49. La familia Durand

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Cristina Durand

He ganado montón de juicios en vida como en muerte, en el mundo de los muertos era defender en el estrado a los suicidas a ser condenados hasta acabar su vida. La mayoría de veces era porque se habían arrepentido a último momento. Esos juicios se llevaban a cabo en grandes cuevas oscuras, con muebles hechos en su totalidad de huesos humanos, rodeados de figuras negras encapuchadas de alrededor de tres metros de altura con una guadaña en la mano. Reclamarle al director de la escuela de mis hijos no debe ser la gran cosa.

- ¡Que le exijo ver al director! - le grité cansada.

-Él no los puede atender ahora, señorita, solo atiende a los representantes.

- ¿Y nosotros, qué demonios somos? - le pregunté en un tono alto.

-Sin ofender, pero ustedes no son los representantes de unos jóvenes de dieciséis y de diez años y ustedes no se ven de más de treinta. En especial, usted- lo último lo dijo refiriéndose a mí, no pude evitar poner una expresión ofendida.

-Disculpe, ¿Quién le da el derecho de insinuar sobre la edad de mi esposa? - reclamó James ya estaba tenso, molesto, una expresión poco común en él- Nosotros somos los padres de Dianne y Tyler, y estamos en todo el derecho de hablar con el director.

-Y para su información, tengo... Cuarenta y dos años- mentí.

-Sí, pero...- él me miró de arriba abajo- ¿Cuarenta y dos? – preguntó desconcertado y yo crucé mis brazos y asentí- Oh, están muertos, claro, lo había olvidado. Por eso no parecen de su edad, digo, pensé que ella era su madre- dijo señalando a María Laura.

- ¿Me está diciendo vieja? – preguntó ofendida.

-No, no, no, solo digo que ellos se ven muy jóvenes, y no parecen muertos. Y ella menos.

- ¿Mi esposa no parece muerta? - preguntó James enarcando una ceja. - ¿Y para usted cómo se ve un muerto? - dijo apoyando el brazo en el escritorio y reposando su cuerpo en él.

-Me refiero a que su esposa no parece muerta por lo linda que es.

- ¿Perdón?

-Digo... Yo... No... Bueno, sí... Pero...- tartamudeaba el hombre aterrorizado.

- ¿Sabe qué? Váyase al demonio, yo vine a hablar con el director- finalizo y fui a la puerta que estaba tras él dónde estaba el muy ocupado director.

La empujé por completo, mientras James venía detrás de mí, cerró la puerta de la oficina cuando estábamos adentro y...

-Señor y señora Durand, los estaba esperando.

No puede ser,

Yo conozco esa voz,

Aún la oigo con claridad en mis pesadillas,

Alcé la cabeza lentamente y volví a ver ese horrible rostro, con su horrible sonrisa.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - solté en un mal tono.

- ¿Acaso no estabas buscando al director, Cristina? Pues soy yo.

Maldije este momento de todas las maneras posibles.

Miré a James, quien estaba tenso, su expresión seria, sus ojos fijos en él, habían perdido aquel brillo característico, sus labios estaban fruncidos, y sus puños apretados, estaba aguantando las ganas de romperle la cara a este tipo, al igual que yo.

-Y díganme, ¿Por qué tanta urgencia en verme? ¿Acaso me extrañaban?

-Ahórrate tus ridiculeces- dijo James caminando hacia el escritorio, tomó la carpeta con los documentos necesarios para el retiro de los niños y lo tiró en el escritorio con impotencia- No tengo todo el día, Tyler y Dianne Durand no estudiarán más en este colegio, y será mejor que te encargues de ese muchacho Gabriel Noboa que se metió no solo con la integridad de mi hijo, sino que lo hirió físicamente.

Una Familia fuera de lo común [Durand #1] ✔ ¡En físico Muy Pronto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora