Capítulo 40

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Max Parker

Luke y yo salimos a dar un paseo a la una de la tarde de un domingo. Yo, con mis gafas de sol, a pesar que no haga sol. ¿La lógica? Ninguna. Tan solo me apetecía llevarlas.

—Va a empezar a llover —comenta mi amigo, clavando la mirada en el cielo.

—Tengo paraguas, no te preocupes —sonrío.

—Pero solo tenemos un paraguas.

—Te abrigo con el mío, mi amor —bromeo, golpeándole en el brazo—. Como en las películas románticas, cuando empieza a llover y esas dos personas bajo la lluvia se refugian en el paraguas de uno de ellos... como dos enamorados.

—¿Enamorado de mí, Parker? —pregunta Luke, riéndose.

—Claro que sí, mi amor —le guiño un ojo—. Y ahora que estás soltero, por fin puedo confesarte mi amor.

Ligar con mis amigos es un método de vida.

—Qué pena, yo de ti no —admite.

Mi momento dramas ha llegado.

—No puedo creer que me estés diciendo esto —pongo una mano en el pecho, dramatizando la situación—. Me has roto el corazón y, además, te estás descojonando en mi cara —niego con la cabeza—. No me esperé esto de ti, Luke.

Él se ríe aún más y yo no tardo en unirme a su risa. Abandono mi momento dramas para reírme con él, mientras seguimos caminando por la calle. A estas horas hay varias personas en las terrazas de los bares, tomando una cerveza, un refresco o cualquier otra cosa. La mayoría son personas mayores que deben superar los treinta años. Luke y yo somos los únicos jóvenes que estamos en la calle.

Pasamos frente a un restaurante japonés, del cual sale Stella. Pienso que pidió algo de comer, pero tiene sus manos vacías, no compró nada. Observo como suspira, pareciendo frustrada por algo. Luke, al verme parado en medio de la calle mirando a esa chica pelinegra, me da un golpe en el brazo.

—Te gusta, ¿eh? —dice él, subiendo y bajando sus cejas.

El gesto de las cejas lo copió de Liam.

—Es Stella —le aclaro.

—Con más razón —se queda en silencio un par de segundos—. ¿No que te gustaba yo? —me reprocha, como si fuera mi pareja.

—Mi corazón está dividido entre ella y tú —bromeo.

—Preséntamela.

—¿Para qué?

—Quiero conocer a mi competencia.

—Créeme que sales perdiendo por todos lados, Luke. Pero como quieras...

Ambos nos acercamos a ella. Está de espaldas, así que no nos ha visto todavía. Pongo mis dos manos sobre sus hombros, sobresaltándola y ganándome un golpe de su parte.

—¡Me cago en la madre que te parió! —maldice, asustada.

Lleva mal los sustos esta chica.

—Esa boca, minion —río—. Stella, este es Luke, el amigo del corazón roto. Luke, ella es Stella... —los presento lo más rápido posible.

—La chica que te gusta —termina él, ganándose una mala mirada de mi parte.

—Hola, Luke —le saluda Stella—. Normal que le guste, si soy tan... perfecta —dice ella, mirándome.

—No te equivoques, Stella. El perfecto soy yo —le sonrío—. ¿Qué hacías ahí dentro? —cuestiono, mirando al restaurante.

Esa sonrisa que tenía en sus labios, se esfuma. Sé que pasó algo grave cuando me da esa mirada de preocupación. Desciendo la mirada hasta el bolsillo de su pantalón, donde parece guardar un papel.

Max y Stella ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora