Capítulo 50

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Max Parker

No lo entiendo. Miro a Stella. Ella está al lado de Andrés, hablando a solas. Ni siquiera me saludó al llegar a la universidad. Al principio pensé que fue por lo que leímos ayer, que eso le afectó y por eso quería estar sola... pero veo que soy yo el problema. Con Andrés se ríe y muestra una sonrisa en su rostro al hablar con él. Y a mí ni un «hola» me dijo.

Si no quiere hablar conmigo, yo tampoco la voy a presionar. No después de los mensajes que le dejé ayer y que ni siquiera leyó. Las cosas se están empezando a torcer y no sé qué hacer.

—¿Qué le pasó? —me pregunta Liam, mirándola—. No nos vino a saludar como siempre —dice él extrañado.

—Ya.

—Hola, Max —esa voz femenina hace que me gire.

—Hola, Maddy —sonrío—. ¿Qué tal todo? —le pregunto.

—Las cosas en casa van muy mal, nuestros padres no paran de pelear y mamá... prefiero no hablar de ella —agacha la cabeza, mirando al suelo—. Quiero irme de allí, pero no tengo ningún lugar en donde quedarme.

Observo una marca rara en sus brazos, agarro uno de ellos y veo que tiene una unos cuantos moratones y heridas en su blanca piel. Levanto su rostro, sus ojos están al borde del llanto.

—Está loca, Max —dice ella en voz baja—. Me insultó y me dijo que después de hacer todo lo que hicieron por mí, se lo pago hablando contigo. Y me pegó, mucho, me duele todo el cuerpo.

Luego soy yo el puto peligro para ella.

—No te puedes quedar en esa casa, Maddy. Puedes venir con nosotros, ¿sí? —le digo, con una sonrisa y Liam asiente—. ¿Siempre fue así? —me refiero a mi madre.

—Sí, siempre fue así. Muchas veces me controla todo, el móvil, a dónde voy o a dónde dejo de ir. Si hago algo incorrecto me pega, si digo algo que le ofenda también. En parte tuviste suerte al no vivir con nosotros, al encontrar otra familia que te tratara mejor.

—Sí, en eso tienes razón —suspiro.

—Y gracias por ofrecerme tu casa. Te quiero mucho, hermanito —me abraza.

—Y yo, Maddy.

Aún no estoy preparado para llamarle hermana. No puedo, todavía es algo que me cuesta asimilar. Y ahora con lo que me dijo de mi madre... ¿esa señora está mal de la cabeza o qué?

«Sí, lo está.»

Mientras abrazo a Maddy, sigo viendo a Stella y Andrés charlar tranquilamente. Andrés sí me mira, pero Stella evita hacerlo. Eso duele, porque pienso que me está ignorando.

Aunque, ¿acaso no lo ha hecho? No respondió ni un solo mensaje mío, tampoco me saludó nada más llegar a la universidad. Lo de los mensajes me da igual, porque pensaba que lo de ayer la había dejado tan afectada, que no quería responder ningún mensaje a nadie. Pero ahora, al verla con él, siendo feliz...

Desvío la mirada hacia otra persona, una que no veo desde hace varios días. Me asombra su presencia, haciendo que me olvide de mis dramas con Stella. La pelirroja, Vanessa. Ella tiene la piel más pálida que de costumbre, observo unas marcadas ojeras en su rostro y parece enferma. Está más delgada que de costumbre, la ropa le queda grande y se pueden ver sus clavículas con facilidad.

Parece enferma.

Y creo que es demasiado tarde para hacer algo.

—Vanessa... —dice Maddy al mirarla—. ¿Qué le pasaría?

Max y Stella ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora