Stella Baker
La música retumba en mis oídos nada más salir del cuarto de baño. Max me sigue al exterior, volviendo a la pista donde hay varias personas bailando. Algunas están perreando, otras medias borrachas con sus copas en la mano. Reconozco la canción que está sonando ahora. Es Mr. Saxobeat de Alexandra Stan. Una de mis canciones favoritas, sobre todo, si es para bailar.
Arrastro a Max hasta la pista, haciéndonos un hueco entre toda la gente que hay a nuestro alrededor. Paso ambas manos alrededor de la nuca de Max, acercándolo más a mí. Me tengo que poner un momento de puntillas, para parecer un poco más alta. Siento sus manos nuevamente en mis caderas, presionándome contra su cuerpo. Mi respiración se acelera por unos segundos, al ser consciente de lo cerca que estoy de él. Acaricio su cuello con las yemas de mis dedos, deslizando mi mano hasta tocar su pecho. Asciendo la mirada para verlo a sus ojos cafés. Si la mirada fuera el reflejo del alma, su alma sería jodidamente atrayente, pícara, lasciva. Sé que recuerda el beso que nos dimos antes en el baño, sé que necesitaba algo más, al igual que yo.
—Sé lo que pretendes hacer —murmura él.
Una sonrisa se plasma en mi cara.
—¿Qué pretendo hacer, según tú?
—Provocarme.
«Un poco, nada más.»
Disfruto de la canción, sin hacerle el mínimo caso. Todavía cerca de él, aprovecho para cantar el único trozo de canción que me sé.
—Hey sexy boy, set me free. Don't be so shy, play with me. My dirty boy, can you see? You are the one I need —canturreo, a escasos centímetros de sus labios.
Me encanta provocar a cualquier persona. Ver como su mirada se oscurece por la dilatación de sus pupilas y, sobre todo, sentir como su respiración se acelera, al igual que la de él en este instante. Sus dedos se hunden en mis caderas, advirtiéndome que no diga ni haga ninguna cosa más que pueda provocarlo. El beso le ha afectado bastante, más de lo que él quiere reconocer. También verme a mí, así vestida. Supe que elegí el vestido perfecto en cuanto me lo probé y me miré al espejo.
Algunas personas llegan a chocar con nosotros, pero les restamos importancia. Desvío mi mirada, viendo que Liam está todavía con Charlotte, sin prestarnos alguna atención. Luego, está toda la gente que nos rodea. Algunos están tan borrachos que sus «bailes» resultan graciosos. Nadie nos está prestando atención, cada uno está a su tema. Tan solo somos unas personas más en el pub, en medio de la pista.
Dirijo mi mirada hacia Max, observando en su rostro algún que otro moratón a punto de ser curado. Pero, inevitablemente, mi mirada baja hasta sus labios. Mi respiración se acelera sin que él tenga que hacer nada. Las ganas de volver a besarlo están ahí, a punto de salir. Siento los fuertes martillazos que da mi corazón en el pecho. No está nervioso, sino agitado.
—¿En qué piensas? —pregunta él. Vuelvo a ascender mi mirada hacia sus ojos cafés, aparentando normalidad. Aunque mi mente, no se calla.
«En besarte, llevarte a mi casa, invitarte a mi cuarto y no para dormir exactamente. Quitarte la ropa lentamente, desnudarte al completo y...»
—En nada, nada —contesto, simulando una tos.
No me cree. He tardado mucho en responder. Él humedece sus labios, que están un poco secos, pero que yo misma podría humedecer. Sacudo mi cabeza, tratando de evitar esos pensamientos ahora.
—¿Y tú, en qué piensas? —pregunto, curiosa.
Él sonríe. Y es una de esas sonrisas que te derriten nada más verlas. Muestra esos hoyuelos que lo hacen parecer tan tierno...
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Max y Stella ✓
Teen FictionNo son el prototipo de pareja perfecta. Tampoco buscan serlo. Son dos personas que tan solo quieren un poco de paz el uno en el otro. Pero esa palabra, «paz» no parece estar en su vida cuando tienen que enfrentarse a un caso de asesinato siendo unos...