Max Parker
Destrozado. Esa es la palabra que define mi estado físico. Estoy jodidamente jodido. Me duele cada parte de mi cuerpo: brazos, abdomen, piernas, incluido los párpados. Lo acepto, el dolor fue a menos, esto no es nada comparado con el primer día, pero sigue doliendo.
Ahora mismo estoy acostado en mi cama, con la televisión de fondo. Aprovecho este pequeño tiempo libre para leer un poco, sin que nadie me interrumpa. Liam está resfriado en su cuarto, apenas viene a verme para no contagiarme lo que él tiene. Sigue con fiebre, tos y dolor de cabeza. Mejor que se aleje de mí, ya estoy lo bastante jodido por fuera como para estarlo ahora por dentro.
Escucho unos pasos corriendo en la otra habitación, acto seguido, a Liam vomitar. Sí, él está hecho mierda también. Subo el volumen de la tele para no tener que escucharlo. Me dan náuseas con tan solo oírlo.
El timbre suena. Liam va a abrir la puerta, casi como nuevo al haber expulsado todo eso por su boca. Está pálido, sudoroso y con una manta de color azul por encima de sus hombros, cubriéndolo del frío. Yo tan solo pido que sea Stella quien llama a la puerta, o Vanessa. No soportaría la idea de aguantar a Julia después de lo del otro día.
—¿Dónde está Max?
No, por favor, ella no.
—En su cuarto —informa Liam.
—Gracias, Liam —dice, probablemente con una sonrisa.
Giro mi cabeza, viendo un bote de pastillas, pensando en tomármelas todas con tal de no aguantar a Julie. Son paracetamoles para el dolor, lo que me recomendó el médico. Pero no tengo agua a mano y no pienso tomarme las pastillas sin agua, no soy capaz de tragarlas.
—¡Hola, Max! —saluda ella, alegre.
Dios, mátame.
Va vestida como las modelos que aparecen en las revistas. Un jersey blanco con cuello alto, un pantalón de color negro con unas pequeñas roturas. Por encima del jersey viste una larga chaqueta de color marrón claro, del mismo color de las botas que trae puestas en sus pies. No me detengo más a mirarla, porque me da pereza.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto con cansancio.
—Tan solo quería verte —dice ella, sentándose al lado de mi cama.
—Y yo quiero morirme, sin embargo, estoy vivo.
—¿Qué te pasó? —pregunta, ignorando mi comentario.
—Pregúntale a Andrés lo que me pasó —contesto de mal humor—. Si piensas que tu visita...
—Siento lo del otro día, de verdad —se disculpa, con una falsa sonrisa—. Estoy un poco celosa de Stella, con ella pasas mucho tiempo y yo tan solo recibo malos comentarios o ignoraciones por tu parte.
Me callo un mal comentario.
—Cada uno recibe lo que merece —le digo, mirándola a sus ojos—. A ver, te explico una cosa —tomo una respiración profunda, armándome de paciencia—. Si yo paso mucho tiempo con Stella, quiere decir que me gusta estar con ella. Si yo a ti te ignoro, significa que no quiero estar contigo, no me gusta tu compañía —aclaro con crudeza.
Espero que así lo entienda.
—Mi compañía te puede agradar —dice ella, bajando su tono de voz—. Déjame demostrártelo —sonríe maliciosamente.
No, no lo entiende.
Aprovecha que está sentada a mi lado y que apenas puedo moverme para acariciar mi pecho con su mano. Me tenso ante su toque, sintiéndome incómodo al momento. Más aun cuando conozco sus intenciones, viendo como su mano baja lentamente hasta mi entrepierna.
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Max y Stella ✓
Подростковая литератураNo son el prototipo de pareja perfecta. Tampoco buscan serlo. Son dos personas que tan solo quieren un poco de paz el uno en el otro. Pero esa palabra, «paz» no parece estar en su vida cuando tienen que enfrentarse a un caso de asesinato siendo unos...