Hija

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7:

H I J A


E R I C K:


Saber que, probablemente la persona que más te odie en estos momentos viva en el departamento de al lado, te priva de horas de sueño, o al menos ese es mi caso. Después de haber asimilado nuestra cercanía, mi mente pasó contemplando una sola idea, y esa era ingresar a su departamento. No por lo que se imaginan, no escondo algún rastro psicópata en mi interior, es más bien debido al jodido reloj.

¿Y si ella lo está ocultando?

¿Y si es ella con la que me acosté? Joder, es que ya las coincidencias son muchas. Primero soy su tutor, después compartimos la misma ruta para ir a casa, y ahora resulta que es mi jodida vecina. La única vecina de piso con la que cuento.

¿Acaso mis cuernos también hacen parte de este rio de coincidencias?

Tomo mi mochila, la que se encuentra encima del sofá y abandono el departamento. Al sentir el aire acumulado del pasillo, de inmediato giro mi vista en dirección al ascensor, y no precisamente en busca de él, es en busca del departamento de Maia. Camino el par de metros que dividen los departamentos, cauteloso, pego mi oreja a la puerta de madera y trato de escuchar al fondo.

No escucho ruido alguno.

Intento empujar la puerta y esta no abre. Claro, ¿Quién deja su puerta sin asegurar antes de salir de casa? Chasqueo mis dientes y camino en dirección al ascensor.

Al parecer, la única manera de ingresar seria con las llaves, o que, por desgracia, deje la puerta de su balcón abierta.

Desgracia para ella, claro.

Tomo el ascensor y bajo al primer piso. Si mi memoria no me ha de fallar, hoy es el día en el que impartiré clases a Maia y una de sus hermanas. No recuerdo su jodido nombre, sin embargo, es la que hasta ahora me ha causado más problemas a la hora de pensar. Solo espero que no suceda nada extraordinario.


** ** **


Al llegar a la universidad, con el serio complejo de encontrarme a Daniela entre las puertas para reclamarme todo, ingreso y empiezo a subir las escaleras al observar el ascensor más que congestionado. Un par de estudiantes suben y otras bajan, haciendo que cierto trancón de personas se forma por un par de segundos. Estando en el piso 3, alzo la vista y observo a una de las trillizas, más a detalle la del capul... Su nombre ha de ser Margaret o algo parecido. Desvío mi vista de inmediato y doblo hacia la izquierda para continuar subiendo.

Es increíble como un par de chiquillas pueden jugar con la salud mental de un adulto. Vodka de mierda.

Al encontrarme ya en el piso para docentes, me encamino en busca de mi locker. Como rutina diaria, saludo a el par de profesores que están saliendo de la sala y les devuelvo sus sonrisas. Al volver a observar la puerta, detallo a una mujer caminando hacia mí. Y digo hacia mí porque no deja de verme los malditos ojos.

—Profesor Erick —llama, al quedarse estacionada en frente de mí, impidiendo mi ingreso a la sala.

Es una rubia de cabello corto, ojos café claros y piel casi tan pálida como la mía. No tiene tantos pechos, pero a juzgar por la figura de su cadera y el tamaño de su cintura, ha de tener un buen trasero.

Porque esta es mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora