parte 92

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-¿Estás listo?- preguntó Morales al joven

-Si- respondió luego de un pequeño silencio -Vamos-

El chico y el oficial salieron del auto, tenían cerca de 5 minutos estacionados afuera de aquella casa, grande, con un portón negro y paredes beige, la copa de algunos árboles se veía en lo que, claramente, es el patio

El adulto se acercó a la puerta en el portón, tocó el timbre algunas veces antes de detenerse, ambos esperaron unos momentos, no más de 2 minutos antes de que alguien abriera, era una mujer con el cabello hecho un chongo, un vestido azul hasta la rodilla con detalles blancos, no superaba los 35 años,

-Buenas tardes, ¿se encuentra el señor Damián Cedeño?- se adelantó a decir Morales

-Buenas tardes, ¿quien lo busca?- pregunto la mujer

-Me llamo Andrés Morales, oficial de policía- ofreció su mano a la mujer, el chico estaba un poco atrás -Necesitamos hablar de un asunto importante con él, no es nada grave pero si urgente- hablo sin especificar detalles

-Un gusto- respondió el acto -Vere si el señor está desocupado- dijo dando vuelta y regresando a la casa, cerrando la puerta tras ella

-Rodrigo, si tu hermano está aquí, ya tengo la orden de aprehensión, nada evitará que vaya a la cárcel-

-Luego de lo que me hizo, no se si la cárcel sea lo único que merece- hablo tragando en seco, unos minutos y la puerta fue nuevamente abierta, dejando ver a la misma mujer de hace rato

-El señor está en su oficina, pueden pasar a verlo- la mujer guío al oficial y a Rodrigo hasta la oficina, aunque el chico ya conocía el camino

-Buenas tardes- saludo Morales al entrar a la oficina del señor Damián, un hombre de cerca de 48 años, alto, algo ejercitado, bien vestido y con algunas canas en su cabello negro, Rodrigo se quedó afuera de la oficina

-Buenas tardes- respondió -Tome asiento- ambos se sentaron en unas sillas frente al escritorio, al dueño de la casa daba una sensación de confianza -Sea directo que estoy algo ocupado- dijo viendo los papeles en la mesa

-Sere breve, tenemos una orden de aprehensión contra el joven Daniel Cedeño Contreras- mostró el documento que acreditaba lo dicho

-¿Que está diciendo?- cuestionó con exaltación -¿Cómo que quiere arrestar a mi hijo? ¿Quien puso esa demanda?- se había puesto de pie, cosa que no intimido en absoluto al oficial

-Yo- dijo Rodrigo entrando al lugar, la cara del hombre quedó sin expresión alguna

Vio a aquel joven en la puerta de su oficina, sus ojos, cabello, su cara, habían pasado dos años, pero la cara de ese joven era la misma cara que su fallecida esposa, un nudo en la garganta se formó en el señor, no podía articular palabra alguna, abrió un poco la boca, pero no salió un solo sonido de ella, por su parte, Rodrigo luchaba consigo para no llorar, su cuerpo temblaba un poco, segundos después el adulto hablo

-¿Ro...Rodrigo?- fue lo que su cuerpo y boca le permitieron decir

-Si- se limito a decir, con su propio nudo de garganta

El hombre salió de atrás de su escritorio y rápidamente se acercó al chico que estaba inmóvil frente a la puerta, tomándolo en un abrazo fuerte y desesperado, sus ojos comenzaron a mojar sus mejillas muestras que Rodrigo dejaba su lucha interna, dejando que su cuerpo hablara por él, abrazo de la misma forma a su padre, comenzando a llorar

-Pa...papá- decía con su respiración agitada, si mirada era borrosa pero eso no le importaba, por fin podía sentir al abrazo de su padre

-Rodrigo...mi niño...mi pequeño- hablaba con la voz cortada y pegando el cuerpo del joven contra el

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