Stella Baker
Y aquí estoy, haciendo ese algo pendiente que me quedaba por hacer. Algo que debí haber hecho hace cinco años, después de su muerte. Algo que me había aconsejado mil veces mi psicóloga, Helen. Y hoy, al fin tuve el valor suficiente para venir aquí, para visitar la tumba de una de las personas que más amé en esta vida. Fue difícil todo el camino que hice para llegar aquí y todos los obstáculos que hubo por el camino, pero lo logré o, mejor dicho, lo logramos.
En mi mano derecha, sujeto la carta que le escribí. Derramé varias lágrimas nada más empezarla, me costó demasiado continuarla, porque todos los recuerdos que vivimos juntos se agolparon en mi mente. Pero continué con esta carta, hasta terminarla. No podía dejar esto pendiente después de todo lo que hicimos para llegar aquí. Agarré todo el valor que tenía escondido en algún rincón de mi cuerpo y lo saqué al exterior. Ahora, en mi mano, tengo la carta que le debí haber escrito hace mucho tiempo.
Me detengo frente su lápida, viendo su nombre en ella. Jaden Blair. Alguien que no debió morir tan pronto, no por una razón tan absurda como una obsesión.
Mi vista se empieza a nublar por las lágrimas que se acumulan en mis ojos. Pestañeo un par de veces, sintiéndolas deslizarse por mis mejillas.
—No sabes cuánto te llegué a querer o incluso a amar, Jaden —comienzo, en voz baja, sin dejar de mirar su tumba—. Perdón por no haber venido antes, perdón por no asistir a tu funeral. Pero, no podía, no estaba preparada. Tardé cinco largos años, pero ya estoy aquí, Jaden.
Ni siquiera me hace falta leer la carta, me la sé de memoria.
—Teníamos tantas cosas por hacer, tantas cosas que planear para ser felices juntos... pero no pudo ser por culpa de esa chica que se interpuso en nuestro camino. No sabes cuánto siento que, por mi culpa, ella te haya hecho eso. Me imagino cuánto te tuvo que doler esa traición, ya que pensabas que era tu amiga. También me imagino tu shock al saber que ibas a... morir —más lágrimas se deslizan por mis mejillas—. Fueron cinco años de incertidumbre, de no saber la verdad, de no saber qué fue lo que realmente pasó contigo. Pero al fin lo averiguamos, Jaden. Fue Maddy quien te arrebató la vida aquel día, fue ella la causante de todo nuestro dolor. —Mi voz se va rompiendo con cada palabra que digo.
Una lágrima cae en la carta.
—No te imaginas lo mucho que te necesité y lo mucho que me hacías falta. Te extrañé y todavía te extraño, pero ya aprendí a soltarte. En realidad, no debí agarrarme a ti, pero eras lo único que tenía por aquel entonces. Eras tú, tan solo tú, Jaden. Dependía demasiado de ti y eso no era sano para mí. Lo asimilé y ahora debo no depender de las personas, porque sé que, si se van, me llegarán a causar mucho daño.
Tomo una pausa.
—Gracias Jaden, por estar ahí en esos momentos difíciles, por hacerme reír, por hacerme luchar por todo aquello que quería. Eras una persona estupenda, una persona que se hacía querer fácilmente. A pesar de todo, siempre te las apañabas para hacerme sonreír y eso te lo agradeceré eternamente. Recuerdo el último día que nos vimos, bajo la lluvia —sonrío y contengo un sollozo—. Fue uno de los mejores días de mi vida y créeme, que siempre lo recordaré. Ese fue nuestro último día juntos. Esa fue la última vez que te vi, la última vez que te oí, la última vez que te sentí. Y ahora, ni siquiera puedo recordar cómo era tu voz. Y es algo que sigue doliendo. No dejo de recordar esa tarde siempre que pienso en ti, porque éramos felices juntos y no sabíamos que esa felicidad, terminaría esa misma noche. Pero siempre prefiero quedarme con ese momento, en el que ambos ignorábamos todo lo malo que pasaba a nuestro alrededor, porque nos teníamos el uno al otro.
Me giro al escuchar un ruido, pero no es nada, no hay nadie más en esta parte del cementerio. Suelto un suspiro, continuando con la lectura.
—Siempre recordaré lo mucho que me amabas y siempre, te agradeceré ese amor tan sincero que me diste. Pero nuestra historia terminó hace cinco años y ahora, es hora de comenzar una nueva historia con una nueva persona. Aunque me duela, debo soltarte, debo soltar todo aquello que me hace daño para poder curarme y volver a ser feliz de verdad. Siempre te guardaré en mi corazón, pero debo asumir que ya te perdí y que no puedo hacer nada para devolverte a la vida —limpio mis lágrimas con el dorsal de la mano—. Me refugié en varias cosas para olvidarme del dolor por unos minutos, una de ellas fue la terapia, también la lectura y escritura. La terapia, me ayudó a superarte un poco. La lectura, me ayudó a escapar del mundo en el que vivía. Y la escritura, me ayudó a desatar todos los sentimientos que tenía retenidos en mi interior.
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Max y Stella ✓
Teen FictionNo son el prototipo de pareja perfecta. Tampoco buscan serlo. Son dos personas que tan solo quieren un poco de paz el uno en el otro. Pero esa palabra, «paz» no parece estar en su vida cuando tienen que enfrentarse a un caso de asesinato siendo unos...