró el reloj y vio que aún faltaban unos minutos para las doce.
Betty: Espere un momentico que tengo que hacer una llamada urgente antes del almuerzo…
Armando: Como usted diga, Beatriz.
Y muy disciplinado y modoso se sentó en el sofá a esperarla.
Veinte minutos más tarde salieron a almorzar. Las secretarias se sorprendieron al verlos enlazados por la cintura. Para ser más exactos, era él quien la llevaba enlazada por la cintura para vergüenza de Betty que hubiese preferido no hacer alarde de que había algo más que una relación laboral entre ellos. Pero a pesar de que ella lo intentó, Armando no la soltó.
En el momento de salir se encontraron con Miriam y los niños que venían a buscar a Luis para ir todos juntos a almorzar. A Armando casi le da algo porque él pretendía almorzar solo con Betty y dejar clara su situación de una vez y por todas, pero eso tuvo que esperar, porque ella enseguida aceptó la invitación de unirse a ellos ansiosa por postergar al máximo la conversación íntima que Armando buscaba.
Durante el almuerzo los niños fueron los más locuaces. Contaron a sus papás con todo lujo de detalles lo que habían hecho en el viaje a Disney World. Betty y Armando corroboraban sus explicaciones o bien añadían algún detalle que ellos se habían descuidado, mientras que Luis y Miriam reían felices de ver lo bien que lo habían pasado.
Cuando terminaron de almorzar, Miriam se fue con los niños a la playa, mientras los demás regresaron al trabajo. Armando pasó la tarde ayudándole a Luis y a Betty: repasó presupuestos, participó en una reunión con proveedores, y pudo comprobar una vez más con admiración la eficacia con la que se desenvolvía en las negociaciones la que fuera su asistente.
Antes de regresar al apartamento Betty quiso hacer mercado. La nevera y la despensa estaban bastante desprovistas al haber estado ausentes el fin de semana. Armando disfrutaba a su lado, pero estaba impaciente por tener con ella una conversación seria sobre sus relaciones futuras, por lo que más bien le dio prisa para terminar con el argumento de que estaba cansado.
Betty: Doctor, es que usted vino acá para reponerse de una enfermedad y no ha descansado lo que debiera… Ayer mismo fue un día agotador…
Armando: -Atrayéndola hacia sí y hablándole al oído- Sobre todo la noche, doctora…
Betty se sonrojó completamente al recordar todo lo que habían vivido y para disimularlo se separó de él y se puso a acomodar las bolsas de los víveres en el maletero del carro. Pero Armando disfrutaba con su turbación e insistió:
Armando: ¿No estás de acuerdo conmigo, Beatriz?
Betty quiso eludir la respuesta cambiando bruscamente y alargándole las llaves del carro le preguntó:
Betty: Ar-Armando, ¿quiere conducir?
Armando: ¡Ummmm! Ya veo que no quiere contestar a mis preguntas directas, Beatriz, pero cuando lleguemos al apartamento no se “salva”…
Pero aún tardaron dos horas en poder sentarse a hablar durante las cuales acomodaron las compras, se ducharon, prepararon una cena rápida y por fin se sentaron a cenar.
Durante la cena hablaron de trivialidades, se rieron de las anécdotas que explicaron los niños a sus papás y se desearon “salud” chocando sus copas de vino.
Hasta que no se sentaron en el sofá a saborear unos tintos, Armando no volvió a abordar el tema que quería aclarar con ella desde que se había levantado.
Armando: Betty, ya es hora de que hablemos.
Betty: ¿De qué quiere hablar?
Armando: -Sonriendo al ver que ella se ponía a la defensiva- De nosotros Beatriz, de nuestro futuro… ¿de qué si no?
Betty permaneció en silencio esperando que él volviera a hablar.
Armando: Betty, después de lo de anoche… de lo de las dos últimas noches… -corrigió- creo que está más que claro lo que sentimos el uno por el otro…
Betty: Para mí no está tan claro… Tengo muchas dudas, doctor…
Armando: -Con pesar- ¿Sigues dudando de mis sentimientos, Beatriz?
Betty: Sí…
Armando: ¿Entonces lo que vivimos anoche que crees que fue?
Betty: Lo que sucedió anoche podría ser tan sólo… deseo sexual…
Armando: -Estupefacto- ¿Eso crees?
Betty: No he dicho que crea eso… Ya le dije que tengo muchas dudas…
Armando: ¿Qué clase de dudas? –preguntó pacientemente.
Betty: Doctor, al fin y al cabo nada ha cambiado… yo sigo teniendo la empresa a mi nombre…
Armando: ¿De verdad crees que he venido a verte… que estoy acá… que he hecho el amor contigo… por la empresa? Dímelo sinceramente, Betty… ¿eso es lo que crees?
Betty: -Mirándolo a los ojos- No, no es eso lo que creo… pero le repito que no puedo evitar tener dudas…
Armando: Explícame cuáles son tus dudas, Betty. Para eso estamos hablando ahora acá… para aclarar todos los malentendidos y los recelos…
Betty no le contestó y evitó mirarlo concentrándose en su taza de café. Armando dejó su taza sobre la mesilla, le quitó a ella la suya de las manos y la colocó al lado de la otra, luego tomó sus manos entre las suyas y la miró a los ojos.
Armando: Betty, yo te amo… Esa es la única verdad. No puedo vivir sin ti… Mi vida en Bogotá es un infierno por no poder tenerte y estos últimos días en que hemos estado juntos, y en especial las dos últimas noches, para mí han sido algo muy especial… Por primera vez en mucho tiempo soy feliz, Beatriz y es porque te tengo a ti a mi lado… ¿Te sucede a ti lo mismo?
Aunque lo quisiera Betty no podía negar eso si quería ser honesta con él y consigo misma.
Betty: Yo… yo también soy feliz cuando… cuando estamos juntos –confesó sincera.
Los ojos de Armando relucieron, reflejando lo feliz que se sentía ante el reconocimiento de ella.
Armando: ¿Lo ves, mi amor?
Betty: Pero…
Armando: -Empezando a impacientarse- ¿Pero qué, Beatriz? ¿Qué tengo que hacer…? ¿Qué tengo que decir… para borrar esas dudas… para conseguir que confíes en mí…?
Al ver que Betty no contestaba, él siguió hablando, un poco alterado.
Armando: Betty, me siento impotente… No sé qué más hacer… Yo sé que actué mal… que te hice daño… pero he sufrido tanto en los últimos meses que creo que he pagado mi culpa… Mi amor… desde que estuve contigo no he vuelto a estar con ninguna mujer… Tienes que creerme… Yo me enamoré… me enamoré de ti como un loco… y me desespera ver que no me crees que sigues dudando de mis sentimientos… de mis palabras… Dime, Betty ¿cuándo vas a confiar en mí…?
Betty: Cuando deje de ser la dueña legal de Ecomoda…
La respuesta de ella lo dejó petrificado. Ambos sabían que no era posible que ella le devolviera la empresa, que eso sería el final de Ecomoda. Durante unos instantes Armando intenta asimilar el alcance de lo que ella le ha dicho. Cuando vuelve a hablar se limita a constatar un hecho:
Armando: Beatriz, tú sabes perfectamente que de momento no podemos cambiar eso… Si tú nos devuelves la empresa caerán sobre nosotros los acreedores, nos destrozarán…
Betty: Sí, lo sé… No le estoy diciendo que vaya a devolverla en estos momentos… simplemente digo que sólo cuando no haya entre nosotros una empresa de noventa mil millones de pesos podré confiar en usted…
De nuevo se impone el silencio. Un espacio de tiempo muy intenso y repleto de significado en el que Armando prácticamente dejó de respirar. La conmoción que experimentaba así se lo impedía. Por lo visto todo lo que había hecho hasta ahora no servía. Sus esfuerzos, su dolor… no servían. Nada había cambiado… Armando se mordió el labio y cerró con fuerza los párpados mientras saboreaba el gusto amargo de su derrota.
Armando: Ya veo… que mi palabra no tiene ningún valor… -musitó con desaliento y desviando la mirada. Comenzaba a sentir frío, mucho frío-…y que mis acciones no tienen importancia… que… que…
Armando se calló de repente porque estaba demasiado emocionado y temía echarse a llorar delante de ella. Betty lo miró sorprendida al darse cuenta de lo que le pasaba e intentó dar argumentos para justificarse.
Betty: Doctor… usted me hirió mucho… saber de su engaño me golpeó muy fuerte… No es fácil olvidarlo… Volver a confiar…
Armando se debatía entre la rabia y la desolación. Le parecía injusto que ella no le creyera, que ella desconfiara de él de ese modo. El problema es que no había modo de conseguir que volviera a confiar en él y eso le dolía… Le dolía mucho… Estaba tan afectado que por momentos parecía que no tuviese suficiente aire para articular debidamente las palabras.
Armando: ¿Acaso se cree que es usted la única que ha sufrido? ¿Acaso sabe cuántas noches no he podido dormir pensando en lo que le hice…? ¿Se imagina lo que llorado su ausencia…? ¿Lo que la he necesitado…? Yo sé que soy culpable, Betty… Pero también sé que he pagado muy duro… He pagado con la misma moneda, ¿sabe? Yo la hice sufrir a usted pero desde entonces estoy sufriendo yo también… Usted quizás creerá que para mí fue una diversión engañarla… Pues vea que no… Yo sé que hice mal, Beatriz… no me estoy justificando… pero me dolía hacerle eso… me dolía engañarla… y luego me enamoré… y desde entonces no he recibido más que reproches y recelos de su parte…
Betty: ¡Eso no es verdad! -protestó con energía visiblemente afectada al verlo a él tan perturbado- Yo… he vuelto a ceder ante usted… he vuelto a dejarme llevar…
Armando: Lo sé… lo que vivimos anoche… y la otra noche… ha sido maravilloso… pero yo quiero más de usted, Beatriz… No es sólo sexo… Vea, si fuera sólo sexo sería todo muy fácil…
Hace una pausa y la mira fijamente a los ojos. A pesar de sus dudas, Betty se da cuenta de que él en ese instante le está hablando con sinceridad.
Armando: Betty, hasta que la conocí… hasta que me enamoré de usted… yo sólo buscaba sexo en las mujeres… pasarlo rico sin compromisos… pero no es eso lo que quiero con usted… yo quiero que sea mi novia… mi prometida… mi esposa… la madre de mis hijos… la mujer que tenga a mi lado cuando me haga viejito… Eso es lo que quiero de usted, Beatriz… y no me conformo con menos…
Armando acababa de abrirle del todo su corazón y rogó para que ella le creyera. Era su última esperanza. Si ahora ella no le creía, iba a ser difícil que lo hiciera algún día. Miró sus ojos buscando indicios que le corroboraran que su más deseado anhelo se cumplía, que ella por fin confiaba en él.
Betty sin duda se había quedado impresionada con esa declaración, pero seguía desconfiando, seguía teniendo recelos, le costaba creer totalmente en la sinceridad de sus palabras y se lo dijo:
Betty: ¿Y cómo sé yo que todo eso que me está diciendo es verdad?
Todas las ilusiones de Armando se fueron al traste ante la pregunta de ella. Betty seguía sin confiar en él y ya no se sentía con fuerzas para convencerla. Se sentía agotado y derrotado. Además había perdido toda esperanza. Le parecía inútil insistir. Con la voz desgarrada y las lágrimas pugnando por salirle de los ojos, le dijo:
Armando: No lo sé, Beatriz… No sé cómo hacer para que me crea… No sé cómo hacer para que confíe en mí… Vea, yo me siento impotente… me siento como si estuviera en un callejón sin salida… Devuélvame la empresa si quiere… si ese es el único modo en que va a confiar en mí… en que me va a creer… Hágalo… no me importa la ruina económica… La prefiero a perderla a usted… pero tengo la impresión de que aún cuando me haya devuelto la empresa seguirá sin confiar en mí… y eso me mata… porque así lo nuestro no puede tener futuro… No hay futuro para una relación basada en la desconfianza y el recelo…
Betty lo escuchaba con el corazón en un puño. Sabía que en el fondo él tenía razón, pero no era fácil para ella volver a abrirle su corazón. Un corazón que había sido roto en más de una ocasión…
Armando: Yo estaba muy esperanzado Beatriz porque sé… me consta que usted me ama… y yo también la amo… y pensé: contra eso no hay nadie que pueda… Pero me equivoqué… su desconfianza es más fuerte que su amor, Betty… y aunque pueda vencer el amor en algún momento… siempre ganarán la batalla el recelo, el temor, las dudas…
Armando hace una pausa pero ella no pronuncia ni una sola palabra. Se limita a mirarlo con expresión angustiada, fiel reflejo de lo que está sintiendo por dentro. En sus ojos ve también angustia, derrota, antes de que lo diga ella se da cuenta de que él se ha dado por vencido. Sus palabras no hacen más que confirmarlo:
Armando: Me rindo… No puedo más… Creía que después de lo de anoche usted me iba a dar una oportunidad… pero veo que eso no va a suceder nunca…
Él acaba de tomar una decisión que le resulta muy difícil, pero se ha dado cuenta de que ha tropezado contra una pared, la desconfianza de ella, contra la que ya no le quedan fuerzas para luchar.
Betty: Pero doctor…
La débil protesta de ella no puede cambiar la decisión que ha tomado él.
Armando: Betty, yo sé que si me lo propongo volveríamos a hacer el amor esta noche… Yo lo deseo… usted lo desea… y es fácil dejarse llevar… pero si no la puedo tener entera, prefiero renunciar a usted… Con permiso…
Armando se levantó del sofá y se dirigió a su cuarto con movimientos lentos, como si le costara un enorme esfuerzo mover su cuerpo. Como si todas las energías se le hubiesen agotado.
Betty: -Asustada al verlo de ese modo- ¿A dónde va, doctor?
Armando: -Sin voltearse a mirarla- A preparar la maleta… Mañana regresaré a Bogotá…
Cuando él se encerró en su habitación, Betty se quedó sentada en el sofá como si estuviese petrificada. La única señal perceptible de vida eran las lágrimas que rodaban por sus mejillas sin poder ni querer contenerlas.
Dos horas más tarde Betty aún estaba sentada en el sofá con la mirada perdida y los ojos húmedos. Ella también se había esperanzado al verlo a él tan enamorado y tan cariñoso. Empezaba a creerle… empezaba a confiar en él… Pero no del todo… No hasta el punto de poner en sus manos de nuevo su corazón… Durante todo ese tiempo se debatió entre los deseos de su corazón y los temores de enfrentarse de nuevo a un desengaño.
Las palabras de Luis, la tarde anterior resonaban de vez en cuando en sus oídos:
”Luis: Te ama… Y tú también a él… ¿Por qué no le das otra oportunidad? Créeme que vale la pena estar con alguien a quien amas… Yo he estado solo desde que murió la mamá de Natalia y lo he pasado muy mal…
Betty: ¿Y si no funciona? ¿Y si no es cierto que me ama?
Luis: Al menos lo habrás intentado… ¿Acaso eres feliz sin él?
Betty: No… no lo soy…
Luis: ¿No lo has pasado bien estos días en su compañía?
Betty: Sí… muy bien…
Luis: Pues… escucha a tu corazón y confía en él… Si al final no saliera bien, al menos has sido feliz algún tiempo… Es mejor que no ser feliz nunca… ¿No crees?”
”Ser feliz algún tiempo es mejor que no ser feliz nunca…” Esa frase se iba abriendo paso en su cerebro cada vez con más fuerza… Si ella lo dejaba marchar lo perdería… y entonces no sería feliz nunca… En cambio si aceptaba estar con él podía ser feliz… al menos algún tiempo… ”Aunque él sea sincero, nadie te puede garantizar que esa relación dure toda la vida… Pero al menos lo habrás intentado… ¡Atrévete, Betty! ¡Atrévete a confiar en él! ¡Atrévete a ser feliz al menos por algún tiempo…!”
Decidida, se levantó del sofá y se acercó a la habitación que habían compartido de un modo tan apasionado la noche anterior. Vio luz por debajo de la puerta y se atrevió a llamar.
Armando: Sigue, Betty. –se oyó la voz desanimada de él al otro lado de la puerta.
Betty abrió la puerta lentamente y se detuvo en el umbral. La escena que vio le conmovió el corazón. Él estaba completamente vestido y sentado en un sillón con los ojos hinchados y enrojecidos. Su ropa estaba arrugada y el pelo despeinado. La maleta estaba abierta y vacía sobre la cama.
Como Betty no dijo nada, él le preguntó:
Armando: ¿Querías algo, Beatriz?
Su voz sonó hueca, vacía, como si le hubiesen arrancado el alma. Sus ojos parecían no tener vida. Parecía la sombra del hombre que la noche anterior le había hecho el amor.
Betty lo miró fijamente y se estremeció antes de responderle. Cuando lo hizo pronunció sólo cinco palabras que hicieron que los ojos de Armando parecieran cobrar vida de nuevo y se abrieran como platos. Las palabras fueron:
Betty: Sí… te quiero a ti…Creado por:Cata✨
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Holaa, solo para informar que si todo sale bien mañana a primera hora le darán el alta, a nuestra compañera Karely, gracias por preocuparse por ella cuídense.
~Lizeth López~
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Las cartas sobre la mesa
FanfictionNO ES MÍA LA HISTORIA!!! :) Betty encuentra la carta siniestra de Mario Calderón. ¿Qué hará Betty? ¿Betty se irá? ¿Le dirá a Armando que ella lo sabe todo? Esto y muchas cosas más lo averiguaremos Historia creada por: Cata:)