Capítulo 28

2.2K 197 24
                                    

Stella Baker

La música resuena por todo el local nada más llegar. Veo a la pelinegra de ojos azules esperarme a un lado de la puerta, fumando un cigarrillo mientras tanto. Al verme, lo tira al suelo y lo aplasta con su zapato. Ella también se ha arreglado. Lleva vestido de color negro, más discreto que el mío. Al darse la vuelta, veo que tiene una gran abertura por su espalda. Es lo único que enseña, al igual que las piernas. Los brazos están cubiertos por esa fina tela negra. Su cabello negro está ondulado y sus ojos azules es lo que más resalta de ella en este momento. Se acerca a mí, agarrándome del brazo.

—¿Quiénes sois? —cuestiona el guardia.

Hannah luce incrédula.

—Una de las dueñas del local —le informa, con una sonrisa—. Hannah Black Harper, si mi nombre no te dice nada, pregúntale a mi padre. Vergüenza te debería dar no conocer a los hijos de tus jefes, mal empleado —actúa dramática, haciendo que el guardia luzca confuso—. Vamos —dice Hannah, abriendo la puerta.

Ambas nos adentramos al pub, donde la música suena con más fuerza. El interior está abarrotado de gente. Me impresiona la cantidad de personas que caben en este gran espacio. Hannah me guía hasta la barra, esquivando a toda la gente que se pone en nuestro camino. Vemos un par de taburetes libres, reservados por Carl. Él al vernos nos saluda con su sonrisa.

—Hola, Carl —saludamos nada más llegar.

—¿Algo de tomar? —pregunta.

—Lo de siempre —dice Hannah—. ¿Qué tal con Max? —cuestiona, dirigiendo su mirada azulada hacia mí.

—Bien, somos...

—Amigos —adivina lo que voy a decir—. Los amigos no se besan.

—Depende qué amigos —replico.

—Acepto que hay amigos que se dan picos, pero picos —recalca la última palabra—, no besos apasionados que llevan a la lujuria.

Carl nos sirve dos copas, sin prestar atención a lo que hablamos. Al ser sábado, el local está lleno de gente. Es uno de los tres bármanes que hay en la barra, por lo que debe trabajar mucho el día de hoy.

—El caso es que nos llevamos bien —le digo a Hannah—. Estamos cómodos el uno con el otro y podemos hablar de cualquier tema.

—¿Sientes algo por él?

—Nada.

Ella sonríe, llevándose la copa a sus labios.

—Y no quiero hablar de él ahora, centrémonos en esto —señalo el local—. Necesito despejar la mente de todo lo que está pasando.

—Es decir, de tus sentimientos hacia Max.

—Exacto.

—Te vas a acostar con alguien simplemente para tratar de alejar todos esos posibles sentimientos que tienes hacia él —adivina—. Ya que le temes al amor. Predecible, estrellita —sonríe.

No digo nada, únicamente bebo la copa que Hannah pidió. Si lo que dice ella es o no cierto, la verdad es que ahora mismo, no tengo idea. Puede que haya venido aquí para eso, o puede que haya venido para pasar el tiempo.

—Vienen unos chicos —murmura Hannah, viendo a esos chicos tras de mí.

Me doy media vuelta, comprobando que dice la verdad. Ambos dos son simples desconocidos que quieren invitarnos a una copa y lo que surja. Conozco esas intenciones en la mirada de la gente. Pero hay un problema. El problema es que como quieran algo con Hannah, lo van a tener complicado. A no ser que tengan tetas y una vagina, ella no les hará mucho caso.

Max y Stella ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora