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QUINN SONRIÓ A SU REFLEJO, llevaba puesto una bonita falta larga voluminosa, su cabello estaba recogido con una media coleta con un listón.
── Toma.── Kumiko llegó entregándole una camisa rosa satinada al igual que su falda.── Ropa de baile.
── Gracias.── sonrió Quinn colocándose la prenda y acomodándola. ── Te ves muy linda, Kumiko.
── Tu también.── murmuró la pelinegra. Llevaba al igual que Quinn, una falda pero esta era azul. ── ¿Podrías darle esto a Daniel-san? Lo veo abajo.
Extendió en sus manos un abrigo azul, Quinn asintió con una sonrisa y salió buscando al chico. Lo encontró hablando con el Sr.Miyagi en el dojo.
── Hola.── anunció Quinn su llegada quitándose las sandalias para entrar.
── Quinn, hola.── saludó Daniel con una sonrisa, abrazándola, cosa que la tomó por sorpresa pero correspondió sin ningún problema.
── Kumiko me pidió que te diera esto.── explicó la rubia dándole el saco.── Es ropa de baile.
Daniel sonrió con intensión de tomar la prenda, pero de repente unos gritos llamando al Sr. Miyagi se hicieron presentes. Los tres se miraron y salieron de prisa del dojo, se encontraron a Chozen con sus amigos y palas en sus manos.
── ¡Vamos te estamos esperando!── rugió Chozen. ── Mi tío dice que tus tres días han pasado. Me envió por ti.
── Dile a tu tío que yo soy granjero, no peleador.
Chozen gritó algo en japonés y él y sus amigos empezaron a destruir las cosechas detrás de ellos. Quinn y Daniel quisieron acercarse, pero el Sr. Miyagi los detuvo con las palmas de sus manos.
Quinn lo miró tan confundida, pero sabía que el Sr.Miyagi no buscaba pelear, no con quien había sido su mejor amigo y hermano.
El baile era ruidoso, más de lo que la rubia hubiera imaginado. Kumiko se despidió y se fue a encontrar con el chico quien les había dado la invitación.
── ¿Crees que puedas bailar así?── preguntó Quinn señalando a los chicos frente de ellos bailando animadamente.
── Puedo tratar.── rió Daniel alzando los hombros, tomó la mano de Quinn y la guio hasta la pista. Quinn carcajeó cuando Daniel comenzó a bailar con ella de manera exagerada, girándola y atrapándola cada que podía.
Elvis Presley sonaba a todo volumen en el lugar, y para Daniel, le fue imposible so separarse e imitar los movimientos de la super estrella, Quinn sonrió mientras hacía volar su esponjada falda. Daniel la tomó de las manos y pasándola al rededor suyo.
