Un secreto menos, una duda más

298 45 32
                                    

Estaba allí, a su lado, dentro de su casa a mitad de la noche. Sabía que tenía clases al día siguiente, que debía madrugar y también hacer tareas, pero esto era para mí más importante.

Luego de estar abrazados por un largo tiempo Tweek y yo nos separamos, luego nos miramos un minuto en silencio, sin decir una palabra, sin mover ni un solo dedo. No hacía falta hablar para expresarnos, porque, aunque no fuera del todo seguro, ambos entendíamos lo que estaba pasando por la mente del otro. Yo necesitaba saber su versión, y él necesitaba contármela. Dimos aquel paso que nos habíamos saltado, liberamos esa carga.

Sonreí, pues estaba un poco más calmado. Lo mismo noté en él, que había calmado sus sollozos por completo y ya solo quedaban sus ojos rojos de aquel llanto que fue protagonista por mucho tiempo.

—¿Te sientes mejor? —pregunté, bajando la mirada al suelo.

—Un poco. Sabes, quería decirte eso porque, no sé, pienso que pudiste pensar otras cosas, y como dije no quería que pensaras que fue culpa tuya o algo así.

—Tranquilo, también necesitaba oír eso —respondí, subiendo la mirada y dándole una sonrisa.

Vi cómo, casi de inmediato, en su rostro también se dibujó una sonrisa. Era su manera de sonreír, con los ojos cerrados, sus labios curvados y sus cejas levantadas. Era una sonrisa honesta, era su sonrisa. Provocó en mí algo que no pasaba muy seguido, hizo latir mi corazón con fuerza, poniéndome nervioso, inseguro, tímido. Así como aquel día que lo conocí, cuando también me frené al ver su sonrisa tímida pero inocente a lo lejos, hoy también era víctima de su dulzura.

—Tweek, este... —dije, apenado— creo que ya debo irme a casa, no quiero problemas por llegar tarde.

—Oh, cierto. Está bien...

Tweek se levantó, tomó mi mano, me levanté también. Caminamos juntos hacia el primer piso y fuimos hacia la puerta. Lo noté de un animo mejor, y bueno, lo entendía, yo también me sentía mejor. Llegamos a la puerta, donde nos detuvimos. Sabíamos que me debía ir, pero él —y yo en parte también— no parecía querer despedirse.

—Bueno... Gracias por lo de hoy, Craig. Necesitaba un apoyo así.

—Para eso estamos, sabes que puedes contar conmigo.

—Tú igual —Tweek abrió la puerta y me observó desde abajo hacia arriba—, por cierto, escríbeme cuando llegues a casa.

—Lo haré, no te preocupes —afirmé, acercándome hacia la puerta.

—Por cierto, también...

Tweek se paró a mi lado, de puntitas, y sin pensarlo mucho, pero con algo de pena, me dio un beso en la mejilla. Me quedé atónito, sin reacción, sólo con los ojos abiertos y un cosquilleo desde mi cuello hacia todo el cuerpo.

—Cuídate mucho, y nos vemos mañana —finalizó.

—S-sí... G-gracias... Tweek... —dije, con muchas pausas y aún lleno de asombro.

Salí de su casa, volteando la cabeza en una que otra ocasión hasta que cerrara la puerta. Caminé unos cuantos metros, tomando rumbo hacia mi casa, en silencio y sin mostrar ninguna emoción. Pero, al llegar hasta un parque cerca a donde vivo, salieron mis emociones. Grité, lleno de emoción, corrí, salté, me toqué la mejilla. Me decía una y mil veces «No me lo creo, no me lo creo, no me lo creo... ¡¡¡SÍ PASÓ!!!». Porque sí, sí pasó. Tweek me dijo lo que necesitaba saber, me dio un beso en la mejilla, me trató con cariño, estuve con él allá de nuevo. No podía estar más feliz, era algo de ensueño en medio de tanta mierda que me estaba tirando la vida.

Llegué a casa como no llegaba hacía mucho tiempo: feliz, irradiando alegría, emotivo, y activo. No era cualquier cosa, lo que había pasado era algo que verdaderamente me llenaba de felicidad. Saludé a mi mamá con un beso en la mejilla, y fui bastante expresivo con mi papá. Subí hacia mi habitación, eufórico, ante la mirada de Tricia, quien miraba con atención desde la puerta de su cuarto.

—¿A que se debe tanta felicidad? —preguntó ella, entrando por mi puerta.

—¿No tengo derecho a estar feliz?

—¿No tengo derecho a saber por qué?

—Pasó algo que me hizo feliz, es todo.

—Déjame adivinar, lo hiciste con tu novio, ¿cómo es que se llama?, ¿Tim?

—Se llama Tweek —respondí de manera tajante mientras buscaba una camiseta para dormir entre mi ropa—, y no es mi novio.

—¿Sabes?, yo conozco esa sonrisa de idiota que traes en la cara, es la misma que tengo cuando veo a mi novio y me trata bonito, ¿Qué te hizo Tweek?

—¿Cuál es tu interés en todo esto? O sea, siempre te metes en mis asuntos: si salgo con alguien o no, si tengo novio o no, si hago algo o no. Además, no te he dicho que soy gay, ¿o sí?

—Nop, no me has dicho que eres gay aún, pero lo sé.

—Ah claro, si tú lo dices.

—¿Recuerdas que el laptop es de ambos?, ¿qué lo uso para hacer tareas?, ¿qué hay un historial compartido? Craig, creo que buscar 'Porno gay', 'Twinks rubios', 'colegiales gay', e incluso 'chicos masturbándose'.

—¡¿QUE QUÉ?!, ¡PATRICIA TUCKER! ¡BASTA CON ESO! —Exclamé, tirando la ropa que tenía en la mano al piso.

—Jeje —se acercó, con una risa burlona— si fueran mentiras no gritarías así, ni tampoco te sonrojarías.

—¡YO NO BUSCO ESAS COSAS!, ¡TÚ ERES LA OBSESIONADA CON LOS GAYS! —dije en voz alta, nuevamente, sintiendo mi rostro caliente en exceso.

—Emmm, creo que el obsesionado eres tú, digo, dejaste abierto también un perfil en esa aplicación con la cara de un gato naranja.

—Dios... Me estás jodiendo, ¿no? —dije en voz baja, apenado y sonrojado al 100%, escondiendo mi rostro entre mis manos.

—Si tantas dudas tienes puedo traer el computador y miramos eso juntos.

—No... ¿Papá acaso ha leído eso? —pregunté, ya rendido en el tema.

—No soy tonta, Craig. Cuando le presto el laptop a papá escondo el navegador que usamos, así usa el otro —respondió con orgullo, poniendo un dedo sobre su frente, haciéndose la inteligente.

—Gracias Dios, al menos no me abandonas en esta —dije, mirando al cielo, agradecido.

—Entonces, sí es tuyo todo eso... mis amigas se van a morir de la envidia, ¡mi hermano es gay!

—Hey, hey, hey —interrumpí con incomodidad—, ¿cómo que 'mis amigas'?, ¿de cuando a acá mi vida personal es tema de tus amigas?

—Desde que sé que eres gay. ¿No lo sabes?, hoy cualquiera quisiera tener un hermano gay, eso suma puntos, te hace popular.

—Para. No soy un accesorio ni algo raro que exhibir. Además, no quiero que todo el mundo sepa eso, ¿te imaginas si lo escucha papá?, ahí si me voy de la casa.

—Tranquilo, él no lo sabrá, ni mamá. Solo tú, yo, mi mejor amiga, y unas chicas de la escuela.

—¿Te parece que estoy bromeando? Hablo en serio, no es algo que quiero que difundas por ahí.

—Pero si tú lo dijiste, no eres algo raro, no hay problema.

—¡Ah no!, sólo hay un pequeño problema, si papá se entera... ¡ME ECHA DE LA CASA! Quiero que no andes diciéndole eso a todo el mundo.

—Lo voy a pensar. Pero no desviemos el tema, ¿Tweek es tu novio?

—¡AHHHH! —exclamé fastidiado.

Pintaba como una noche, en exceso, larga y tediosa.

Él es Tweek Tweak, y es mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora