Draco caminaba con la cabeza en alto y el elegante glamour que siempre le ha distinguido, era algo tan extraño que de un momento a otro haya estuviese en un estado enfermizo a uno que tan radiante como el sol.
El Malfoy iba orgulloso, iba a hace las cosas bien como su mejor amiga le había recomendado. ¿Era el mejor momento? No, ¿Le importaba? Obviamente que no.
Lo complicado era él "como" iba a hacerlo. No quería algo tan llamativo y empalagoso como un Hufflepuff lo haría, no quería ser tan corriente como un Gryffindor o algo tan complicado como un RavenClaw. Iba hacer algo que gritara "Slytherin" y con un toque "Malfoy".
La clases de DCAO de Snape era medio teórica y el resto práctica. Tomando la parte teórica aprovecho, tomando un pergamino simulando tomar apuntes de la clases, aún así completamente entregado a la carta y si Harry no la aceptaba definitivamente le iba a lanzar un Crucio.Luego la dobló en forma de un grulla, sabía que volaría pues lo había hecho en años anteriores pero con otro contexto.
—Potter...—Le susurró, pero no volteó a verlo—Potter, Harry—Finalmente volteó confundido, le lanzó la grulla que cayó directamente en su mesa con delicadeza.Para su mala suerte Snape lo vio.
—¿Jugando en clase señor Potter?.
Habló el profesor con esa lúgubre voz.—No señor es solo que...
Harry no pudo terminar de explicar mientras deshacía los dobleces.—Entonces le parece esto más interesante que la clase—El profesor notó las escrituras que, aparentemente, no reconoció—Quizás quiere compartirlo con la clase.
Harry le miró con rabia, antes de levantarse e ir al frente del salón. Draco en ese instante sintió como el alma se iba de su cuerpo, alegrando sentarse hasta atrás donde nadie le viera.
—Querido Harry Potter—Las risas de los adolescentes no tardaron en llegar—Desde la primera vez que te conocí cambiaste mi mundo, desde que vi aquellos brillantes ojos verdes cuál esmeraldas supe que quería tenerlos, desde la primera vez que te escuché hablar supe que quería oírte por siempre. Pero me enseñaste algo, no todo se puede tener tan fácilmente.
»Algunas veces deberás luchar, sufrir y llorar para tener aquello que tanto anhelas. Pero es aquello por lo que te esfuerzas tanto que termina siendo mágico. Es por eso que quiero preguntarte, ¿Quieres ser mi novio?. Draco Malfoy.Harry completamente sonrojado miró hacia la mesa, y los alumnos también voltearon. Draco reía, reía de los nervios pues en ese momento quería estar 6 metros bajo tierra mientras se preguntaba si su padrino lo había hecho adrede
—Vaya forma de declaración, lo desconozco señor Malfoy. Puedes sentarte—Harry camino sonriendo por la bajo—15 puntos menos a Gryffindor por hacernos perder el tiempo.
—¡Pero!...Ron jalo a Harry para que se sentará, sabiendo que discutir con Snape es una perdida de tiempo.
Tras aquel show la clase paso completamente normal. Hasta que finalizó, cuando todos los alumnos se fueron Snape le dedicó las lindas palabras de "Si veo a mi Ahijado llorando, no le hago responsable de lo que haga".
Mientras Draco caminaba, no tan orgulloso como antes, realmente se sentía avergonzado y estaba completamente rojo. Fue cuando pudo oír unos pasos detrás de él, al voltear era el moreno quien estaba por alcanzarlo.—La carta.
—Si, la escribió yo, ¿Qué tiene?.
—¿Es en serio?.
—¿Parezco el tipo de chico que bromea con eso?.
Alzó ambas cejas.
—Sí es eso cierto, si quiero ser tu novio.
La cara de Draco se volvió un poema, una mezcla de asombro y alegría se presentaron. Quería gritar, saltar y llorar pero estaba parado ahí como un bobo"Juntarse con Gryffindors apendeja" recordó las sabias palabras de Pansy.Fue entonces que Harry le beso, no dudó en corresponderle a aquel corto pero tierno beso. Notó un ligero rubor en el moreno y sus ojos eran brillantes, lo mejor de todo es que él fue quien causo eso.
—Ejem...
Los chicos se sobresaltaron.
—Maldita sea Pans, ¡¿Desde cuándo estás aquí?!.
—Desde que te quedaste como bobo por culpa de Potter—Puso los ojos en blanco—Oh sí, Dumbledore les llama, a ambos.
—¿Para qué?.Preguntó Harry, la chica alzó sus hombros sin una respuesta concreta.La pareja se fue en rumbo a la oficina del director.
—¡Hey Drake!, ¡Me cuentas luego por qué esa declaración tan Hufflepuff!.
El mencionado le levantó el dedo del medio y la prefecta solo rió.
—Yo no planeé eso. Pensé que simplemente lo leerias, Snape pasaría y me responderías con una bola de papel porque eres un animal.
Harry rió ante esto, conocía a Draco y definitivamente no era de los chicos que te canta las mañanitas justo a media noche por tu cumpleaños.
Al llegar a la oficina del director se topó con aquel perro negro y grande que ya conocía, y también estaba un delgado hombre con cicatrices en su rostro. Draco simplemente bajo la cara avergonzado, recordando como se burló cuando se divulgó la noticia de su licantropía.
—Harry, Malfoy—El rubio simplemente bajo su cabeza algo avergonzado—Sirius me ha contado todos, estoy aquí para ayudarte—Habló con confianza, Lupin sabía lo que está pasando Draco y quería ayudar lo más posible sin importarle que su familia tenga relación directa con el señor tenebroso—¿Me permites ver dónde?—Draco entendió al instante, levantándose la manga dejando ver la herida que aún no cicatriza.
—A veces...se abre sola.Mintió, Harry lo supo al instante.
—La última vez que la vi no estaba así.
Lupin lo miro miró al licántropo más joven comparecido de él, recordando a su versión más joven.
—El que no cure no significa que dejes de convertirte en hombre lobo.
Él lo sabía más que nadie, el trato de abrirse la herida como si eso fuese la cura.
—Lo sé.
Reconoció.
—Nos permite un momento a solas. En la adolescencia suele, quedar varias marcas en varias partes.
Dijo señalando su mismo rostro como demostración.Dumbledore los despidió y ambos licántropos fueron hacia la habitación para revisar las cicatrices del rubio. Fue cuando repentinamente apareció Sirius en su forma humana.
—¿Es verdad que son novios?.
Harry se ruborizó al instante.
—¿Cómo lo...?
No tuvo que responder para entender a qué se refería.—Una mamá sabe todo. Y Quejicus me contó, es un chismoso de primera.Le contestó revolviendo sus ya desordenados cabellos.
—¿Nunca tuviste esa sensación?. Como si, fuera una conexión.