LA VIDA DE QUINN PARECÍA MUCHO MÁS simple de lo que era. Los primeros años de su vida le eran borrosos y no sabía si su cerebro había bloqueado sus memorias o solo había decidido ignorarlas.
Su madre, Marie Aldine era una mujer bella, esbelta y con una personalidad brillante se había enamorado del hombre incorrecto quien la había dejado con una bebé de pocos días de nacida, pero Marie no ers estúpida sabía que era hermosa y eso lo había utilizado para enamorar a un hombre rico de Encino.
Unos años más tarde, Marie enfermo gravemente y sin poder hacer nada, murió. Sid Weinberg, el hombre con el que se había casado Marie adoptó a Quinn pero ella, en memoria a su madre decidió quedarse con su apellido Aldine en vez de Weinberg.
Las tardes en la gran casa eran solas para Quinn quien solo se la pasaba bailando y cantando y ocasionalmente salía a dar vueltas con su bicicleta por Reseda un barrio 'pobre' pero que le encantaba por su vibra. Tiempo después una mujer rubia, de ojos azules se mudo a la gran casa, junto con un niño unos años mayor que Quinn.
Johnny Lawrence parecía el tipo de chico rudo y mimado que todo el mundo odia y temé. pero en realidad era bueno, era divertido y de vez en cuando era engreído, a Quinn le agradaba y se sentían cómodos juntos, después de todo, eran casi hermanos.
── ¡ John, John John! ── la rubia gritó corriendo intentando ponerse sus tenis en movimiento. ── ¡Johnny !
──¡Qué, qué, qué!── gritó el nombrado mirando a Quinn expectante, la chica sonrió.
──¡ Voy a dar una vuelta! ── explicó esta sacando su dedo del tenis. Corrió hasta su hermanastro y le plantó un beso en la mejilla, acción que Johnny hizo que se limpiara con el dorso de su mano y Quinn salió disparada fuera de la sala.
── ¡No vayas por Reseda, pulga !── Johnny gritó sin mucho excito pues su hermana ya estaba saliendo a prisa de la casa. A Quinn le gustaba sentir el viento en la cara cuando andaba en bicicleta, el día era soleado y no habían nubes, y a pesar de lo que había dicho Johnny, a ella le encantaba ir por Reseda.
Era un barrio pobre, no muy elegante a diferencia de donde ella vivía, pero las personas en Reseda eran completamente diferentes en un sentido bueno, mucho más amables y compasivas, pero de nuevo, había un poco de todo en todos lugares.
La bicicleta blanca de Quinn subió por la banqueta, miraba atentamente a sus al rededores y accidentalmente, termino chocando con otra bicicleta lo que provocó un gran estruendo.
── Ouch. ── se quejó la rubia limpiándose las rodillas empolvadas y con algunos cortes.
── ¿Estás bien? ── la voz de un chico hizo que Quinn mirará para arriba, un muchacho moreno, tal vez de su edad la miraba preocupado con los ojos bien abiertos.
── Ay... si.── Quinn tocio la boca levantándose lentamente, sus rodillas y manos ardían por el choque. ── Lo siento.
── Ah, no hay problema.── rió un poco con una sonrisa de lado.── ¿Necesitas ayuda? ── preguntó señalando los cortes en las piernas de Quinn, ella se examinó y un pequeño rubor subió por sus mejillas, avergonzada.
── No, estoy bien. ── esta dijo con una pequeña sonrisa.
── ¿De verdad? No es una molestia. ── insistió el chico con una sonrisa.
── Bueno... gracias. ── Quinn aceptó sonriendo, el chico le ayudo a levantar su bicicleta. ── ¿Te estas mudando?
── Si. ── respondió este con un suspiro pesado, Quinn titubeo asintiendo lentamente. ── Soy Daniel LaRusso, por cierto.
── Quinn Aldine. ── sonrió esta estrechando la mano que Daniel le ofrecía. Ambos entraron al complejo de departamentos. ── ¿De donde eres?
── Nueva Jersey. ── contestó este orgulloso y con una sonrisa. ── ¿Tú?
── De aquí. ── Quinn rió en silencio. El lugar no era demasiado grande, en medio había una piscina medio vacía, varios edificios y Daniel la llevo al número veinte del primer piso. El departamento se encontraba parcialmente vació, solo por algunos muebles y cajas.
── Dani, que bueno que... ── una mujer adulta estaba acomodando cajas y cosas en un estante cuando vio a Quinn y Daniel en la puerta. Quinn supuso que debía ser la madre del chico.
── Hola. ── saludó la rubia con una sonrisa, agitando la mano. ── Soy Quinn.
── Oh...── la mujer pasó su mirada entre su hijo y Quinn, Daniel apretaba los labios en incomodidad. ── Es un gusto Quinn, soy la madre de Daniel
── Bueno, nos vamos. ── Daniel dijo apresuradamente empujando levemente a Quinn dentro de la casa y llevándola al baño.
── ¡Un gusto señora LaRusso!
Daniel tomó un botiquín pequeñito, saco un poco de alcohol y lo puso delicadamente en las rodillas de Quinn, ella por su parte, intentaba no quejarse demasiado, después para terminar, puso unas banditas.
── Gracias. ── murmuró la rubia torciendo su boca.
── No hay de qué. ── Daniel le sonrió abiertamente, Quinn parpadeo varías veces y desvió la mirada a la ventana del departamento.
── ¿Qué harás mañana? ── preguntó esta de repente, Daniel ladeo la cabeza y alzó los hombros.
── Supongo que nada, ¿por qué?
── Habrá una fiesta en la playa. ── comentó Quinn mirándolo de reojo. ── Deberías venir, será divertido.
── Si, claro. ── Daniel le respondió asintiendo.
── Muchas gracias por todo, Dani...el. ── Quinn reprimió el aire de sus pulmones al darse cuenta de como había llamado al chico, pero él solo resopló con gracia.
── Esta bien, solo mi madre me llama así. ── Daniel carcajeo un poco regresando las botellas al botiquín. ── Pero ahora somos amigos, puedes decirme Dani.
── Gracias, Dani. ── Quinn se corrigió con más confianza y una sonrisa en el rostro. ── Creo que es momento de irme, mi... familia se va a preocupar.
── Claro, claro. ── acompañó Daniel a la entrada de la residencia, ambos se despidieron un una sonrisa y Quinn partió.
── ¿Entonces, Quinn?── la madre de Daniel preguntó sacando algunos platos de las cajas.
── Nos acabamos de conocer. ── Daniel bufó con una media sonrisa llenando un plato con agua.
── Claro...
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✓ 𝐛𝐥𝐨𝐨𝐝𝐥𝐢𝐧𝐞 , daniel larusso ¹
Fanfiction❝ Si hubiera sabido desde el principio ¿Cambiaría algo? .❞ 𝗱𝗼𝗻𝗱𝗲〻quinn esta cansada de los abusos de poder de su medio hermano así que decide ...