Prólogo

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[Nueva versión de Max y Stella, con nuevas escenas, nuevos personajes y algunos de los antiguos personajes, con las actitudes un poco distintas. Llevo meses escribiendo esta nueva edición para publicarla ya completa aquí, en Wattpad. Espero que os guste <3]

Stella Baker

Conocer a Max no estaba en mis planes semanas atrás. Mucho menos vivir lo que estoy viviendo con él. Mi mente niega a sentir algo por él, pero mi corazón le hace caso omiso. Es... especial. Único, diferente. No bebe, no fuma, no es tóxico. En cambio, es sarcástico, divertido, pervertido, un buen chico con el ego en las nubes. ¡Le gusta leer! Podemos comentar cualquier cosa de cualquier libro que hayamos leído los dos. En resumen, es un chico diseñado para mí. Pero mi mente se niega a sentir algo por él para no hacerle daño. No se lo merece. Max nunca se ha enamorado. Yo me he enamorado y me ha salido muy caro el dolor que él me dejó.

Aunque, volviendo a la realidad. Estoy con Max. Caminando por las calles desiertas de Barrow, la ciudad donde vivimos. Él insistió en que lo acompañara a un lugar y yo, no me negué.

—¿A dónde vamos? —pregunto, al cabo de un rato.

—A un lugar que te gustará —contesta él con una sonrisa—. Aunque no te gustará tanto como te gusto yo —ríe.

Y ahí su ego. Ruedo los ojos y me uno a la risa con él. Paro de caminar al ver que Max se detiene frente a una librería. En el escaparate puedo mirar los títulos más recientes que han salido este mes. También los libros más vendidos y destacados. Max me hace un gesto para que entre con él. Lo sigo escaleras abajo, adentrándome a esta gran librería repleta de libros.

Dicen que el físico no importa, pero...

Entre un libro de cien páginas y otro de seiscientas. Escojo el de seiscientas. Entre un libro en físico y otro en PDF. Escojo el libro en físico. Me gusta perderme entre las páginas, imaginar escenarios ficticios, transportarme a lugares a través de mi mente sin tener que poner un pie fuera de casa.

La librería está vacía. No hay ni un alma aquí dentro. Estamos la que atiende el local —que está más aburrida que yo la primera vez que fui a una misa—, Max y yo. Nadie más. Siento las manos de Max en mi cintura, acercándome a él para decirme algo:

—Elige el libro que quieras, yo invito —susurra cerca de mi oreja.

¿Quién iba a decir que por esas palabras tan simples todo mi ser se paralizó? También siento un pequeño escalofrío recorrer mi espina dorsal por el maldito susurro.

—¿Ese no es un meme? —pregunto, frunciendo el ceño.

Es uno que dice: «¿Y cómo la enamoraste? —La llevé a una librería y le susurré al oído: escoge el libro que quieras, yo invito.»

Por la cara de Max sé que la respuesta es: «sí, pero no estropees este bonito momento».

—Sí, lo reconozco. Ahora elige un libro y no protestes, minion.

Se ha acostumbrado a llamarme así por mi estatura. Tan solo me saca una cabeza, le llego a la altura del hombro, no entiendo por qué se burla tanto de mi altura. Lo reconozco, no soy la más alta, pero tampoco la más baja.

—¡No soy una minion! —protesto.

—Perdona, metro sesenta —se burla de mi altura.

—Metro sesenta y uno —le corrijo—. Y tú cállate, que no eres tan alto.

—Ajá y por eso te tienes que poner de puntillas para darme un beso —murmura—. Escoge un libro anda, aprovecha que estoy de buen humor.

—Y que quieres conquistar mi frío corazón —añado, con una sonrisa.

Max y Stella ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora