✡▪ XXXV ▪✡

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POV. Asmodeo

Cuando fui herido ese día, solo un pensamiento rondaba mi mente.

"Estoy jodido"

Había logrado arrastrarme hasta ocultarme detrás de una roca en aquel maldito palacio lleno de aquellas malditas ratas que solo buscaban acabarme, pero poco me importaba, ya que podía sentir mi muerte acercándose.

A los demonios el tiempo no puede afectarnos, pero la muerte, esa hija de perra, siempre está al pendiente para robarnos la vida.

Aquel día nos habían ordenado que atacáramos a unos humanos, eso era todo, Beldam dijo que sería fácil, una misión rápida y divertida, pero lo jodieron todo aquellos desgraciados.

Esa maldita perra había asesinado a Bahir y me había herido, podía sentir mi sangre escapando de mi cuerpo y mi ala rota detrás de la espalda incapaz de ocultarla o detener la sangre. La herida no cerraba, supongo que es demasiado profunda, así que este sería mi fin. 

Morir desangrado en territorio enemigo, no se oye muy heroico.

El dolor es lo peor, sin poder evitarlo comienzo a lamentarme patéticamente. Duele como el infierno, sé que estoy jodido.

Mi conciencia comienza a fallar, pero antes de eso escuchó una voz- ¿Hola? - guardo silencio e intento escuchar de donde proviene, escucho los pasos acercándose y pido a todo lo jodido del mundo que no me encuentre, sé que moriré, pero no quiero hacerlo en manos de uno de esos desgraciados- ¿Hola? ¿Quién está ahí?

Intento moverme, pero el dolor es insoportable. Normalmente una herida sana rápidamente en mí, pero esta no lo hace. Mi cuerpo está agotado, no puedo hacer nada, la sangre no se detiene.

Lo escucho acercarse aún más, espero a alguno de aquellos sádicos que me matarían sin piedad, pero lo que veo me sorprende. Debe ser una jodida broma o estoy viendo a un maldito ángel.

Esos ojos, joder, son bellísimos. Empuña una miniatura de cuchillo, tan pequeño que da risa, intenta verse valiente, pero está temblando aterrorizado. Sonrío incapaz de creer lo que estoy viendo, mi vida será tomada por un jodido niño bonito incapaz de sostener bien un arma. Esto debe ser una broma pesada y con eso en mente caigo a la más profunda de las oscuridades siendo incapaz de reaccionar y solo pensando que estoy muerto.

Milagrosamente despierto recuperado, no sé cómo logré aquello, pero la respuesta llega sola cuando intento levantarme y veo a ese pequeño abrazado a mi brazo. Sonrió sin poder evitarlo y retiro algo de su cabello. Al ver sus ropas manchadas de sangre pienso que fue herido, pero solo es mi sangre en su ropa.

Espera, ¿me salvó? ¿Por qué?

No importa, debo salir de ahí antes de que sus hermanitos lleguen o estaré perdido, pero por alguna razón no quiero irme. Quiero saber sus motivos, quiero conocer sus razones. ¿Por qué un zodiacal salvaría a un demonio?

Le quitó aquel patético cuchillo de las manos y cuando despierta lo hace confundido y asustado. Decido jugar con él y, maldición, es tan lindo. Cabello negro, piel clara y esos asombrosos ojos azules. En un rápido movimiento logró ponerlo debajo de mí y lo veo sonrojarse, tan malditamente atractivo.

Al intentar sacarle la verdad sobre mi rescate, él solo responde que no es un asesino, eso me da risa, todos somos asesinos, hasta la criatura más inocente puede convertirse en un despiadado ser, un poco de oscuridad y todo se pudre.

Lo reconozco, esos ojos solo pueden significar una cosa y si las historias que he escuchado son verdad, entonces tengo frente a mí al menor de los zodiacos, Piscis, el signo del agua. Intenta echarme de aquel lugar asustado, pero no lo dejo. 

Los Traidores del ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora