⚜ III ⚜

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Viajamos por los bosques solo de día y por las noches dormimos en lo alto de los árboles intentando sobrevivir a los depredadores.

En una ocasión nos encontramos siendo asechados por una manada de lobos, pero en cuanto saque a Arietem para defendernos los lobos huyeron. Una prueba más de que la espada era demasiado poderosa y de que estaba viva. Desde entonces viajamos mostrando un poco de la espada para mantener lejos a los depredadores.

Nos alimentamos de frutos salvajes y bebimos de los arroyos, ningún accidente sucedió y con ayuda de la brújula rota y del mapa logramos llegar al lugar que marcaba aquella señal. 

Una gran aldea. 

Era como entrar en otro mundo donde la guerra no existía. Había puestos de comida, ropa y juguetes en todos lados, también había muchas casas, algunas pequeñas, pero otras más grandes. Las personas caminaban plácidamente y charlaban felices, los niños corrían por todos lados sin preocupaciones. 

Inmediatamente nos notaron, 3 intrusos que portaban ropa quemada, sangraban y estaban demasiado sucios. Una señora gritó y llamó a un grupo de uniformados que vinieron corriendo rápidamente a nuestro encuentro. Quise sacar la espada para defendernos, pero Isabel tomó mi mano impidiéndome hacer algo.

- ¿Quiénes son? - gritó el oficial, el cual portaba un uniforme azul fuerte y no el típico verde o rojo de los soldados- ¡Identifíquense!

Guardamos silencio asustados, Isabel nos puso a Tommy y a mi detrás de ella y encaró al oficial, pero tampoco tenía idea de que decir y justo antes de que él siguiera gritándonos una voz resonó a nuestras espaldas

- ¡Por favor Enrique, son niños! - una mujer menuda se acercó a nosotros y tomó nuestros rostros intentando descubrir algún tipo de contusión, luego observó nuestra ropa llena de sangre y piel cubierta de barro y dijo- tranquilos, vendrán conmigo, todo está bien, vamos a casa

-Verónica, no creo que sea...- continuo el oficial, el cual ahora sabíamos que se llamaba Enrique, pero la señora ya nos estaba conduciendo a su hogar

-Cierra la boca y regresa al bar donde seguro estabas hace unos minutos- nos siguió conduciendo/arrastrado a su casa y yo miraba a Isabel con pánico esperando alguna indicación, pero ella solo seguía a la señora en silencio- tranquilos niños, hay comida en casa y creo que la ropa de mis hijos les quedara, ¡oh por todos los cielos! no puedo creer que estuvieran en el bosque. ¿Se perdieron? ¿Los secuestraron? ¿Son viajeros? Espero que no sea alguna de las primeras, pero si alguien los atacó iremos a poner una denuncia inmediatamente

-Somos viajeros- respondió Isabel de inmediato- pero nos robaron

-Oh lo siento tanto, pero descuida ya están en buenas manos

La señora Verónica vivía en una de las pequeñas casas, la suya era de un color café claro y daba a un hermoso lago. En cuanto entramos a su casa dos niños y un señor menudo de bigote nos recibieron asustados por nuestro aspecto, pero la señora comenzó a narrarle lo que sucedió pocos minutos antes y nos prestaron su ayuda. El señor se llamaba Joaquín y los niños eran Víctor y Joaquín segundo.

Nos dejaron bañarnos en unas regaderas muy cómodas, nos dieron ropa un poco grande pero que se podía ajustar y nos dieron algo de comer. Isabel consiguió unos jeans nuevos y una camiseta negra, ambas piezas eran de los días de juventud de la señora, Tommy se quedó con unos pantalones con tirantes y una camisa azul clara y yo con unos jeans rotos y una playera al menos 3 tallas mayor que antes pertenecía al señor, pero agradecí profundamente poder quitarme la antigua ropa llena de sangre y suciedad. En lo que comíamos, la señora nos explicó en donde estábamos.

Este lugar se llamaba la villa lux, aproximadamente a 500 kilómetros estaba la ciudad, pero no solían acercarse ahí por el coste de las carretas y nadie ahí parecía conocer lo que era un automóvil. Todos vivían felices, tenían una biblioteca, las tiendas se ponían en el atardecer y los parques estaban llenos de niños a cualquier hora del día. 

Ninguna vez hablaron de la guerra que estaba sucediendo a unos días de ahí, ni una sola vez mencionaron las bombas o los disparos, no mencionaron nada de eso y comencé a pensar que tal vez sí estábamos en otra línea temporal o espacial.

Cuando nos preguntaron sobre nosotros y nuestros motivos, Isabel les dijo que éramos viajeros que venían de muy lejos y que habíamos sido robados, que los 3 éramos hermanos y que nuestros padres habían desaparecido hace unos meses. Todo mentiras, pero los dueños de la casa se lo creyeron y nos dijeron que podíamos quedarnos todo el tiempo que quisiéramos.

Este lugar, donde las provisiones no escaseaban y la gente vivía feliz, era demasiado raro para nosotros, todo el tiempo pensaba en si era una trampa o si había muerto en el bosque y este era nuestro paraíso. Por fin encontramos un lugar donde la guerra no nos alcanzaría.

Al llegar la noche los 3 nos metimos en la misma habitación y nos pusimos a charlar.

-Mañana temprano saldré a buscar trabajo- dijo Isabel con una sonrisa, la misma que ponía cuando estábamos con nuestros padres, aquella que soñaba con un futuro- tal vez pronto pueda encontrar una casa y los tres vivamos ahí

Por un momento me permití imaginar eso, Isabel, Tommy y yo viviendo juntos una vida tan despreocupada como la de aquellos pueblerinos. Me encantó la idea. Pero al voltear a ver el bolso, una idea asaltó mi mente. No éramos los primeros en descubrir que aquel lugar era seguro, la anciana lo sabía, pero de todas formas murió en la guerra por un disparo ¿Por qué no vino ella aquí y se escondió de todos? La respuesta era simple, porque buscaba a aquellos seres mitológicos que detendrían la guerra y ahora esa misión recaía en nosotros. No. Recaía en mí.

-Tenemos que buscar a los 7- dijo Tommy en voz alta lo que yo estaba pensando- la anciana dejó aquella misión a Charly y debemos cumplirla

La sonrisa desapareció del rostro de mi hermana- Tommy, ya te dije que esos seres no existen, ahora ve a dormir

-Pero... ¿entonces la espada? Si los signos zodiacales no existen entonces ¿de quién es la espada? - continúo debatiendo el niño

-De seguro esa mujer la robó de algún mercader o algo así... duerme

-Pero el mapa decía que uno de ellos estaba aquí, necesitamos encontrarlo y matarlo, para que la guerra...

Un golpe fuerte lo interrumpió, Isabel había tirado al suelo un pequeño retrato de la familia- te prohíbo que vuelvas a mencionar la guerra o esos seres, ¡no existen! Y aquella mujer no era más que una loca chiflada y trastornada que cazaba fantasmas. No pondré a mi hermano en riesgo para ir buscando mitos, ¡¿Entiendes?!

Tommy no contestó, pero de su rostro caían pequeñas lagrimas que iban a parar a su cabello claro. Se acostó en la cama y se dio la vuelta escondiendo su rostro.

-Yo... lo siento...- murmuro Isabel y también se recostó. Al pasar unas horas, ambos dormían profundamente, pero yo seguía pensando. La anciana había dicho que la espada me guiaría, tal vez podría intentar descubrir algunas cosas más sin poner en riesgo nada. Solo por curiosidad.

Cuando llegó la media noche decidí que iría a la biblioteca a investigar más sobre ese lugar y sobre sus secretos, después de todo ahí debían existir registros o libros sobre esa historia, y tal vez pudiera encontrar algo que me explicara porque estaba en este lugar. 

Pero primero tendría que dormir en aquella cama que pertenecía a una bondadosa familia sin temer a morir incinerado por una bomba por primera vez desde hace mucho tiempo atrás. 

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Los Traidores del ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora