4. Nuevo hogar

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Tyler Durand

En eso se me prendió el foquito de malas ideas.

- ¿Vivos? Yo no viviré con esas criaturas - se queja Dina,

-Ahora que lo pienso no es tan mala idea- miento, es terrible.

-Ves Tyler, y más tú que estás vivo- dice mi madre extendiendo su mano en señal de aprobación.

-Debes convivir con los de tu especie- afirma papá alegre.

- ¿Especie? ¿Es en serio James? - murmura mamá, nada convencida.

-Perdón, no sé cómo... Decirlo- justifica papá con el mismo tono.

-Y muy alegre que estoy por esto- prosigo fingiendo una sonrisa.

-Pero... - protesta mi hermana, pero yo la interrumpo

-Vamos Dina a empacar- me apresuro y me levanto del asiento. Siento las miradas confusas tanto de Dina, Eugenio y Clara. Pero las ignoro.

- ¿Quién eres y que hiciste con mi hermano? - es lo primero que dice apenas entramos al cuarto

- ¿Qué? - me hago el tonto. Tomo una maleta de debajo de la cama y la abro encima de esta.

- Odias a los vivos Tyler- me recuerda. Yo la ignoro y abro mi armario sacando mis prendas- Benjamín, parle- insiste en nuestro código secreto, ella amenaza con la mirada y tiene las manos en la cintura.

-Está bien- me rindo. Suelto las prendas y caigo sentado en la cama-tengo que irme antes de que me maten, o ya sabes...

-Serás un simple muerto sin tumba- completa ella y yo asiento.

-Exacto, en este momento no soy precisamente el mejor amigo del señor Espinoza, y no es mi único enemigo- lo último lo murmuro-además no creo que duremos mucho allá.

Recuerden esas palabras.

No me creía lo de la mudanza, hasta que a la media noche ya nos encontrábamos cruzando El portal entre planos para ir al mundo de los mortales, el que sería desde ahora nuestro nuevo hogar, no lo sentí hasta que caí en cuenta de que siempre había estado en el mismo lugar, en la misma casa y había convivido con la misma gente, ahora tendría un hogar nuevo y no tengo idea de lo que depara el futuro, la verdad es que eso me aterra.

En el mundo de los vivos, nos mudamos a un vecindario llamado Villa Alta, conocido por ser un ambiente perfecto para la familia, un lugar de ensueño donde todo es felicidad, en realidad fuimos porque al parecer no roban. La primera impresión fue horrible e insípida, estaba dividido por bloques, cada uno dividido y para entrar debías pasar por una gran entrada toda blanca donde los de seguridad decidían si pasas o no, y es que así a quien le dan ganas de robar. Luego de eso una fuente rodeada de flores blancas y un césped verde y perfectamente cortado nos dieron la bienvenida, al igual que el montón de casas completamente blancas y con estructuras iguales, que asco.

Nuestros padres fueron a buscar una casa para vivir, mientras que nos dejaron a mi hermana y a mí explorar ese extraño lugar. Mientras más caminaba más tenía la sensación de que a había visto este lugar antes, en especial por la fachada de las casas, esa sensación de familiaridad me causaba un sentimiento extraño. Hasta que una de esas casas no se me hizo tan repetitiva, no era de un color distinto u otra forma, en realidad lo único distinto que tenía eran unas plantas en el porche y cortinas naranjas, allí fue cuando recordé donde había visto esa casa en particular, esa era la casa de Samanta, la hija del señor Espinoza. Definitivamente cuando mi mamá me llevó al Más Allá me lanzaron algún tipo de maldición ¿O cómo explicó tan mal suerte? Ahora las personas que más deseaba tener lejos están cada vez más cerca, creo que la muerte me está dando señales de que mi hora se acerca, por eso me trajo acá, para que vaya a darles mis medidas al carpintero y me haga un bonito ataúd.

Una Familia fuera de lo común [Durand #1] ✔ ¡En físico Muy Pronto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora