Claridad en la oscuridad

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C L A R I D A D    E N    L A   O S C U R I D A D




E r i c k :

A las cinco de la tarde ya me doy por finalizada mi última clase. Tomo asiento encima del escritorio y veo a mis estudiantes abandonar el aula. Cada persona preocupada solo por su vida. Eso es bueno, porque me da la sensación de que nadie se dará cuenta que la siguiente semana, un idiota como yo no estará en este sitio.

En la clase de la mañana hice mi mejor esfuerzo para no demostrar mi enojo hacia Maite, y para no sucumbir ante la plena indiferencia por parte de Maia. ha estado demasiado extraña desde que cenó junto a mi familia. Sé que algo andaba mal desde que me dio el dinero, como si aquello hubiera simbolizado un punto final.

Si les soy sincero, estuve pensando en devolverle su dinero por cuotas, para al menos así tener un par de oportunidades más para verla.

Sueno como un jodido idiota. Lo sé.

Al estar el aula vacía, me doy cuenta que el jodido de Bruno me espera en el marco de la puerta. Hago un gesto de desacuerdo, tomo las llaves y me dirijo a la salida. Aseguro bien el aula entre las miradas del hombre y le doy vuelta a mi cuerpo.

—¿Qué haces acá? —le pregunto, molesto. —. No me gusta que sientan lastima por mí.

—No es lastima —defiende él. —. Solo pensé que quería ir a tomar unos tragos... ¡Yo invito, por supuesto!

—Esa mierda es lastima —le indico y después marcho con dirección al ascensor. Si voy a tomar con él, es probable que lo termine golpeando mientras finjo estar embriagado.

No puedo creer que todos los involucrados hubiéramos estado tan cerca el uno del otro. Ya comprendo el por qué actuaba tan amistosamente conmigo desde el principio.

Ha sentido lastima de mis cuernos todo este jodido tiempo...

Mientras camino me niego a ver los rostros que transitan por el pasillo y hago mi mejor esfuerzo para no parecer afectado. Bruno se instala a mi costado y al parecer, entiende que no deseo hablar.

Han sido pocas semanas, sin embargo, este lugar me venía mejor que una jodida escuela para adolescentes. Los primeros días me juzgaban, eso no se puede negar, sin embargo, como personas adultas me respetaban más que unos jodidos chiquillos.

Carajo... ¿Tendré que volver a dar clases en una escuela?

—Acepto la invitación —menciono.

Por el momento solo puedo esperar que el jodido rector no perjudique mi carrera. Si es así, imagino que puedo tomarme la libertad de mandar un par de hojas de vida...

Después de llegar al aula de docentes, abro el locker y saco mis pocas pertenecías: Una foto pequeña junto a mi madre y un paquete de cigarros. Corroboro que la computadora de la institución esté guardada, y al notarlo, no hago más que cerrar el locker con llave. Guardo los cigarros y la foto en mis bolsillos y dejo la llave por encima del casillero. Visualizo la salida del aula y salgo del lugar.

—Buenas noches —me despido de las personas en el marco de la puerta. Ellos me devuelven la cordialidad y después me encuentro con la mirada irritante de Bruno. —. Deja de hacer eso o no tendré más opción que romperte la nariz.

Porque esta es mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora