9. La Cena

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Tyler Durand

Después de un rato Eugenio me llamó para cenar, la verdad no tenía apetito, pero era el momento de que mis padres vieran la herida en mi ojo y sintieran compasión por su pobre chiquillo y darse cuenta que vivir con los mortales fue una terrible decisión. Sencillo, volvería a mi antiguo estilo de vida, con mi liberad, en mi escuela, con mis amigos y...El señor Espinoza. Aunque ese sería un pequeño problema con que lidiar en el paraíso que no valoré, bien dicen que nada es perfecto.

Cuando llegué al comedor una atmosfera bastante pesada me envolvió, mi hermana con el cabello mojado y los ojos apretados, mi papá serio con la mirada fija a su plato y mamá descargando su ira con un trozo de carne que no se quería cortar, supongo no fui el único con un mal día.

En silencio me senté y nadie se preocupó en siquiera mirarme, paso un rato en silencio, cada uno concentrado en su plato hasta que mamá decidió hablar.

-¿Cómo les fue hoy? - preguntó, pero nadie se preocupó en contestar, nadie tenía ánimos de siquiera mover los labios y hablar.

-Conseguí empleo como cirujano en el Hospital- dijo papá luego de varios segundos, pero no se veía nada contento por eso.

-¿Y? Eso es bueno ¿Por qué esa cara? - preguntó mamá confusa.

Papá abrió la boca para hablar, pero luego se encogió de hombros y dejó salir un suspiro.

-James...-insistió mamá.

-No es la gran cosa, cielo, es solo que llevo bastantes años sin entrar a un quirófano, solamente no quiero...cometer un error. -papá se quedó mirando fijamente su plato que no notó cuando mamá le dio un apretón reconfortante en el hombro.

-¿Y a mis preciados tesoros como les fue en la escuela...? - mamá se inmutó cuando mi Dina y yo le lanzamos malas miradas y fue cuando se percató de nuestro estado.

No es que lo haya pasado por alto, es solo que no prefiere enfrentar los asuntos hasta que sea totalmente necesario y con papá tan decaído estaba sola, así que lo más probable es que antes de que mi hermana y yo le reclamáramos por traernos a este lugar se pondrá a la defensiva. Pero no, solo bajó la mirada y apretó los labios, casi me lanzó hacia ella a consolarla, sino fuera porque esta mujer es realmente impredecible.

-Princesa ¿Estuviste llorando? - pregunta papá a Dina volviendo a la realidad. Él probablemente ni siquiera sabía en qué lugar estaba parado hace unos segundos

-No, es que en la escuela me vaciaron una botella de yogurt en la cabeza, y pues me entró en los ojos.

Dina se sacó uno de sus ojos y golpeó la parte trasera para botar los restos de yogurt.

-¡Santo Dios! Debo pedir una cita con la directora y... ¿Y a ti qué te pasó en el ojo? - preguntó esta vez refiriéndose a mí.

-Soy muy inteligente- fue lo único que dije.

-¡Dios! ¡Jo...! ¿Cristina?

El sonido que emitió el impacto del puño de mamá contra la mesa retumbó por todo el comedor que hizo que a Clara casi se le cayeran las barras de pan que traía a la mesa.

-Está bien, es mi culpa- dijo con esa sonrisa que e erizaba la piel- ¡Es mi culpa por querer que mi familia creciera en un lugar normal y no rodeada de cadáveres putrefactos! Pero no consideré que tengo ¡UNA FAMILIA DE LOCOS! - gritó poniéndose de pie en un grito tan agudo que casi mi rompe los tímpanos- ¡Tú loco! ¡Tú loca! ¡Tú loco también!¡Hasta el maldito perro está loco! - dijo señalándonos a cada uno cuando ella era la que parecía desquiciada.

-¡¿Te atreves a llamarnos locos?! ¡Yo te advertí que venir acá era una mala idea! ¡Eres tan terca Cristina! ¡TÚ ERES LA QUE ESTA REALMENTE LOCA!

-¡¿Y por qué soy así?!¡¿No tendrá algo que ver con llevar más de veinte años junto a un loco diez veces peor?!

Los ojos de papá se abrieron como platos, su pálida piel se había puesto roja y sus músculos rígidos, son pocas las ocasiones en que había visto a mi padre enojado y era diez veces más aterrador que mamá.

-Tyler, Dianne, a su habitación, su madre y yo debemos hablar- ordenó con tono firme que nos dejó a mi hermana y a mí helados - ¡A su habitación ahora!

Rápidamente ambos subimos y nos quedamos en el balcón escondidos tratando de oír algo. Las discusiones en mi familia eran tan frecuentes como en cualquier otra familia, solo que normalmente papá calmaba a mamá, pero muy pocas veces él caía por la furia.

Casi olvidaba mi herida en el ojo hasta que pestañear se volvía casi insoportable, así que pasé la palma de mi mano por la herida y con un hechizo me deshice de ella, suspiré de alivio, fue una total molestia llevar eso toda la tarde.

-¿Por qué no hiciste eso desde el principio? - preguntó Dina.

-Porque lo necesitaba para despertar la ira de mamá y así se diera cuenta de que traernos acá fue una terrible idea- le conté y ella rodó los ojos. A veces no sé quién es el hermano mayor.

-¿No era más sencillo decírselo directamente?

-Sí, pero no me garantizaba la misma efectividad de esto.

-Estas igual de desquiciado que mamá- solo me encogí de hombros –Voy a mi cuarto antes de que mamá suba y sea peor.

Y como si lo hubiera adivinado se escuchó el sonido de una puerta fuertemente azotada y un jarrón cayendo por el impacto. Me teletrasporté al momento a mi habitación cuando oí el sonido de los tacones de mamá por las escaleras.

-¡Eugenio, alístele al señor Durand el sofá hoy va a dormir ahí! - indicó mamá.

-¿Estas desquiciada?¡Hay como diez habitaciones en esta casa! ¿Por qué debo dormir en el sofá? -protestó papá.

-Hay todo tipo de maldiciones en esas habitaciones, agradece estoy siendo considerada contigo.

-¡Duermo contigo todas las noches! ¿Cuál es la diferencia?

-¡¿QUÉ ACABAS DE DECIR SACO DE HUESOS?!- gritó mamá.

-Que me voy al sofá.

Este día salió peor de lo que esperaba, pero ojal esta discusión cambie el pensamiento de mis padres y pronto salgamos de este lugar y volvamos a nuestro verdadero hogar.                 

Una Familia fuera de lo común [Durand #1] ✔ ¡En físico Muy Pronto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora