Capítulo 13

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Stella Baker

¿Por qué no me sorprende toda esta situación? No era de extrañar que Max acabara así por culpa de Andrés. Aunque no pensé que él llegara tan lejos como para golpearlo de tal manera. Suspiro, caminando de un lado a otro por toda la sala de espera. Siento algunas miradas sobre mí, la gente se estará preguntando que qué me pasa para no estar quieta en un sitio como las personas normales. La respuesta: no puedo. Quiero saber cómo está Max, si tiene algo grave o si se puede ir ya a casa. Sé que recuperará, pero eso no quita el hecho de lo que Andrés le hizo.

Se lo llevaron a hacer unas radiografías, para comprobar que no tiene nada roto. Probablemente tendrá una o dos costillas rotas, con todas las patadas que le debieron de dar. Es que hasta su cara estaba llena de moratones y sangre, me dolió verlo tan débil y en tan mal estado. Aunque me consoló que no haya perdido su humor, que siga bromeando a pesar de encontrarse como una basura.

Me llama la atención dos personas que entran a la sala de espera. Una chica y un chico. Ambos tienen el cabello castaño y son guapísimos. Se podrían considerar el verdadero «bi-panic». La chica tiene el cabello largo y ondulado, los ojos de un color azul intenso bastante bonito. El chico tiene el cabello castaño un poco desordenado y unos ojos grises bastante llamativos. Él es más alto que ella y parecen que son una pareja por la forma que el chico agarra la cintura de la chica.

—¿Qué le pudo pasar? —pregunta la chica castaña al que debe ser su novio.

—Ya nos lo dirán —dice el chico, depositándole un beso en la mejilla.

Toman asiento en las sillas que hay libres, al lado de la puerta. Paro de caminar, observando como el último señor que hay en la sala se levanta para irse. Ahora tan solo somos nosotros tres, no hay nadie más. Ellos me miran con curiosidad, yo tampoco les quito el ojo de encima. Comienzo a sospechar que sean amigos de Max, sobre todo porque él me ha dicho que Claudia es físicamente como la chica que tengo frente a mí. Y supongo que quien la acompaña es Matt, su novio.

—¿Estáis aquí por Max? —pregunto para sacarme de dudas.

—Sí —asiente Claudia—. ¿Eres Stella? —cuestiona, viendo cómo se asoma una sonrisita en sus labios.

Vaya, alguien les ha hablado de mí.

—Soy Stella —afirmo—. ¿Claudia y Matt? —pregunto y ambos asienten.

—Me ha hablado mucho de ti —dice Claudia con malicia y Matt le da un codazo—. ¿Qué? Es la verdad. ¿Y cómo te llevas con él? —cuestiona, alzando una ceja.

—Bien —admito—. Es un poco...

—¿Pervertido, insoportable, pesado, egocéntrico? Sí, un poco —ríe ella—. Créeme que si se comporta así contigo es porque... te tiene cariño. Es su forma de mostrar afecto —aclara.

—La tuya es llamarme estúpido —comenta Matt, mirando a su novia.

—No me gustan los apodos cariñosos —se defiende.

—Ni a mí —la apoyo—. Mi forma de dar cariño es insultar o golpear de broma.

—¿Ves? No soy la única —le dice Claudia a su novio, con una sonrisa—. ¿Y qué le pasó a Max? Sus padres tan solo me dijeron que lo habían golpeado, pero nada más —dice con preocupación.

Suspiro.

—Lo golpearon entre tres personas —resumo—. Él me llamó para pedirme ayuda, cuando lo encontré estaba hecho una mierda. La espalda pegada a la pared, medio dormido, dolorido y completamente golpeado —recuerdo su imagen—. Lo bueno es que... no perdió su sentido del humor.

Max y Stella ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora