La verdad

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L A    V E R D A D


E r i c k:


No he podido encontrar al jodido de Bruno. Aunque no sé si sea una buena idea seguir buscando.

Quise hablar con él al terminarse la clase de la mañana, sin embargo, ese hombre no se le despegó a Maite en ningún instante. Ni siquiera tuve una oportunidad de llamarlo. Pensé que eso era bueno. Que, si continuaba así me librará de salir con esa mujer por la noche.

Pero, al meditarlo por un par de segundos, me di cuenta que era Maite de quien hablábamos. Después de lo que me dijo en las escaleras, me dejó en claro que es capaz de hacer muchas cosas.

Los meto en contexto. Me dijo que, si la llevaba a mi departamento, me diría si fue ella o Maia quien me hurtó todo.

Estoy contra la espada y la pared. Si se entera que vivo tan cerca de su hermana no sé qué sería capaz de hacer. Y tampoco deseo llevarla a mi departamento, eso le daría entrada para visitarme cuando quisiera.

Pero el reloj... el Jodido reloj. Si tan solo pudiera encontrar a Harold y decirle que me prestara su departamento, todo sería más fácil. Pero ni siquiera sé en donde carajos está.

Nunca pensé que la falta de un celular me jodería tanto la vida.

Al asegurarme de que mi locker ya no es presa de algún robo. Guardo las llaves en mi maletín y abandono el aula de docentes sin despedirme de las personas que se encuentran platicando en la salida. Decido no tomar el ascensor, así que camino hasta las escaleras. Un poco de tiempo me servirá para pensar, aunque todo ahora me indica que si quiero salir de toda esta mierda ya, tengo que seguir los caprichos de Maite.

Ojalá pudiera encontrarme con Maia. Decirle que su hermana irá a mi departamento. No quiero que piense mal de mí, pero si lo hago, ¿cabe la posibilidad de que ella, si es la persona que me robó, detenga todo esto?

¡¿En qué mierda estoy metido?!

Bajo los escalones, a paso lento. Pensando en todo lo que me rodea, en todo lo que puede suceder. Los pasillos están menos transitados que por la mañana, y el frio de la noche está más presente que nunca. Me detengo en el pasadizo del segundo piso, buscando un cigarro entre mis bolsillos, sin embargo, al recordar que el ultimo lo fumé esta mañana, me quejo. Cambio de rumbo al no desear terminar saliendo por el garaje, y ahora me dirijo a las escaleras eléctricas. Termino el pasillo y las visualizo funcionando.

Tendré que seguir las voluntades de mierda de la niña esa. Pero, si lo hago, lo haré a mi jodida manera.

Tomo las escaleras eléctricas vacías. Solo vacías para los que desean bajar, porque las que te llevan al segundo piso, están siendo usadas por alguien.

¡Por alguien que llevaba buscando toda la jodida tarde!

Bruno me sonríe desde abajo, y yo, en un acto descontrolado, paso hacia el otro costado de las escaleras en una acrobacia.

—¡Te estaba esperando, Erick! —me indica, sonriente. Se da la vuelta y baja los escalones para esperarme en terreno firme. Yo bajo las escaleras eléctricas y me ubico en frente de él. —. Vamos.

—¿Para dónde? —pregunto, intrigado.

—Te llevaré a tu casa —comunica. —. Estuve pensando en lo que dijiste, y es verdad. Me juntaré con personas que me agraden. Y tú me agradas.

Porque esta es mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora