Capítulo 7

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Stella Baker

Nada más despertarme leo el mensaje que me dejó Max anoche. No pude leerlo porque a esa hora yo ya estaba dormida y con el móvil en silencio. Le mando un «Buenos días, capullo» De forma cariñosa, aclaro. Deposito el móvil en la mesita de noche, levantándome de la cama para aprovechar bien el día de hoy. Abro las cortinas, dejando entrar a toda la luz del exterior a mi cuarto.

Voy al cuarto de baño, abro el grifo del agua caliente de la bañera para darme un gran baño relajante. Sobre la tapa bajada del retrete, apoyo mi teléfono móvil. Activo la playlist de música que tengo para bañarme, reproduciendo las canciones que más he escuchado últimamente.

Una vez llena la bañera de agua caliente, cierro el grifo. Me desvisto, dejando todas mis prendas en el cesto de la ropa sucia. Poniendo una mano en la pared, apoyándome en ella, entro en la bañera con cuidado, pisando las alfombrillas que compré hace unos días para la bañera. Entro sin ningún problema, compruebo que la temperatura del agua es perfecta y me doy un largo baño. Escuchando la música que reproduce mi teléfono móvil que, por cierto, es bastante variada.

El agua me llega hasta el cuello, cubriendo casi todo mi cuerpo a excepción de la cabeza. Relajo todos mis músculos, disfrutando de este pequeño momento de paz y tranquilidad. Reservando todo tipo de fuerzas para esta noche en la fiesta de Andrés.

Después de diez minutos —unas tres canciones en total—, agarro la esponja y comiendo a lavar mi cuerpo con un gel que huele a vainilla. Lavo mi cabeza con otro gel que suaviza mi cabello pelinegro. Al cabo de un rato, cuando el agua se empieza a enfriar, salgo de la ducha. Quito el tapón de la bañera para que toda el agua se vaya. Mis pies descalzos caminan hasta la pequeña estantería donde están las toallas. Alcanzo una de ellas, envolviéndola alrededor de mi cuerpo y me miro al espejo, ligeramente empañado por el calor del baño. Lo limpio con la palma de la mano, viendo mi reflejo en él.

Mi cabello mojado me llega hasta los hombros. Pienso en volvérmelo a recortar porque está creciendo más de la cuenta. Siempre lo corto por la línea de la mandíbula, pero esta vez lo dejé crecer un poco más. Eso ahora mismo no es una de mis prioridades máximas. Ahora solo pienso en vestirme porque me estoy helando fuera de la bañera. Apago la playlist, dejando mi móvil en completo silencio.

Atravieso la puerta que da a mi habitación, buscando en el armario algo para ponerme ahora. En la noche ya elegiré con más detenimiento qué vestirme para la fiesta. Ahora mismo me apaño con una simple camiseta fina de manga larga y unos pantalones de chándal. Seco mi corto cabello en unos minutos y le paso la plancha, para que no quede con tanto volumen.

Recibo una llamada de Max, probablemente ya leyó mi mensaje de buenos días. Descuelgo enseguida, ya que ahora mismo no tengo nada que hacer, todavía es temprano. Faltan un par de horas para comer.

—Hola, Max —lo saludo con una sonrisa, como si me pudiera ver.

—Hola, Stella —dice, adormilado—. ¿Preparada para la fiesta de Andrés?

—Eso creo, ¿y tú?

—No tengo ganas de verlo, pero sí. ¿Qué tal ayer con él después de clases?

—Le dejé claro un par de cosas —le informo—. ¿Por qué? ¿Qué piensas que pasó? —pregunto con una gran curiosidad.

—¿Yo? Nada.

—Ocultas algo, Parker.

—A mi abuela troceada en el congelador —dice con ironía.

Me río.

—¿Ayer te besaste con Andrés? —pregunta de golpe.

Me quedo sorprendida por su pregunta, pero mis labios forman una sonrisa e inevitablemente, cuestiono:

Max y Stella ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora