Entrando a la boca del lobo

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—Buenos días, hablo con el señor... ¿Gerald?

—Sí señor, buenos días. ¿Con quién tengo el gusto?

—Verá, me llamo Craig Tucker, emmmm, mi amigo Stan Marsh me dio su número. Usted es un abogado de familia, ¿verdad?

—Ah, claro, ese muchacho. Y sí, me desempeño en el campo de los litigios relacionados a asuntos de carácter familiar. ¿Qué se le ofrece, joven?

—Bueno, tuve unos problemas la noche anterior en mi casa, no sé que hacer. Hubo una discusión y mi papá estuvo muy agresivo.

—Entiendo. Hijo, en estos casos es necesario analizar un poco más a detalle para saber el siguiente paso a tomar. No sé si pueda hablar con su madre quizás.

—No sé si ella esté muy dispuesta, además no está en casa en este momento.

—Está bien, sé que no puede ser sencillo. En este caso, si desea tener una asesoría, podría venir a mi despacho a eso de las 11 de la mañana, tengo un espacio libre de una hora.

—Me gustaría, señor Gerald, pero la verdad es que mi situación económica no es la mejor, no sé si pueda costear esto.

—Ummm... Usted dice que viene por parte de Stan, ¿verdad? Podría ayudarle un poco con un descuento, eso si pasamos al terreno legal. La asesoría es gratuita, considero que no se puede cobrar por ayudar en estos casos.

—¿En serio? De verdad, muchas gracias, y de acuerdo, allí estaré.

—Está bien. ¿Tiene un número de contacto? Allí le puedo enviar los datos de mi despacho y todo lo demás.

—Por supuesto, permítame un momento.

Al anochecer no estaba seguro de realizar esa llamada, pero a la madrugada estuve más que convencido que era la mejor opción. Pase lo que pase en serio necesitaba hacer algo, pues, aunque fuera la primera vez que mi papá se comportaba así, podía haber una segunda, y desde ahí no habría como saber lo que seguiría. Tenía miedo, sabía que hacer esto era meterme en la boca del lobo, pero si no lo hacía podía ser que después me arrepintiera totalmente. Recibí la dirección, el numero personal del abogado Gerald y un PDF con información acerca de los servicios de ese señor.

Debido a que dormí tarde me desperté a eso de las 9 de la mañana, normalmente lo hacía a las 6. Aproveché el tiempo que me quedó para organizar mi habitación, hacerme el desayuno y esperar que llegara la hora de ir donde el abogado.

Mientras esperaba que pasara el tiempo decidí revisar mis chats, fue en ese momento que me acordé que no le escribí a Tweek en esa noche, fui un idiota. "Tweek, amor, buenos días. Perdóname, en serio, pasaron muchas cosas y no pude responderte. Espero que estés bien" fue el mensaje que le dejé. Aproximadamente unos 5 minutos después recibí un mensaje suyo: "Craig, ¿puedes venir a mi casa?, hay algo que quiero que hablemos". Respondí de inmediato: "¿Pasó algo? Y bueno, no sé, más tarde tengo que ir a hacer algo, a las 11". A lo que él dijo seguidamente: "¿Puedo ir contigo?". No supe qué responderle, no quería decirle lo que pasó, pero tampoco quería que pareciera que ocultaba algo. Pensé, pensé, y pensé, sencillamente no pude idear algo creíble. Sabía que debía decirle la verdad, después de todo Tweek era mi novio, la persona en quien primero debería confiar. Sin embargo, en vista de todo lo que estaba pasando, tampoco quería cargarlo con el peso de todo eso, él no tenía que llevar parte de esto. ¿Qué hice entonces? No respondí su mensaje, hice como si no lo hubiera recibido. Sé que estuvo mal, pero fue lo mejor que pude hacer por él.

El tiempo fue pasando, y finalmente llegó la hora de ir donde el abogado Gerald. Tomé mi vieja bicicleta, me puse mi casco azul y salí a rodar rumbo a ese lugar. No era muy lejos, pero tampoco muy cerca, estaba en un punto medio al cual podía ir en bicicleta sin problemas, y era la mejor opción, pues pagar un taxi solo terminaría de arruinar mis finanzas.

Tenía que ir a un barrio que estaba cerca al centro del pueblo. A pesar de estar en una zona que podría decir era lujosa y elegante, el barrio más bien era humilde y algo antiguo, todas las casas tenían un estilo rustico sin llegar a ser ostentoso. Se me hacía un poco extraño que el despacho de un abogado estuviera en una zona residencial, posiblemente en su casa estaban sus oficinas, o era un espacio alquilado. No me disgustaba, era un sitio bonito.

Tras buscar un poco encontré la dirección. Era una gran casa blanca con detalles en las ventanas de color celeste. Al acercarme a la puerta noté que había un adorno con la forma de la estrella de David, seguramente los que allí trabajaban eran judíos, o quizá era solo el estilo antiguo de la casa. Toqué el timbre y escuché una voz, era la del abogado "Alguien que atienda la puerta, por favor". Seguidamente respondió una mujer, suponía que debería ser su secretaria o algo por el estilo. La puerta se abrió delante de mío, era una mujer un poco baja, rellenita, con cabello rojo atado y unos grandes aretes dorados.

—Buenos días, ¿vienes a hablar con Gerald?

—Buenos días. Sí, señora. Tengo una cita a las 11.

—Está bien, cariño. Por favor, pasa, sube al segundo piso y espera en las sillas que hay hacia la derecha. Si gustas puedes entrar tu bicicleta.

—Oh, gracias, qué amable.

La señora era bastante agradable, muy servicial y sobre todo formal. Tal parece que Stan me había enviado donde una gente muy profesional en su trabajo, aunque no podría decir lo mismo del espacio de trabajo... Curiosamente ese lugar parecía más una casa familiar que una oficina de un abogado. Había desorden en la sala, muchas fotos y decoraciones que parecían más de una familia, e incluso un olor a comida que solo reforzaba mi teoría. Pero bueno, eso era lo de menos, si iba a recibir una asesoría gratis, esto no tenía nada que reprochar.

Luego de entrar mi bici a la casa, subí al segundo piso. Allí había una hilera de 3 sillas contra la pared. Tomé asiento y me puse a esperar, por lo visto la oficina sería una de las habitaciones que había al fondo del pasillo. Me tardé más en subir que en recibir mi turno. La puerta del final del pasillo se abrió, dejando salir a dos tipos, uno de cabello negro liso, un poco alto y con bigote, y el otro algo más bajo, con barba, pelo castaño y traje formal.

—Muchas gracias, Gerald, creo que con eso ya no voy a tener que sufrir más por esa mierda.

—El matrimonio es una basura, Randy. Yo te lo advertí y mira como terminaste. Agradece que tienes a un viejo colega dispuesto a ayudarte.

—Ya lo creo. Volvemos a vernos la otra semana para revisar todo, ¿bien?

—Perfecto, hasta luego —le dijo a ese hombre—. Ah, hola, ¿Craig Tucker?

—Sí, ese soy yo.

—Pensaba que eras más mayor por tu voz, pero está bien, pasa.

Ahí iba a empezar con algo que me iba a tomar muuuuuucho tiempo... qué mierda.

Él es Tweek Tweak, y es mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora