25.Latidos de un corazón inerte

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Tyler Durand

Debo admitir que ser valiente siempre ha sido una de mis características, me he enfrentado a casi todo lo que te puedes imaginar solo en tus pesadillas, pero esto me causa miedo, siento mis mejillas arder, mis piernas flaquear, mi corazón viviente latir a mil por segundo, un gran nudo en mi garganta y la sentía seca. Me arme de valor para bajar y ver a Samanta, a la bella Samanta, la chica que se igualaba a una Orquídea Negra.

Ah, y no me puse el gel de cabello.

Antes de bajar me asomé por el barandal del segundo piso que dejaba ver el primero, vi a Samanta sentada en un mueble conversando con mi mamá, Dina estaba en otra silla. Esto no iba bien, ¿Qué estarían hablando? Mamá se habrá enojado y la insultó y maldijo de todas las formas posibles o tal vez la interrogó y le dijo que nadie merecía a su hijo. No, Samanta estaba en una sola pieza y aún peor, sonriendo, entonces, seguro sacó el álbum de fotos y le mostró mis fotos más vergonzosas de cuando era un bebé regordete. Que conveniente sería que justo ahora se abriera la tierra, me tragara y me escupiera en Malasia. Ellas sintieron mi presencia y voltearon a ver rápidamente hacia donde yo estaba, provocando que me pusiera más nervioso.

-Hijo, ven, baja-me pidió mamá haciéndome una seña con la mano y una mirada que más me valía bajar cuanto antes.

Yo me apresuré en bajar las escaleras, donde Samanta se encontraba al pie de estas y al verme frente a frente me miró con sus bellos ojos y me dedicó es preciosa sonrisa.

¡Que no note que me sonroje más que un tomate!

Su sonrisa se siente igual a como una flecha se clavara en mi corazón y este le costara el doble bombear, el amor en verdad mata.

Le devolví la sonrisa y bajé la mirada nerviosamente, si seguía mirando sus ojos probablemente me desmayaría.

-Hola orquídea negra- me atreví al fin a hablar.

-Hola, príncipe impuntual.

Sí lo soy, pero dime que soy tu impuntual.

-Es que... Tenía cosas... Que hacer- me justifiqué con los nervios de punta.

-Hablando de cosas que hacer- nos interrumpe mi madre- Olvidaste sacar a pasear al perro de tanto rato que duraste encerrado en el baño.

Amo la discreción de mi mamá, noten el sarcasmo, por dentro estoy gritando.

-Ya saco a pasear a Max, mamá- traté de disimular, mis mejillas se sienten aún más calientes, es más siento toda la cabeza hirviendo.

- ¿Por qué no vas con Samanta? Podrían tener la clase de hoy al aire libre y sería más agradable.

- ¿Desde cuándo te agrada tanto Samanta? -protesté por lo raro que se estaba comportando- Papá tiene razón, estás loca.

Ella me lanza una mala mirada que me revela que otra vez solté algo sin pensar.

-Bien, si creo que sería mejor- afirma Samanta - solo si tú quieres, Tyler.

-Yo...-

-Claro que Tyler lo hará- me interrumpe mamá- él sabe que si llego tarde no está en derecho de exigir.

-Solo iba a decir que sí. - aclaré.

***

Ahora les enseñaré la forma en la que fácilmente puedes conquistar a tu amor platónico o quedar humillado frente a ella.

No podemos sacar a Max al parque, ya que sus heridas nos delatarían, y no mamá no acepta que ensucie la casa con sus desechos, por suerte el patio es bastante extenso. Samanta estaba sentada en uno de los bancos del patio mientras yo paseaba a mi perro, ella me hacía preguntas, puesto que como sería nuestra última clase me estaba haciendo un examen de repaso, o algo así, dijo ella, usa metáforas raras.

Una Familia fuera de lo común [Durand #1] ✔ ¡En físico Muy Pronto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora