Capítulo 27

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Stella Baker

Acepto que me preocupó el tema de la vuelta de Raven aquí, a la ciudad. Pero eso tan solo fue el primer día, cuando Max me lo contó. Ahora estoy bien, siento que, si la vuelvo a ver, le diría un: «adiós, vete de mi vida como hace cinco años.» Ella no me preocupa, es más, igual y ni me reconoce.

Ahora mi preocupación es lo que tengo frente a mí. El edificio donde antes vivía Jaden, donde ahora viven sus padres. Inevitablemente, mi mirada se dirige hacia la azotea. Pienso que es de noche, que él está en el borde, a punto de saltar, mirando hacia abajo. ¿Qué pensaría antes de morir? No tengo ni idea. Me imagino a él, dejándose caer al vacío, aterrizando en el suelo que ahora mismo estoy pisando.

Porque es en este lugar donde él murió.

Un gran vacío alberga en mi pecho, advirtiéndome que todavía no lo he superado, que el dolor de la muerte de Jaden todavía sigue tan presente como hace cinco años.

Camino con lentitud hacia el portal, llamando al telefonillo para que me abran la puerta. Empujo el portal, adentrándome en el edificio. Los recuerdos invaden mi mente. Recuerdos de épocas felices que ahora torturan mi alma.

Subo las escaleras, contemplando que el interior del edificio, no cambió nada. Únicamente les dieron una nueva pintura blanca a las paredes, logrando que haya una mayor claridad. Las escaleras son de una madera clarita y los pasamanos de una madera oscura. Sigo avanzando hasta llegar al segundo piso, donde me encuentro la puerta de la casa de la persona que tan feliz me hacía y, a la vez, que tan tristeza me ocasionó.

Presiono el timbre un par de veces, informándoles que ya llegué. Ellos no tardan en abrirme la puerta, dejándome pasar a su casa.

—Cómo has crecido —murmura May, abrazándome nada más entrar.

Esperé que ella me abrazara, siempre lo ha hecho cuando venía por aquí. Por eso le tengo tanto cariño, porque a pesar de todo, siempre me trató como a una más. Me dio el espacio y tiempo que necesitaba y, esperó pacientemente mi llegada. Al igual que el padre de Jaden, quien me saluda con una pequeña sonrisa.

En la casa nada cambió. Las paredes siguen pintadas del mismo color, los sofás siguen colocados en el mismo sitio. Las fotografías y los libros ordenados perfectamente en la estantería del salón. Giro mi cabeza, hacia donde estaba la habitación de Jaden. La puerta está cerrada y no sé qué haya dentro de ese cuarto. Dudo que siga su habitación tal y como estaba hace cinco años. Se habrán deshecho de todos sus recuerdos, porque los estaba atormentando. Trasladarían sus cosas a otro lugar, dudo que las hayan tirado a la basura.

Tampoco pienso mucho en ello. Me siento donde May me indica, en uno de los sofás.

Donde años antes Jaden había confesado sus sentimientos por mí.

—¿Cómo estás? —me pregunta su padre.

—Bien, creo. Ya sabéis, es complicado, pero estoy mejor.

—Con nosotros puedes abrirte, Stella —dice May, agarrando mis dos manos con las suyas. Están heladas, percibo—. A nosotros también nos sigue doliendo su muerte, a pesar de tantos años —confiesa.

Suspiro.

—Ya ha pasado mucho tiempo y necesito rehacer mi vida —recuerdo las palabras de Helen—. Aunque no es tan fácil como parece. Intento pasar de página a todo esto, porque sé que Jaden no va a volver, lo acepté desde el primer día. Pero él todavía sigue doliendo como el primer día y no sé qué hacer para que todo este dolor se vaya. Seguí los pasos de mi psicóloga y no me fue tan mal, pero todavía hay algo dentro de mí que no se ha arreglado. Siempre pienso en por qué se suicidó y me culpo a mí misma por no... haberme dado cuenta lo mal que podía estar él.

Max y Stella ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora