Perdida de interés

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Meses después del final de esa relación, el cual recordaba con una mezcla de sentimientos entre frustración, rabia y dolor, avancé con mi vida. Las cosas mejoraron un poco a mi parecer. Tras unos meses sin absolutamente nada entré a la universidad, no sólo conseguí un cupo en la carrera que quería, sino que también tuve la fortuna de conocer a algunas personas. Nuevos profesores, nuevos amigos, y bueno... un nuevo interés amoroso.

No podía pasar toda mi vida pensando en Tweek, y eso lo entendí a la perfección a medida que pasó el tiempo. Yo ciertamente no quería estar con alguien más, me sentía bien solo, pero apareció este chico y me cambió los planes. Stanley Marsh, o Stan —para sus amigos— fue la persona que me hizo sentir de nuevo aquello que había sentido con Tweek, o bueno, me hizo sentir algo parecido. Con él las cosas fueron muy diferentes a como fueron con Tweek, pues no fue la típica historia del enamoramiento a primera vista. A decir verdad, cuando lo conocí no me producía nada, de hecho, lo consideraba feo y sin estilo, hasta tenía mal aliento, lo prefería lejos de mí. Su pelo era largo y despeinado, vestía holgado y parecía que viviera en los 80. Era demasiado tímido, su voz era muy débil, parecía de niña, y su personalidad era más que débil. Con sólo verlo sabía que no iba a durar mucho en la universidad. Ese era mi concepto de él antes de conocerlo, pues al conocerlo cambió por completo. Por cosas de la vida hablé con él antes de iniciar clases, había visto su nombre en la lista de admisiones y quise tener alguien con quien hablar. Supe que vivió cerca a donde vivo, pero ahora vivía mucho más lejos, pero cerca de la universidad. Supe que era bisexual, soltero y que era un fan del rock. No era algo que buscara en una persona, pero el chico ciertamente me agradaba, así que empecé a hablar seguido con él. Nos sentábamos juntos, íbamos a cualquier lugar juntos, e incluso esperábamos el bus para irnos a casa juntos. Poco a poco se fue construyendo algo de lo que éramos conscientes, y tuvimos que abordarlo. Yo en sus inicios no tenía intenciones de sostener una relación seria con él, quería algo abierto, algo más como amigos con derechos, libertad de besarnos cuando queramos sin necesidad de ser novios, coger incluso, lo que fuera; él no lo quiso así. Dijo que quería conocerme mejor, y esta maldita decisión fue la que transformó mi calentura en atracción. Me enamoré de sus acciones, de sus demostraciones, de sus caricias, de cuando acariciaba mi cabello o de cuando tomaba mi mano en clases. Me enamoré de Stan Marsh, y eso llevó a que apuntáramos a llevarlo a algo más.

Nuestra relación, a diferencia de la que tuve con Tweek, la llevamos bajo la mesa, con discreción. No íbamos a gritarle a los 4 vientos que estábamos pensando en ser novios, si pasaba pues que se entere quien quiera, pero no era nuestra prioridad. Eso sí, había 3 personas que sabían de nuestro amorío secreto: la primera era Rebecca, o Red como la solía llamar; una chica pelirroja, un poco más alta que yo y con una actitud arrolladora pero amable, era mi mejor amiga. Los otros dos eran amigos en común de Stan y de mí, sus nombres eran Token y Nichole, una pareja de amigos que parecían más novios si me lo permiten decir, y que bueno, se hicieron novios más adelante. Ambos muy amables, con actitudes aventureras y motivadoras, eran lideres innatos. Ellos sabían que las cosas iban bien, y les gustaba vernos felices, siempre nos preguntaban a alguno de los dos sobre cómo nos iba, querían que fuéramos novios de manera oficial, pero... algo pasó, y eso jamás sucedió.

Pasaron varias semanas del momento en que mejor íbamos y ya casi todos notaban que había amor entre los dos, de repente las cosas se vinieron al piso y esta ilusión se rompió como un florero al caer de lo más alto de una mesa. Con el pasar de los días noté que Stan se alejaba de mí, no me buscaba, me hablaba menos, me ignoraba. Hablaba más con Token o con Nichole, prefería irse con ellos a hacer algo antes que estar conmigo, no aceptaba mis invitaciones a salir, ni siquiera aceptaba mis demostraciones de cariño. Yo sabía por qué era esto, pero quise negármelo hasta donde fuera posible. Finalmente, un día la burbuja se rompió y le pedí que me diera la cara.

Un lunes de septiembre me acerqué a él antes de acabar clases, le dije que quería que hablemos de algo, y que no podía decirme que no, ya estaba harto de sus negativas. A regañadientes aceptó, así que salimos hacia un lugar tranquilo donde pudiéramos hablar. Mientras íbamos bajando hacia la salida de la facultad nos encontramos con Token y Nichole, los saludamos. Yo seguí de largo, pero Stan se quedó, su excusa es que iba a almorzar con ellos. No pude soportar lo que me hizo sentir eso y le dije que entonces prefería no hablar con él y que me iba a la mierda. Salí enfurecido a la calle y tomé el bus en cuanto pasó. No quería saber nada de Stan. Subí al bus, y me hice en los últimos asientos de este. Me puse mis audífonos y tratando de disimularlo empecé a llorar por la impotencia que sentía en ese momento.

Pasados tal vez unos 10 minutos recibí una llamada, era de Stan, lo supe por el tono de llamada que tenía para él. La primera la rechacé, la segunda que me hizo, a pesar de tener una determinación de ignorarlo, la tomé.

—¿Ahora que mierda quieres? —pregunté en voz baja, aún con la respiración cortada y lágrimas cayendo por mis mejillas.

—Quería hablar contigo por lo de hoy. Craig, ¿discúlpame quieres?

—¿Quieres? —pregunté asombrado y molesto— Pues no, no quiero. Stan, ¿a qué mierda estás jugando conmigo?

—No es un juego. Mira, sólo quiero pedirte perdón, si quieres podemos vernos mañana que estamos libres y hablamos lo que me decías.

—No quiero verte, se acabó, estoy harto de esto —dije lo más bajo posible.

—Podemos ir a comer algo, como dijiste, o algo así. Tú eliges.

—Stan, no quiero verte, de verdad —dije sin mostrar la tristeza que me producía—. Quiero que me digas las cosas como son. ¿Ya no te intereso?

—Mira, no te pongas así. Estuve mal, lo sé, cometo muchos errores y eso...

—Sólo responde la jodida pregunta —dije enojado con sus rodeos—, ¿ya no te intereso?

—Mira, sabes que te quiero, y mucho.

—Sí, pero también sé que significa evadir una puta pregunta. No me llames más, no quiero saber de ti nunca. Adiós.

No le di espacio a responder, ya tenía su respuesta, aunque él no me la hubiera querido dar de manera directa. Lo de él y yo había terminado, peor aún, sin siquiera haber empezado.

Él es Tweek Tweak, y es mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora