Capítulo 44

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Stella Baker

Miércoles. Faltan dos días para la fiesta en la casa de Maddy. En clase observo a Max tenso, está agarrando con fuerza un bolígrafo mientras presta atención a la clase. En realidad, dudo que esté prestando atención, creo que está sumido en sus pensamientos.

¿Y si está tenso porque le llegó un nuevo anónimo?

—Max —lo llamo en voz baja, para no interrumpir la clase.

Él gira su cabeza hacia mí, sus ojos cafés conectan con los míos durante un breve instante. Intento analizar esa mirada, queriendo saber lo que le ocurre... pero no logro ver nada a través de ellos.

—Stella —dice mi nombre, en mi mismo tono de voz.

Mi corazón se acelera al oírlo. Lamo mis labios un poco secos y le vuelvo a hablar en voz baja.

—¿Qué te pasa?

—Nada, ¿por qué? —pregunta él.

—Te noto tenso.

—No es nada —dice, sin darle mucha importancia.

No es nada. Así que, algo hay.

—Max, te conozco lo suficiente como para saber que te pasa algo —insisto.

El timbre de clase suena, interrumpiéndonos. Suspiro frustrada, porque ahora Max se va a librar de esta conversación y no, me niego. Todos empiezan a levantarse y a irse de clase, ya que es última hora del día. Max tiene la intención de hacer lo mismo, pero lo agarro del brazo, obligando a que se quede.

—Tú no te vas a librar de mí tan fácilmente, Parker. Ahora mismo me vas a decir qué es lo que te pasa —le digo muy seriamente.

Él se queda callado, mirándome tan solo.

—¿Un nuevo anónimo? —le pregunto, preocupada.

—También, pero no me preocupa.

—¿Entonces qué te pasa?

—Tú.

—¿Yo?

Él rueda los ojos.

—Déjalo, me voy que Liam me estará esperando —dice él, apartándose de mí.

Lo agarro del cuello de la camiseta, acercándolo a mí.

—Una mierda. Sé que Liam va a comer con su novia —le digo, porque antes hablé con él—. No te vas a ir de aquí sin decirme que es lo que te pasa, Max. Eso te lo aseguro.

—Tú eres lo que me pasa —susurra contra mis labios.

Trago saliva con dificultad, sin dejar de mirarlo a los ojos. Busco las palabras correctas para este momento, porque en situaciones así siempre la cago.

—Me encanta dejarte sin palabras —admite con una sonrisa.

—Eres un idiota —me río, dándome cuenta de lo cerca que estamos y que nos hemos quedado solos en clase.

—Y tú una minion —me dice él, sin faltarle razón.

—Tu minion —paso mis manos por su cuello, acercándolo a mí—. Y tú, mi idiota —le digo, haciendo que sonría.

Y sin esperar un segundo más, él me besa. Sus labios besan los míos sin ninguna delicadeza, me besa con brusquedad y como si necesitara este beso con urgencia. Le devuelvo el beso con la misma intensidad, enredando mis manos en su cabello, agarrándome a él y tirando sin importar que le duela. Él gruñe contra mis labios y siento sus manos en mis piernas, para levantarme y sentarme encima de mi mesa.

Max y Stella ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora